Bonjour, Sarkozy! (Adeu, PP)
Sí, que vale, que valiente 'Pitoniso' estoy hecho. Que me he columpiao olímpicamente con las elecciones francesas. Que escribí que Ségolène podía ganar y que ha 'palmao'. ¿Qué os voy a decir? Que lo siento por mis amigos franceses, sobre todo los diecisiete millones que han votado a Ségolène. Y que allá ellos, los franceses, si mayoritariamente optan por él...
Eso sí, me parecen simplemente patéticos, en cuanto a lo más cercano, los intentos del PP y todo su éntourage (ayer oí al ¿docto? Moragas en la SER --¿pero no estaban boicoteando a PRISA?--) de apuntarse el tanto. Cierto es que Zapatero apoyó a Ségolène, pero ¿por qué creen ellos que eso acerca a Rajoy a la Moncloa? ¡Si es que son tan tiernos...!
Sarkozy ha ganado de modo rotundo en una elecciones multitudinarias, lo que le da mayor legimitidad a la victoria, apuntan desde la COPE y desde la plana mayor popular. Atrás quedan aquellos tiempos en que Pilar del Castillo (ministra de Educación de infausta memoria para los docentes...) se quejaba amargamente de que el 14 de marzo 'había votado demasiada gente', como explicación de lo anómalo del resultado. Es un avance. También les parece muy amplia la diferencia de 6 puntos porcentuales en el sufragio entre ambos candidatos. Curiosamente, la misma diferencia que Zapatero obtuvo sobre Rajoy en 2004, seis puntos porcentuales, en unas elecciones también multitudinarias (80%). Eso sí, las masas, en España, dado que votaron al Anticristo, dieron como resultado un gobierno ilegítimo. Es lo que tiene ser liberal. Que uno es libre de decir hoy una chorrada y mañana una sandez, gracias al libre albedrío. Que 'pa' eso dice la COPE que 'somos libres' y que 'queremos saber la verdad'. 'Pa' que nos la explique Acebes.
Sarkozy, nos cuentan, ha ganado porque Francia está cansada del inmovilismo que representa la progresía, la izquierda. La gente sensata francesa ha dicho basta. Mu bonito. Pero resulta que el presidente saliente es... Chirac, del mismo partido que Sarkozy, quien ha sido ministro en los últimos cinco años... Valiente modo de 'cambiar' el de los votantes franceses, cansados (¿?) de la izquierda...
Sarkozy utilizó durante la campaña, como Ségolène, la imagen positiva que Zapatero tiene en Francia, como un nuevo líder moderno y sensible en lo social. La imagen de Zapatero la buscó Sarkozy. Pero lo que Rajoy y sus muchachos, Jiménez Losantos y sus fieles, la FAES y demás, quieren trasladarnos es que Sarkozy-Rajoy han ganado, ergo Zapatero debe estar haciendo algo mal... Matrix ataca de nuevo: "la predilección de Francia por Sarkozy no deja al Gobierno de Zapatero en buen lugar", sentencia el talibán turolense. Entonces ¿qué? ¿nos rendimos? ¿que pase Rajoy a la Moncloa? ¿no debería ganar antes las elecciones?
Para concluir, disfrutad de este vídeo, en la secular vena de la sátira política, que me ha dado a conocer una buena amiga y sin embargo colega:
14 comentarios:
Por lo poco que he leído/oído a Moragas, me parece todo menos docto. El análisis de LD es un ejemplo de pobreza argumentativa y no sé si se dan cuenta de la imagen que dan de España insinuando que tiene que ir a remolque de lo que hagan otros paises como Francia y, en otros casos, EEUU. Si tan egpañoles somos, pues hagamos las políticas que nos den la gana y que reflejen los votos que hemos dado. Ya se apañarán los otros. Los americanos ya se están arrepintiendo.
Parecen esos locutores de fútbol tan forofos que ya no ven nada de lo que pasa, sino lo que querrían que pasara. Tienes razón, que tiernos...
Estimado amigo; sé que lo de Sarkozy no es de tu agrado; pero, si me permites y con ánimo de confrontar ideas, quisiera abordar esta cuestión desde una visión más racional que sentimental; por ser el terreno de la racionalidad el que está exento de atavismos y permite de mejor manera analizar los contenidos.
No creo que Sarkozy vaya a ser la continuidad de una derecha que se mira en su propio ombligo; una derecha que en Francia es más tributaria de la planificación económica indicativa y del abultamiento del sector estatal que la propia izquierda; ya que continuamente ha estado apelando a una especie de "Nueva Frontera" para Francia; lo mismo que John Fitzgerald Kennedy; este nuevo lider conservador francés viene a señalar "No preguntes lo que Francia puede hacer por ti sino lo que tú puedes hacer por Francia".
