Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

lunes, 15 de septiembre de 2008

Educación para la ciudadanía: terreno común

Suponemos todos que somos privilegiados. Nuestra sociedad ha alcanzado recientemente el sistema de convivencia política más justo que nunca ha tenido en su historia. Pertenecemos a un selecto club de sociedades ricas. Las diferencias sociales son notables, los servicios sociales son manifiestamente mejorables, pero tenemos seguridad social universal y educación pública al alcance de cualquier ciudadano, algo que no puede decir, sin embargo, el estadounidense medio.

La democracia que los españoles nos regalamos hace cuatro días como quien dice es un ejercicio del mejor sistema político que el homo sapiens ha puesto en práctica hasta hoy. Pero todos sabemos que hay muchos puntos que mejorar.

Uno de ellos tiene que ver con la propia madurez y funcionamiento adecuado del sistema. Todo descansa en la voluntad del pueblo. El pueblo tiene voluntad. La voluntad del pueblo es la suma de las voluntades de sus ciudadanos. Para que los ciudadanos formen el criterio sensato que la comunidad espera de ellos, la comunidad debe darles lo que necesitan, debe enseñarles las reglas del juego.

Todos los ciudadanos de a pie queremos lo mismo. Es nuestro terreno común. Queremos que los ciudadanos sean libres y que tomen decisiones sensatas como resultado de su análisis personal del contexto. Ciudadanos que conozcan las leyes someramente. Que sepan que todos somos iguales en derechos, aunque seamos diferentes en opiniones y/o creencias. Que la discriminación es inaceptable y que la desigualdad es discriminación. Que seamos capaces de convivir con sosiego, como hermanos, incluso aunque nos caigamos mal. Es decir, libertad, igualdad y fraternidad.

Nuestra sociedad libre y democrática reconoce y acepta creencias, opiniones, fes y religiones. El único límite es la ley y el derecho del prójimo. Todas las posiciones teóricas, todas las visiones del mundo, todos los comportamientos son aceptables dentro de un marco, si no sobrepasan ciertos límites que nos hemos dado libremente: la ley y el derecho, público y privado. No hay sociedad humana que no conozca límites, porque la convivencia los exige. Si no, amigo, vete a vivir solo a un atolón del Pacífico y haz lo que te plazca.

La democracia avanza si el ciudadano, cada ciudadano, es formado para ello. Esta idea está detrás de la existencia de un sistema educativo obligatorio. Necesitamos que los niños tomen la antorcha del conocimiento humano. Necesitamos enseñarles y educarles, como sociedad. Nuestros hijos no son sólo de sus padres y madres. Son de la sociedad en la que viven y vivirán.

Hay que enseñarles matemáticas, lengua y la naturaleza. La historia, el arte, la física o la música. Los hacemos animales políticos así. Los hacemos adultos (etimológicamente "crecidos"). El aprendizaje lo hacen como niños y adolescentes (etimológicamente "crecientes").


La sociedad contemporánea tiene que transmitir a sus hijos los valores de la sociedad en la que vivirán. Puede enseñarles y les enseña distintas religiones. La católica tiene presencia obligada en todos los centros. Todos los niños pueden cursarla. Y pueden decidir no cursarla, como es natural.

Pero la sociedad está obligada a transmitirles las normas mínimas comunes de convivencia, los valores democráticos, los derechos humanos. La libertad, la igualdad y la fraternidad.

Los valores de un ciudadano ejemplar los engloban seguramente, al menos en el plano teórico, las doctrinas de casi todas las grandes religiones. Pero ninguna religión puede ocupar, en un sistema público, las conciencias de todos los futuros ciudadanos.

7 comentarios:

Maripuchi dijo...

Por todo esto yo me pongo muy nerviosa cuando algún absurdo habla de adoctrinar en el socialismo... hace falta ser memo.

Anónimo dijo...

Sería tan estúpido adoctrinar en el socialismo como lo es adoctrinar en el catolicismo. En definitiva tratar de adoctrinar en lo que sea.
Yo el error que creo se comete es que tanto unos como otros tratan de adoctrinar. Y para eso estamos los padres, pero no para adocrinar si no para educar libremente a nuestros hijos.
Posiblemente este problema no hubiera dado pie a tanto debate, si la asignatura de religión se hubiese cambiase por la de Historia de las religiones (todas).
Que los jóvenes sepan valorar lo que las religiones representaron en la historia de la humanidad y lo que siguen representando.
El Canuit

animalpolítico dijo...

Efectivamente, Maripuchi. Esta entrada es una respuesta a mis sensaciones cuando oí a Jiménez Losantos y sus contertulios de esta mañana hablar de "lavado de cerebro sociata" para referirse a Educación para la Ciudadanía. Ahora resulta que enseñar a los niños los valores de la convivencia democrática es "lavado de cerebro". Al parecer hay quienes dentro de la Iglesia Católica siguen creyendo que las conciencias deben seguir siendo monopolio suyo. Porque al mismo tiempo que reniegan de EpC siguen exigiendo que la Religión Católica siga siendo obligatoria en el sistema educativo. Hace falta tener morro.

animalpolítico dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
animalpolítico dijo...

Canuit adoctrinar no es que sea estúpido, es que es interesado. Pero no podemos poner a unos y otros en el mismo plano. La Iglesia Católica ha adoctrinado siempre todo lo que ha podido y ha podido mucho. Pero es su función social.

Los socialistas nunca han podido adoctrinar tanto. Nunca ha habido un catecismo socialista obligatorio en los centros públicos. Nunca. Y hoy tampoco lo hay, por mucho que ciertos memos lo digan y lo repitan.

La enseñanza de los niños corresponde a los padres, pero también al sistema educativo. Porque los niños son la base de la sociedad futura.

Las religiones y su historia forman parte, por supuesto, del conocimiento humano, aparte de ser susceptibles de enseñarse como religiones. Pero no pueden ser obligatorias como tales. Aunque sólo sea, precisamente, por la libertad religiosa.

Anónimo dijo...

Yo pienso que uno de los errores de todo esto, es que la gente sigue pensando que a los hijos tienen que educarlos los demás.
Y yo tengo muy claro que a mi hija la educaba yo, a la escuela la mandé para que la enseñaran los conocimientos que yo no estaba capacitado para aportarle.
Por eso en la escuela le pueden enseñar la historia de las religiones, que no es lo mismo que una determinada religión, y en mi casa ya diré yo la religión que se practica, que por supuesto no será ninguna. Salvo la de adorar al Sol que nos calienta y a la Lluvia que nos da de beber.
El Canuit

M.Macia dijo...

Enseñar a los niños como funciona una democracia, qué es la Constiución, el Estado de Derecho, la igualdad o el medio ambiente, no es nigún adoctrinamiento. Son valores compartidos por todos. La educación es algo que corresponde a los padres y a la escuela y tanto unos como otros han de enseñar a los menores a pensar por sí mismos. No veo donde está el adoctrinamiento. ¿ Si la hubiera a probado otro partido estaríamos hablando de lo mismo? . Es una polémica interesada.