Los de León al volante (2ª parte)

Tengo que confesar que hoy me encuentra algo saturado de lo que comúnmente se denomina 'política', que tiene habitualmente poco que ver con lo que intuyo debería ser sano debate sobre modos de mejorar la convivencia de mis congéneres, los animales políticos, en el seno de nuestras poleis. En vista de ello, tengo que compartir con vosotros un nuevo episodio de mis hazañas al volante. Tuvo cierto éxito de crítica y público mi primer intento, así que me he visto inclinado a compartir con vosotros una nueva aventura. Verídica también.
En el vídeo se puede ver cómo la Guardia Civil nos ilustra a los probos ciudadanos que aceptamos sumisos sus indicaciones sobre los peligros de a) la velocidad al volante, b) los efectos del alcohol en sangre, o de c) lo que sucede si llegas tarde a ver el partido del Madrid...
El jueves iba con mi hijo a recoger a mi mujer en el aeropuerto de Asturias. Había calculado minuciosamente salir de Salamanca a las 16:30 para llegar con tiempo, hacia las 20:00. Tres horas y media para 350 km., porque yo no soy como el presidente navarro o como el melenas de las Azores. Yo trato de respetar los límites.
Animal tiene un pasado selvático. Como cualquier animal que se precie. No alardea, pero le gustaba la velocidad. Es un animal Géminis, y siempre tuvo lucha interior. Corría, pero dentro de un orden. Sobrepasaba los límites (no demasiado) en condiciones favorables: autopistas, de día, zonas llanas y rectas. Pero jamás un gramo de alcohol. Evita la noche, tiene mucho respeto a la nieve, la niebla, la lluvia, etc. Los años y la paternidad dotan a Animal de un poco más de sentido común y mayor combatividad ante los impulsos animales. De modo que ha dejado de sobrepasar los límites... de velocidad sancionable. Ya sabéis: en autopista 133 km. por hora, etc. Es la última pequeña rebeldía. Pero la sensatez impera.
A la altura del majestuoso paraje de los Barrios de Luna, la fastuosa comarca montañesa del norte de León lindando ya con Asturias, con un sol radiante, suena el móvil. Y lo cojo. Sí, lo cogí. No soy perfecto y no lo recomiendo, pero lo cogí. Bajé a 100 km. hora o así y hablé brevemente con ella. Que aún no han despegado, que llegarán una hora tarde... Son las 19:00, de modo que al ritmo que llevaba estaría en el aeropuerto a las 20:00 más o menos. Pues bajé el pistón y me mantuve a 100 km. hora, para reducir el tiempo de espera, algo muy antipático para mi hijo, y aprovechar la preciosa tarde para disfrutar de un paisaje que llevo en el alma. Media hora más tarde, ya en Asturias, he bajado el puerto y la primavera es una agresión a los sentidos. El verde más jugoso, los árboles, las aldeas en los lugares más inverosímiles de las laderas... la Asturias minera e inmortal. Poco antes de Mieres sucedió...
Tengo la teoría de que si vas más lento de lo habitual es peligroso porque bajas la guardia. Bueno, pues, en este caso, sucedió porque bajaron los guardias... Dieciséis años conduciendo y nunca me habían parado en ruta. El jueves, conduciendo a 100 km. en una tarde soleada y perfecta, por una zona llana de una autopista en perfecto estado... ¡¡¡me paró la Guardia Civil!!!
Yo es que no daba crédito. Cuando el motorista hace el gesto de los pajaritos con su mano derecha y señala mi coche... no entendí nada. Porque las luces estaban apagadas. Y mi mente, que para eso soy Géminis y multifunción, rebuscaba "¿la llamada?", "¿me habré saltado la limitación en algún túnel?". Porque, desde luego, la velocidad no podía ser. Y no creo que la Guardia Civil asturiana multe a los progres, o a los animales políticos. Pero la llamada había sido en León cincuenta km. antes. No creo yo...
En fin, me hace gestos de detenerme en el arcén y obedezco. Te vienen a la mente imágenes de películas o noticias de sucesos americanas, con persecuciones, tiros, etc. Se acerca a mi ventanilla derecha y me pide la documentación. Y te preguntas si no se habrá quedado el carnet en el pantalón de ayer. Lo encuentras y se lo das y te pide la documentación del coche. Ésa que nunca sabes en qué carpetilla has metido. Pero la encuentras, con sentimiento de haber hecho algo malo. Y comenta, "la razón de haberle parado...". Ay, madre. Mi hijo ni rechista. ¿Cuántos puntos serán?
"La razón es que nos hemos incorporado ahí atrás a la autopista mi compañero y yo con las motos y dice el Código que debe usted facilitar la maniobra moviéndose al carril izquierdo...".
Amigos, lo reconozco, como suelo vivir en el carril izquierdo no tenía frescas las costumbres de la derecha... En cualquier caso, me salió la vena del leonés irredento...
"Pero sí, claro, les vi, pero también dice el código que moverse al carril izquierdo sólo puede hacerse sin peligro para la marcha y habiendo comprobado que no viene nadie más rápido desde atrás, y esta zona tiene mucho tráfico, con lo que no pudiendo comprobarlo a tiempo preferí, simplemente, aminorar un poco la marcha y dejar que ustedes entrasen, sin problemas, dada su proverbial habilidad con las motos...". Tampoco le voy a decir que estaba dilucidando si eran fresnos o castaños lo que se veía en la ladera a mi derecha...
Entonces el guardia, no sabiendo si sentirse halagado o contrariado, recurre al cuento de la abuela y la bicicleta... "ya, pero imagine usted que no somos nosotros sino un camión y le hace usted eso; ¿sabe usted qué peligro se crea, pues ellos después no pueden incorporarse con rapidez?" Yo elijo la obviedad "sí, pero no era un camión, eran esas maravillosas motos molonas de la GCivil..."
En estas ve la pegatina de la ITV en la carpeta. "Pero, ¿y esto? ¿no sabe usted que no llevarlo puesto conlleva una sanción de 150 €?" Elijo la estulticia... "pero si me dijeron en Salamanca que lo que hay que hacer es tenerlo en el coche, pero que no hace falta ponerlo en el cristal...". Y él elige la autoridad... "si yo se lo digo, digo yo que sabré lo que me digo, ¿no?". Elijo meter el rabo entre las piernas... "sí, sí, claro, no se lo pongo en duda, sr. agente, usted conoce las normas mucho mejor que yo...". "Pues nada, cuando llegue a su destino... ¿adónde va?" Elegí mentir: "A Gijón". "Pues cuando llegue a su destino, pone la pegatina en esta esquinita". "Sí, sí, claro". Pero aún no he llegado a mi destino...