Y es que no existe la "plétora potencial" tan del gusto de los economistas marxistas y de los "utopistas"; por contra, la realidad nos los advierte una y otra vez, "los recursos son escasos y por tanto susceptibles de usos alternativos". La economía ( ecos-nomos= el gobierno de la casa) es un humilde intento de "ordenar": qué producimos, cómo y para quién. Detrás de esto está evidentemente una decisión política que debe ser en todo momento responsable. Es por ello una apelación a la racionalidad, a la responsabilidad, decirles a los franceses: "es necesario aumentar la productividad"; el sistema de "bienestar" se ha construído y sólo puede ser mantenido con el esfuerzo de la Nación; ésta no se puede permitir "recursos ociosos" al margen de la población jubilada, infantil o incapacitada. Europa, Francia, tienen el deber de reflexionar sobre el "bienestar"; que no es algo que haya aparecido en la historia económica de manera "fortuita"; ni imposible de perder (piénsese en el crak económico argentino del 2001); ya digo, debe de reflexionar sobre la manera de garantizar a las futuras generaciones una prosperidad económica.
Esta "Nueva Frontera republicana" en realidad quiere suponer una VI República que entierre definitivamente los elementos negativos del incipiente posmodernismo del 68. El shock del 68 en el fondo es un anhelo de mayor justicia, de mayor libertad, de mayor igualdad; pero ese anhelo fue inmediatamente capitalizado por la gran corriente del pensamiento marxista. Debimos de esperar al nuevo shock de 1989 (el derrumbe de los regímenes del socialismo real) para comprobar la "realidad" de tales "anhelos". Pero la doctrina de la salvación marxista no abdicó y ni ha abdicado; pese a que en una atmósfera de nihilismo ya nadie cree en grandes promesas morales; nuestro actual desierto de valores es hijo de esta perplejidad y de este escepticismo.
Nuestro entorno (Alemania, Francia, Inglaterra) no están por la labor de Sísifo a lo Segolene. Nos estamos jugando el futuro; la "globalización" y sus consecuencias la "deslocalización"; sólo pueden ser contrarrestadas con el esfuerzo común; con la vuelta a la jerarquización, al mérito y al principio de autoridad; todas ellas "virtudes" enterredas en el 68.
Sarkozy en una visión a medio y largo plazo se plantea un gran reto: la educación. Recuperar el antaño prestigioso "baccalaureat" de los liceos franceses; verdadero instrumento de promoción social que materializaba el principio del mérito y la capacidad. Por contra nuestra realidad es la de una educación (pretendidamente compensadora de "desigualdades") que en la actulidad no permite tal promoción interclases, lo que es un motivo endógeno de la propia frustración del sistema educativo. Lo que parece una anécdota: el principio de autoridad, es precisamente trasladar los prinicipios de esfuerzo y disciplina para forjar nuevos ciudadanos.
En la Constitución europea pretende evitar la construcción por el tejado y volver a los cimientos: a los tratados específicos antes que a una estructura general muy difícil de pergeñar por ahora. En esta construcción recobra fuerza la idea atlantista y la negación a la Sublime Puerta Otomana de su posiblidad de acceder al contexto europeo; y todo ello no por un deseo xenófobo irracional; sino precisamente desde la propia racionalidad del "ser europeo": la tradición cristiana, el derecho romano, la filosofía griega y la misma democracia de Pericles.
Esperando haya sido de interés.
No puedo estar más de acuerdo, Garib, en lo relativo a Moragas. Es uno de los líderes populares que más rechazo me provoca. En parte porque 'va' de listo, y porque es un sectario insoportable. Ayer lo vi un rato en un debate en la Sexta y no daba crédito.
Efectivamente, lo que decidan democráticamente los franceses, allá ellos y sus razones. Aquí, los que deciden son los españoles.
Saludos
Como siempre, Dardo, tus comentarios son amplios y bien articulados. Trataré de dar respuesta a los asuntos planteados.
No, como señalas, no me gusta Sarkozy. En cualquier caso no era ése el tema del post, sino cuál es el tratamiento que a su victoria dan algunos medios, franceses y españoles.
Para empezar diré que no es a mí a quien tiene que gustar o no Sarkozy. Es a los franceses. A un 53% les gusta. A un 47% no les gusta. En democracia significa que Sarkozy es el nuevo presidente de la República.
Has hecho un notable esfuerzo en presentar a Sarkozy como 'un cambio'. No estamos en condiciones de afirmar con seguridad qué va a hacer. Sabemos lo que ha dicho que va a hacer, pero no sabemos si lo hará. Eso sí, como comprenderás, debo seguir insistiendo que es irónico que él se presente como la solución ante el supuesto hartazgo por la situación actual como si él no tuviera nada que ver con ella y Royal sí. ESTO ES DE BROMA. Sarkozy lleva cinco años como ministro. Y su partido lleva quince años seguidos con la presidencia de la República en sus manos. ¿Y él es el outsider? Digo más allá de la retórica...
