Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

viernes, 26 de enero de 2007

Salamanca, capital del Alzamiento


El Archivo de la Guerra Civil toma forma en Salamanca con documentación de uso para la represión franquista durante la guerra. Y es en Salamanca porque Salamanca era la capital de la España nacional. Franco estaba alojado a cien metros del Colegio de San Ambrosio, pues el Palacio Episcopal fue durante largos meses su cuartel general. Francisco Franco Bahamonde debía dar el visto bueno a las ejecuciones y le llegaban a su mesa esos documentos desde el edificio vecino. Así iba pasando las mañanas en el frío invierno salmantino. Duro trabajo...

Todo esto es Historia, con mayúsculas.

La ministra de Cultura Carmen Calvo declaró hace un par de días que el Archivo fue un elemento de represión en la «capital del alzamiento». Estas palabras son simplemente una aséptica y exacta descripción de la historia.

Pues bien, a nuestro ínclito Fernando Rodríguez, que acusa a todo el mundo de todas las insidias que le pasan entre sus pobladas cejas, y que está estos días muy ocupado en defender a Franco, rechazar los intentos de reparación de la memoria de Unamuno, atacar la Ley de Memoria Histórica e insultar nuestra inteligencia, no le gusta la constatación histórica de la Ministra. Como la historia no la puede negar, y aunque la niegue no la puede borrar, prefiere afirmar que Calvo que «no le llega ni a la suela de los zapatos a esta ciudad» (¿dónde estarán los zapatos de la ciudad?) y que Salamanca «es una auténtica ciudad de cultura, que está muy por encima de una ministra que lo es de todo menos de Cultura». Yo ya me he perdido.

Salamanca es una ciudad de cultura y a ello contribuimos profesionalmente muchos de sus habitantes, aunque no precisamente Fernando Rodríguez, que demuestra no tener ninguna (cultura) si no entiende que Salamanca fue la capital de la España nacional, porque Franco y la guerra así la eligieron. Si de veras quiere que no se rompa la memoria, ése es parte del pasado de esta bella ciudad (¡y qué frío hace hoy, coñ...!)

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