Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

martes, 16 de octubre de 2012

Tirotear

Me estoy cansando de oir, de leer que alguien "ha sido tiroteado" como sinónimo de que alguien "ha recibido un disparo". No sé de dónde sale, supongo que de un intento rápido de traducir aquello de "(someone) has been shot". Pero tirotear, en español significa, según la RAE, "Disparar repetidamente armas de fuego portátiles contra personas o cosas". Y no es lo mismo, como diría el de Miami.

sábado, 4 de julio de 2009

Entre rojos anda el juego



Erik Thorvaldsson, llamado "el Rojo" por el color de su pelo, fue un navegante noruego de finales del S. X, establecido en Islandia, entonces recientemente descubierta y colonizada. Como tantos otros de su tiempo huía de la justicia noruega o de los malas intenciones del despótico rey Harald. Pero la historia se repitió y Erik salió de Islandia por problemas legales. Arribó a las costas de una isla enorme, que creyó deshabitada, y a la que llamó Groenlandia, "isla verde", con la idea de atraer colonos desde Islandia ("isla de hielo"). Su hijo Leifr Eriksson salió desde Groenlandia años después y exploró y visitó tierras de América del Norte (Labrador, Terranova, incluso Nueva Inglaterra), a las que llamó Vinland ("tierra del vino"), pero donde no pudieron asentarse de modo estable por la hostilidad de los nativos.

En cambio, en Groenlandia probablemente hacía siglos ya que se había extinguido la cultura Dorset tardía, un pueblo pescador de origen americano que había florecido en torno al cambio de era fundamentalmente en el noroeste de la isla, muy lejos de los puntos meridionales a los que llegaron los islandeses. En cualquier caso, si los Dorset o sus descendientes seguían en Groenlandia, no tuvieron contacto con los nórdicos. Como tampoco inicialmente los inuit o esquimales, pues estos ocuparon la costa occidental más de doscientos años después de la llegada de Erik el Rojo. Los inuit son hoy la única población considerada "nativa" de Groenlandia. No hay ni rastro de los Dorset.

En cuanto a la colonia de Erik, en su periodo álgido llegó a alcanzar entre 3.000 y 5.000 habitantes, en dos asentamientos: el más grande era el Asentamiento Oriental (Eystribyggd), donde se hallaba la residencia de Erik; el otro era el Asentamiento Occidental (Vestribyggd). La ocupación del territorio se efectuó por medio de granjas, como aún hoy en Islandia, de las cuales había unas 400 aproximadamente. Barcos comerciales viajaban cada año a Groenlandia desde Islandia, y ocasionalmente desde Noruega.

Hacia 1430, más o menos, deja de haber datos históricos de los nórdicos groenlandeses. La falta de madera en Islandia y los rigores del clima, con la "pequeña Edad de Hielo" del medievo, hicieron progresivamente más y más difícil la navegación por el Atlántico norte y con ello el comercio se resintió gravemente. En el siglo XVIII, trescientos años más tarde, trescientos años después del último contacto, un misionero noruego (Hans Egede) navegó a Groenlandia para "convertir" al protestantismo a sus primos groenlandeses. Pero no había nadie en casa.

Nunca sabremos qué pasó, pero de las distintas colonias levantadas por Erik el Rojo y sus descendientes, no quedaba nada. No quedaba nadie. Uno se puede poner en la piel de una familia tipo en una granja azotada por inviernos cada año más duros, sin noticias del exterior, desesperados por sobrevivir y atrapados por los hielos, sin poder salir. O de las pocas familias de las dos poblaciones un poco mayores, probablemente acosados por los inuit, o simplemente sin poder competir con ellos en el aprovechamiento de los escasos recursos o aniquilados por las enfermedades. La soledad, la oscuridad...

Eso sí. Ellos se libraron de escuchar una entrevista a José María Aznar en un emergente medio liderado por un ponderado luchador por la libertad que una vez fue rojo. Yo no.

jueves, 25 de junio de 2009

Tiempo para pensar


No es que no quiera escribir más. Volveré... Supongo. Sigan atentos a sus pantallas, si quieren.