Me parecen muy atinadas las observaciones acerca del uso racional de los recursos, pero me parece injusta la tendencia que observo en el escrito de apuntar a la izquierda todos los males (desierto de valores, nihilismo...) y a la derecha los nobles intentos de compensarlos.
El 68 son muchas cosas o simplemente un símbolo. Los anhelos de mayor justicia, mayor libertad o mayor igualdad, no pueden caducar. Si aplicamos a rajatabla los planes de Sarkozy anti-68 parecería que esos anhelos son una rémora de la que nos tenemos que librar. Nunca. No es comprensible una sociedad democrática moderna que prescinda de ellos.
El 89 simboliza el fracaso de unas sociedades totalitarias que llevaban el marxismo por bandera en el contexto de una Guerra Fría. Pero no son el fracaso del marxismo. Para que lo fueran habría que demostrar que 'ese marxismo' es el único posible. O aún más. Que 'eso' era marxismo, más allá de las declaraciones programáticas de las élites.
Si entendemos 'marxismo' como preocupación por los derechos de los trabajadores y como presencia de lo público en la redistribución de la riqueza que posibilite de modo real la igualdad, la egalité, entonces todas las democracias occidentales están 'enfermas de marxismo hasta la médula'. Bendita enfermedad...
Como decía una vez el ilustre autor de la 'perestroika', el marxismo no fue derrotado en la Guerra Fría, pues las democracias occidentales han asumido muchos de sus planteamientos como consustanciales al estado de bienestar.
Planteándolo con distancia temporal suficiente podríamos tener ante nosotros una muy hegeliana secuencia de 'tesis (modelo económico y social de la Inglaterra victoriana) - antítesis (bolchevismo y epígonos) - síntesis (las democracias occidentales modernas)'.
Nuestro entorno prefería, de modo aplastante, la victoria de Ségolène. Hasta un 80% de los europeos no franceses en una encuesta continental realizada hace un par de semanas por un prestigioso diario británico. En cualquier caso, de los cinco grandes en Europa tres tienen gobiernos de izquierda moderada (Italia, Reino Unido y España) y dos de derecha más o menos moderada (Merkel y ahora Sarkozy). Tanto en Italia como en el Reino Unido como en España la victoria de la izquierda fue ajustada. Igualemente sucedió en Alemanaia con Merkel o con Sarkozy en lo referente a la derecha. O en USA con Bush. Tenemos además la victoria parlamentaria demócrata posterior.
Es decir, se dibuja cada vez con mayor claridad en las democracias occidentales un bipartidismo de fuerzas parejas, en el que va ganando una u otra opción en atención a sensibilidades locales más o menos transitorias. Lo que critico en el lado hoy perdedor en España es pretender 'anomalizar' al oponente, al que tratan como 'enemigo'. Amigos, no. Hagan ustedes política y dejen, no se apuren, los ciudadanos decidirán. En eso consiste la partida.
La educación es un reto para Sarkozy, dices. Y yo digo que para Royal, con más experiencia (ex-ministra de Educación) en el ramo, también. Nadie me ha mostrado que a ella le interese menos. Y la Educación pública necesita recursos. Quien pone el énfasis en el recorte de impuestos a mí lo que me hace sentir es que la educación le preocupa menos que le bolsillo de los contribuyentes/votantes/simpatizantes. Es decir, si hablamos de educación me voy con Royal ESPECIALMENTE.
Eso sí, vuelves a poner a Sarkozy como salvador de la educación y a achacar a Royal los defectos que ves en la actual, como si no fuera Sarkozy el que lleva cinco años en el gobierno, como si no fuera su partido el que lleva quince años con la presidencia en sus manos.
Yo voté a favor de la Constitución europea, de modo que estoy de acuerdo en que es sustancialmente positiva, con sus defectos. Eso sí, lo que colocas como esencia del 'ser europeo' son asuntos muy heterogéneos y con más de una interpretación.
No niego la tradición cristiana en Europa. Pero esto permite muchas interpretaciones. Creo en la libertad religiosa y en las sociedades laicas donde quien quiera pueda libremente profesar la religión de su elección. Nuestra historia está ligada al cristianismo. Pero al igual que renegamos de la Inquisición, seguiré abogando por limitar la influencia clerical en lo político.
El derecho romano es una piedra angular del derecho occidental moderno, pero está obviamente superado.
¿Cómo voy a poner en duda yo la filosofía griega si tengo a Aristóteles en la cabecera de mi bitácora? Pero, reconociendo su mérito y su insospechada 'modernidad', Aristóteles también ha sido superado.
