Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

domingo, 25 de febrero de 2007

23 de febrero de 1981: mi examen de Latín


¡Psss! ¿quién me ha robado el mes de abril...? Anteayer mismo fue el vigésimo sexto aniversario del golpe de estado de Tejero. Estamos tan liados con esto de la rendición de Zapatero a ETA, la implicación del PSOE en el 11-M y en el choque contra un asteroide en el 2029 y tan pendientes de the war on terror de míster Bush, que se nos ha pasado efemérides tan señalada.
15 añitos que tenía. ¡Quién los pillara, Salinas, quién los pillara! Examen de Latín al día siguiente. Creo que era un lunes. El frío invierno leonés tras los cristales. Mi padre estaba de viaje, curiosamente en Salamanca, que terminaría siendo nuestra tierra de adopción. Mi madre, empezando con la cena, creo. Le gustaba ver "300 millones", aquel programa de exaltación de lo hispánico, interesante por aquella incipiente mini-globalización. Con una única tele en casa, aburrido de mis declinaciones, yo más que en el rosa, rosae y en el hic, haec, hoc, estaba pensando en un ratito de mariachis para acompañar la cena, el huevo frito y el choricito ahumado. Mi madre comenta... "¡qué raro, si está terminando...!" De pronto el rostro serio de un jovencísimo Iñaki Gabilondo (cuya cara no conocíamos), con el miedo en sus ojos azules sobrecogiéndonos el alma, comienza a desgranar lo que había estado sucediendo en el Congreso desde dos o tres horas antes...
Mi madre está aterrada y muy nerviosa y habla de la Guerra Civil. Mi padre tarda una eternidad en llegar. Había temido encontrar tanques por la carretera. Pero todo estaba muy tranquilo. La música militar en la radio del autocar había sido poco tranquilizadora, un omen de pesadilla.
Aquellos años habían sido difíciles en lo político. Lo de ahora es una broma, de mal gusto pero broma en comparación. Muerte de Franco y difícil transición a la democracia. Hitos como la legalización del Partido Comunista (cuyo nombre ha terminado desapareciendo en las siglas IU). Perdón y olvido. Conciliación. Las víctimas de Franco bajo la alfombra. Avances espectaculares en lo político, social, cultural y económico. Hay mucho que avanzar. Hasta 90 asesinatos de ETA al año, creo recordar. Grapo. Fuentes de inestabilidad. UCD se tambalea y no tardará en caer.
Al día siguiente, examen de Latín. En el recreo, hasta dos amigos de los más cercanos, con quince añitos como yo (¡quién los pillara, Salinas!) expresan su deseo de que los golpistas logren su propósito de devolvernos a un franquismo sin Franco. Uno es hijo de un coronel. El otro, simplemente de una familia muy de derechas. Estupefacto, ya animal político entonces, con aquellos quince años, simplemente me quedo casi sin argumentos. Balbuceo, con el bocadillo de tortilla en la mano izquierda en el gélido paseo bajo el pálido cielo de febrero. Que si les parece razonable arriesgar una guerra otra vez. Que si no creen que es más justo un sistema democrático. Ellos mencionan a los comunistas, el divorcio, el libertinaje y la ruptura de España por culpa de los separatistas y los entes preautonómicos... ¿a quién votarán hoy aquellos dos amigos míos de los que he perdido la pista...? ¿qué carismático líder de las ondas les explicará las sombras de nuestra caverna?
Al final fue un susto y un estímulo. Sólo dieciocho meses después la cara asustada es la de Felipe González. 202 diputados, octubre de 1982. La mayoría más elocuente que hemos visto en nuestra historia democrática. La esperanza es virgen. La ilusión de mis dieciséis. ¡Quién los pillara, Salinas! Los dieciséis y la ilusión. Pero hoy. El futuro es siempre lo mejor que nos queda...

No hay comentarios: