La paz
La palabra paz deriva del acusativo de singular del latín pax, es decir, pacem. Es generalmente definida como "un estado de tranquilidad o quietud, como una ausencia de disturbios o agitación", además de como el "período de tiempo entre dos guerras", "concordia y buena correspondencia de los unos con los otros", "virtud que pone sosiego en el ánimo". La RAE recoge "situación y relación mutua de quienes no están en guerra", "pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia", "tratado o convenio que se concuerda entre los gobernantes para poner fin a una guerra", "sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos", "reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia".
Todas estas definiciones e ideas las ofrezco en beneficio de Jiménez Losantos, para alumbrarle, y de Rajoy, para que vea que la paz no implica solamente ausencia de guerra entre dos estados. A ambos les recomiendo la lectura de las biografías de Gandhi y de Martin Luther King.
La paz no es lo contrario de la guerra sino la ausencia de violencia estructural, la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con la naturaleza. La paz no es una utopía, es un proceso. En el plano individual, la paz designa un estado interior, exento de cólera, odio y más generalmente de sentimientos negativos. La paz necesita de la tolerancia, de la justicia, de la igualdad, de la solidaridad, y también de la responsabilidad de los gobernantes, quienes tienen el destino de los pueblos en sus manos, para tomar decisiones acertadas que hacen al bien común. La paz se nutre de las buenas intenciones, de la educación, de la comunicación, del compromiso, del respeto.
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