La democracia de Pericles era increíblemente avanzada para el s. V a. C. Pero sería terriblemente insoportable hoy. Había esclavos, las mujeres no tenían derechos, se practicaba la pederastia de modo institucionalizado, los forasteros eran ciudadanos de segunda, había guerra constantemente, muertes por enfermedad, pobres de solemnidad, ricos hasta el aburrimiento... En fin, la cara oscura del siglo de las luces.
Pero he disfrutado contraponiendo argumentos contigo. Siempre es un placer.
Un abrazo
Estimado amigo; tienes razón; el tema del post era el tratamiento de la victoria. Y lo fundamental es, otra vez estuve poco afortunado, lo que digan los franceses y en su caso, lo que en su día se opine aquí.
Tu crítica de poner en cuestión el "cambio" protagonizado por un candidado de la propia UMP gobernante es un severo toque de atención. Lo admito tu argumentación es de una lógica aplastante; parecería así un poco de broma mi comentario; pero te quiero significar que hay en el ambiente una idea de "cambio"; de final de un ciclo y de la necesidad de emprender "otro nuevo ciclo". Y es que nadie se le ha ocultado que en el seño de la UMP existían corrientes enraizadas con una antigua política "eminentemente gaullista" (¿Dominique de Villepin?) y una "nouvelle vision" (Nicolas Sarkozy).
El nos ha hablado una y otra vez de liberalización económica, de reducir la burocracia, de desregular el mercado de trabajo y de reducir el déficit. Es verdad; está por ver; si va a tener el coraje (Reagan, Teatcher) de coger el toro por los cuernos o sucumbirá a la tentación neomercantilista del tradicional colbertismo galo; algo completamente irreal en la nueva economía.
Pero cuando he hablado de que ha flotado una idea de "cambio"; es porque Segolenne no iba a provocar una ruptura en la tradición de la economia intervencionista francesa; y que la única fuerza política con posibilidad de "romper" es la propia UMP que se debate entre provocar un verdadero putch socioeconómico y político o seguir artificialmente posponiendo las soluciones y haciendo más grandes los problemas.
Así como Blair ha hecho una reconversión fundamental en el laborismo; haciendo un nuevo laborismo. La tarea de Sarkozy, y hasta ahora su pretendido afán, es refundar una nueva UMP, un nuevo RPR, que acabe con el proteccionismo, que haga perder el miedo a la economía de mercado, a la flexibilidad y a la innovación. En la misma noche de la victoria un conocido diputado conservador (Pierre Lellouche) hacía mención de la necesidad de una nueva política social y económica.
Muy indicativo, amigo, es que se rumoree ya abiertamente sobre el que parece que va a ser el Primer Ministro francés: François Fillon; ex ministro de Educación Nacional. La educación pública, básico de verdad, necesita algo más que dotación presupuestaria; lo fundamental es una buena teoría de la Educación.
Esto entronca con el discurso electoral; otra vez lo que se dice ( ¡lo siento es inevitable!) y no sobre lo que se ha hecho (concédeme la posibilidad de hablar sobre este "proyecto" aparentemente tan apasionante). Y no es otra cosa que la superación del pensamiento único: la cosmovisión del 68. El de la necesidad de la Nación; no como algo "demoníaco" y excluyente; sino como la fuerza colectiva de los ciudadanos salvados por una nueva moral; frente al relativismo moral e intelectual del 68. Lo ha dicho abiertamente: No es posible un lema (aparecía en las pintadas de esas jornadas extremas) como "Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas". Esto sólo nos lleva al cinismo social, político y económico.
Y lo que es peor, mi buen amigo, y te lo señalo a ti que tienes una encomiable y admirable preocupación por el bien desde una sana izquierda interesada en la verdadera promoción y salvación secular de todos los hombres; te digo; esta demolición del 68 es una demolición efectuada, con ese anhelo justo pero equivocado, por las izquierdas; pero como ha señalado nuestro común amigo Cordura; lo que ha traido es un capitalismo sin escrúpulos y sin ética. Triste resultado; amigo, triste resultado. Sirva esto para reconocerte que este nihilismo es obra conjunta de ambos (derecha neocon e izquierda). Y que el deber de reconducir esto es de todos; en esto coincido contigo; esos anhelos no pueden caducar en una sociedad moderna. Yo, como tú, también he pensado más de una vez que lo del estado del bienestar no deja de ser una especie de síntesis.
Comprobamos así; que el mayo del 68 es el triunfo de un individualismo infantil, egocéntrico y suicida promovido precisamente por los epígonos del colectivismo que tendrían su último estertor en el schok del 89. Yo me pregunto ahora; ¿podría haber sido toda esta capitalización del descontento generacional, únicamente un tactismo a un precio muy alto?.
Una vez más se da un nuevo aldabonazo: Los derechos son la contrapartidad de los deberes.
Cuando hablaba de una "identidad europea" no quería trasladar que el contenido del derecho romano, de la tradición judeocristiana secularizada, de la filosofía griega y de la democracia griega fueran actuales cual si de injertos inmutables se tratara; eso ya sé que nos es posible. Me limitaba más bien a hablar de "paramétros"; es decir, a principios base que condicionan nuestra manera de ver y comprender el mundo. La misma tradición judeocristiana hoy en las sociedades seculares de Occidente es impensable sin el profundo "centrifugado" secular de la propia Modernidad.
Por lo demás; mi estimado amigo, a veces me resulta un poco incómodo incluirte estos comentarios, alejados de tu habitual filosofía política; porque entiendo que tal vez pueda perturbar la organización de tu blog. Sólo tienes que indicármelo; cuando así sea.
Un abrazo.
Para conocimiento de todos los lectores; a continuación extraigo parcialmente las propias palabras del nuevo Presidente de Francia.
NICOLÁS SARKOZY Extracto del Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007;
«El pensamiento único, que es el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no sólo intelectualmente sino también moralmente por encima de los demás, ese pensamiento único había denegado a la política la capacidad para expresar una voluntad. Había condenado la política. Había profetizado su caída imparable frente a los mercados, las multinacionales, los sindicatos, Internet. Se sostenía que en el mundo tal cual es hoy, con sus informaciones que se difunde instantáneamente, sus capitales que se desplazan cada vez más rápido y sus fronteras ampliamente abiertas, la política ya no jugaría más que un papel anecdótico y que ya no podría expresar una voluntad, porque el poder pronto estaría compartido, diluido, disperso en red; porque las fronteras estarían totalmente abiertas y los hombres, los capitales y las mercancías circularían sin obedecer a nadie. Pero la política retorna. Retorna por todas partes en el mundo. La caída del Muro de Berlín pareció anunciar el fin de la Historia y la disolución de la política en el mercado. Dieciocho años después, todo el mundo sabe que la Historia no ha terminado, que siempre es trágica y que la política no puede desaparecer porque los hombres de hoy sienten una necesidad de política, un deseo de política como rara vez se había visto desde el fin de la segunda guerra mundial.
Necesidad de nación
La necesidad de política tiene por corolario la necesidad de nación. La nación también había sido condenada. Pero aquí está de nuevo, para responder a la necesidad de identidad frente a la mundialización, vivida como una empresa de uniformización y mercantilización del mundo en la que ya no quedaría lugar para la cultura y para los valores del espíritu. Quizá la inquietud es excesiva, pero es bien real y expresa una necesidad de identidad muy fuerte. Por todas partes la he encontrado en esta campaña; en todas partes me han hablado de ella gentes de toda condición. Pero la nación no es sólo la identidad. Es también la capacidad de estar juntos para protegerse y para actuar. Es el sentimiento de que no se está solo para afrontar un futuro angustioso y un mundo amenazante. Es el sentimiento de que, juntos, se es más fuerte, y podremos hacer frente a lo que, solos, no podríamos afrontar.
Yo he querido volver a poner la voluntad política y Francia en el corazón del debate político. La voluntad política y la nación están siempre para lo mejor y para lo peor. El pueblo que se moviliza, que se convierte en una fuerza colectiva, es una potencia temible que puede actuar tanto para lo mejor como para lo peor. Hagamos las cosas de manera que sea para lo mejor. Conjuraremos lo peor respetando a los franceses, manteniendo nuestros compromisos, respetando la palabra dada. Conjuraremos lo peor haciendo que la moral retorne a la política.
Contra los herederos de Mayo del 68
No me da miedo la palabra “moral”. Desde mayo de 1968 no se podía hablar de moral. Era una palabra que había desaparecido del vocabulario político. Hoy, por primera vez en decenios, la moral ha estado en el corazón de la campaña presidencial. Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo. Habían querido hacernos creer que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos alumnos, que no había diferencias de valor y de mérito. Habían querido hacernos creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, y que no puede existir ninguna jerarquía de valores. Habían proclamado que todo está permitido, que la autoridad había terminado, que las buenas maneras habían terminado, que el respeto había terminado, que ya no había nada que fuera grande, nada que fuera sagrado, nada admirable, y tampoco ya ninguna regla, ninguna norma, nada que estuviera prohibido.
Recordad el eslogan de Mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”. Así la herencia de Mayo del 68 ha liquidado a la escuela de Jules Ferry en la izquierda francesa, que era una escuela de la excelencia, del mérito, del respeto, del civismo; una escuela que quería ayudar a los niños a convertirse en adultos y no a seguir siendo niños grandes, una escuela que quería instruir y no infantilizar, porque había sido construida por grandes republicanos que tenían la convicción de que el ignorante no es libre. Pero la herencia de Mayo del 68 ha liquidado esa escuela que transmitía una cultura común y una moral compartida, cultura y moral gracias a las que todos los franceses podían hablarse, comprenderse, vivir juntos. La herencia de Mayo del 68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del 68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador.
La izquierda hipócrita
Los herederos de Mayo del 68 han degradado el nivel moral de la política. Todos esos políticos que reivindican la herencia de Mayo del 68, dan al prójimo lecciones que jamás se aplican a sí mismos, quieren imponer a los demás comportamientos, reglas, sacrificios que jamás se imponen a sí mismos. Proclaman: “Haced lo que yo digo, no hagáis lo que yo hago”. Ésa es la izquierda heredera de Mayo del 68, la que está en la política, en los medios de comunicación, en la administración, en la economía. La izquierda que le ha tomado gusto al poder, a los Privilegios. La izquierda que no ama a la nación porque no quiere compartir nada. Que no ama a la República porque no ama la igualdad. Que pretende defender los servicios públicos, pero que jamás veréis en un transporte colectivo. Que ama tanto la escuela pública, que a sus hijos los lleva a colegios privados. Que dice adorar la periferia, pero que se cuida muy mucho de vivir en ella. Que siempre encuentra excusas para los violentos, a condición de que se queden en esos barrios a los que ella, la izquierda, no va jamás. Esa izquierda que hace grandes discursos sobre el interés general, pero que se encierra en el clientelismo y el corporativismo. Que firma peticiones y manifiestos cuando se expulsa a algún “okupa”, pero que no aceptaría que se instalaran en su casa. Que dedica su tiempo a hacer moral para los demás, sin ser capaz de aplicársela a sí misma. Esa izquierda, en fin, que entre Jules Ferry y Mayo del 68 ha elegido Mayo del 68, es la que condena a Francia a un inmovilismo cuyas principales víctimas serán los trabajadores, los más modestos, los más pobres.
Ésa es la izquierda que desde Mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que ha dejado de hablar a los trabajadores, de sentirse concernida por la suerte de los trabajadores, de amar a los trabajadores; porque el valor trabajo ya no forma parte de sus valores, porque su ideología ya no es la de Jaurès o la de Blum, que respetaban a los trabajadores, sino que ahora la ideología de la izquierda es la del reparto obligatorio del trabajo, la de las 35 horas, la del asistencialismo. La crisis del trabajo es ante todo una crisis moral, y en ella la herencia de Mayo del 68 tiene una enorme responsabilidad. Yo quiero rehabilitar el trabajo, quiero devolver al trabajador el primer lugar en la sociedad.
Liquidar la herencia de Mayo del 68
La herencia de Mayo del 68 ha debilitado la autoridad del Estado. Esos herederos de los que en Mayo del 68 gritaban “CRS = SS”, toman sistemáticamente partido por los violentos, los alborotadores y los estafadores contra la policía. Lo hemos visto tras los incidentes de la Estación del Norte. En lugar de condenar a los violentos y de apoyar a las fuerzas del orden y su difícil trabajo, no se les ha ocurrido nada mejor que esta frase, que merecería ser inscrita en los anales de la República: “Es inquietante constatar que se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud”. Como si los vándalos de la Estación del Norte representaran a toda la juventud francesa. Como si fuera la policía la que estaba actuando mal, y no los violentos. Como si los violentos hubieran destrozado todo y saqueado los comercios para expresar una revuelta contra una injusticia. Como si el hecho de ser jóvenes lo excusara todo. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente siempre inocente. Ésos son los herederos de Mayo del 68, que denigran la identidad nacional, que atizan el odio a la familia, a la sociedad, al Estado, a la nación, a la República.
En estas elecciones se trata de saber si la herencia de Mayo del 68 debe ser perpetuada o si puede ser liquidada de una vez por todas. Yo quiero pasar la página de Mayo del 68. Pero tiene que ser más que un gesto. No hay que contentarse con poner banderas en los balcones el 14 de julio y cantar la Marsellesa en vez de la Internacional en los mítines del Partido Socialista. No se puede decir que se desea el orden y tomar sistemáticamente partido contra la policía. No es posible seguir denunciando la “provocación” y el “Estado policial” cada vez que la policía intenta hacer respetar la ley. No se puede decir que uno apuesta por el valor del trabajo y, al mismo tiempo, generalizar las 35 horas, seguir cargándolo con impuestos y estimular la mentalidad del asistido, del que cobra del Estado para no trabajar. No se puede decir que se desea obstaculizar las deslocalizaciones y al mismo tiempo rechazar cualquier experimentación del IVA social, que permite financiar la protección social con las importaciones. No es posible proclamar grandes principios y negarse a inscribirlos en la realidad. Yo propongo a los franceses romper realmente con el espíritu, con los comportamientos, con las ideas de Mayo del 68, con el cinismo de Mayo del 68. Propongo a los franceses devolver a la política la moral, la autoridad, el trabajo, la nación. Les propongo reconstruir un Estado que haga realmente su trabajo y que, en consecuencia, domine las feudalidades, los corporativismos y los intereses particulares. Les propongo rehacer una República una e indivisible contra todos los comunitarismos y todos los separatismos. Les propongo reedificar una nación que de nuevo esté orgullosa de sí misma.
Ciudadanía de deberes
Al poner sistemáticamente los derechos por encima de los deberes, los herederos de Mayo del 68 han debilitado la idea de ciudadanía. Al denigrar la ley, el Estado y la nación, los herederos de Mayo del 68 han favorecido el crecimiento del individualismo. Han incitado a cada cual a no pensar más que en sí mismo y a no sentirse concernido por los problemas del prójimo. Yo creo en la libertad individual, pero quiero compensar el individualismo con el civismo, con una ciudadanía hecha de derechos pero también de deberes. Quiero derechos nuevos, derechos reales y no virtuales. Quiero un derecho real a un techo, al alojamiento. Un derecho real al cuidado de los hijos, a la escolarización de niños con minusvalías, a la dependencia para los mayores. Quiero el derecho a un contrato de formación para los jóvenes de más de 18 años, y a la formación a lo lago de toda la vida. Quiero el derecho a la caución pública para aquellos que no tienen padres, para los que no tienen relaciones, para los enfermos a los que no se les quiere prestar porque se considera que representan un riesgo demasiado elevado. Quiero el derecho a un contrato de transición profesional para los que están en paro.
Pero quiero que estos derechos estén equilibrados con los deberes. La ideología de Mayo del 68 habrá muerto cuando la sociedad se atreva a recordar a cada cual sus deberes, cuando en la política francesa se ose proclamar que, en la República, los deberes son la contrapartida de los derechos. Ese día al fin se habrá realizado la gran reforma moral e intelectual que Francia necesita una vez más. Entonces podremos reconstruir sobre cimientos renovados esa República fraternal que es el sueño siempre inacabado, nunca realizado de Francia desde el primer día en que tuvo conciencia de su existencia como nación. Porque Francia no es una raza, no es una etnia, ni sólo un territorio; Francia es un ideal incansablemente perseguido por un gran pueblo que, desde su primer día, cree en la fuerza de las ideas, en su capacidad para transformar el mundo y hacer la felicidad de la humanidad.
Quiero decírselo a los franceses: el pleno empleo, el crecimiento, el aumento del poder adquisitivo, la revalorización del trabajo, la moralización del capitalismo, todo eso es necesario y es posible. Pero eso no son más que medios que deben ser puestos al servicio de una cierta idea del hombre, de un ideal de sociedad donde cada cual pueda encontrar su lugar, donde la dignidad de todos y cada uno sea reconocida y respetada.»
Gracias por poner el vídeo, Animal. Es comiquísimo. En cuanto a la elección de Sarkozy como Presidente de la República francesa, la verdad es que podemos intuir más o menos por donde irá su política, pero hay algo de misterio, o al menos así me lo parece a mí, sobre cuáles serán sus primeras decisiones políticas y cómo llevará a cabo su programa electoral. De momento, se ha ido de vacaciones. Nada mejor para sosegarse, tras una jornada política intensa, que un crucero valorado en 25 millones de nuestras antiguas pesetas, según acabo de escuchar en la radio. Oh là là!
Yo ... esto, lo mío no tiene que ver con el artículo en sí, es que ... he recordado a otro comentarista que no veo hace mucho y te quería preguntar por él. Hablo de Nacho, autocalificado como Contrapunto ¿recuerdas? ¿sabes algo?
Buen día PAQUITA
Sarkozy ha ganado bien, que gobierno. No me gusta pero estas son las reglas de juego. Otra cosa es que no nos va a engañar. No va a cambiar nada y si cambia algo es hacia el neoconservadurismo. Sus tics así lo indican: "Acabar con el espíritu del 68", "Alinearse con el país más poderoso del mundo", "Francia para los franceses", "Recuperar el verdadero espíritu frances".
En fin, es lo que hay, ahora toca hacer una oposición buena y ganar en las urnas, las próximas.
Salud y Republica
Querido Dardo:
Tus comentarios, como los de cualquier persona sensata serán siempre bienvenidos, por supuesto, aunque discrepemos en algunos temas. Incluso creo que el debate es más rico si hay divergencias.
Acepto que Sarkozy presenta su llegada al poder como un cambio radical y el comienzo de la nueva era. Pero me permito ser muy escéptico al respecto e ironizar sobre el cambio que puede protagonizar alguien que lleva en el gobierno cinco años, miembro de un partido en el poder durante tres lustros.
Por supuesto que en Educación hace falta algo más que dineros. La duda que a mí me ofrecen conservadores orgullosos de serlo es qué teoría de la educación nos ofrecerán (o bien ofrecerán a los franceses) y si esto me gustará.
Como docente que soy, valoro la idea del trabajo duro y la superación, claro. Y lamento que los niveles de conocimientos del alumnado sean más bajos ahora cuando los medios son más apropiados que nunca. Pero discrepo profundamente en que, en Francia o en España, ello sea responsabilidad de la izquierda. En España la tendencia a ello es generacional, social, no política. Los niveles bajaban en el tardofranquismo, bajaban con la UCD y el primer PSOE, bajaban en los ocho años del PP, y probablemente siguen bajando.
En Francia la UMP gobierna desde hace tres lustros. Nada que añadir.
Discrepo, lo siento, por ese afán de Sarkozy, bien recogido entre sus seguidores (y por lo que veo por ti también), de hacer una caricatura poco favorecedora del 68. Era un mito seguramente, un mito exagerado, seguramente, pero no podemos hacer de todo aquello un error. Básicamente porque no lo era. Sus intenciones eran profundamente generosas e idealistas. Y si se han logrado o no aquellos objetivos no es responsabilidad de quienes soñaban entonces con lograrlos, sino de toda la sociedad. En ningún caso me parece justo retratar el 68 como un ejemplo de pensamiento único. Salvo que pretendamos retratar los anhelos de justicia social como pensamiento único.
La 'nación' me suena, huelga decirlo, a nacionalismo rancio, puro y duro. No creo en estas cosas. No creo en 'Francia' y sus hipotéticos valores. Creo en 'los franceses' y su pleno desarrollo pleno como ciudadanos en un estado libre y justo.
El ciudadano tiene derechos y tiene obligaciones. En esto consiste una sociedad justa.
No insistiré en que me parece injusto simplificar o caricaturizar de este modo al 68 o al 89.
Bien, parece que no le había entendido bien el punto referente a la 'identidad europea'. Lo siento.
En cuanto al discurso de Sarkozy, gracias por el documento. De su lectura obtengo básicamente una conclusión: lamento la derrota de Ségolène. ;)
Saludos
Candela, gracias.
Loc@: sí, es verdad, ha dejado de dejar comentarios. No sé si nos seguirá leyendo o se habrá cansado de tanto 'rojerío'. Sospecho que sí nos lee porque en algún comentario dejó dicho que llevaba un tiempo siguiendo el blog sin intervenir, pero no sé. Es cierto que era un gusto tener a un derechista razonable. En cierto modo nuestro Dardo es otro ejemplo de alguien que tiene un posicionamiento diferente pero lo articula muy bien y no es sectario.
Sí me gusta tener a gente así. España también es eso.
Tú lo has dicho, Raúl. Yo tampoco comulgo con sus ideas, no me creo su retórica y no entiendo su obsesión con el 68 y su neonacionalismo.
La izquierda tendrá que aprender la lección y trabajar más unida para un éxito futuro.
Saludos
Acabo de tener un intercambio de idioteces que no debería en el blog de maripuchi con alguien que no había manera de que leyera lo que se le decía y tengo que unirme al comentario de animal sobre Dardo. Los diálogos entre ambos son muy interesantes y permiten ayudar a formar opiniones más informadas a partir de puntos de vista bien argumentados.
Sí, lo he visto. Pero esto es la diferencia entre un interlocutor inteligente y respestuoso y uno que no lo es. Un brindis por Dardo!
El brindis por vosotros; ¡en fin!; por todos nosotros que tenemos una vocación de abstracta justicia; luego discreparemos en la concreción de esta abstracción; pero eso es lo propio.
Ninguno de nosotros "partimos de cero"; no es posible que el hombre se forme totalmente a partir del punto cero de su libertad, como quería el idealismo alemán. Y es que a todos nos precede, condiciona y modela un contexto humano determinado (sociedad) impregnado de valores, etc.
En fin; que os voy a decir; sobretodo a Animal; una vez más gracias. Yo intentaré, siempre desde el respeto, trasladar lo que es un pensamiento que creo democristiano; aunque a veces se me ha calificado en otros foros de excesivamente conservador; pero siempre desde la premisa de que jamás estaré en posesión de la "verdad" y de reconocer los muchos errores que seguramente tengo.
Un abrazo.
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