Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

sábado, 2 de junio de 2007

La casa y el logos


Hace dos o tres días mi amigo Garib me lanzó un dardo de estos envenenados con que los buenos amigos instan a sus buenos amigos a trepanarse el cerebro. "Se trata de expresar un objetivo de índole ecologista que uno se compromete a respetar o realizar", decía. Yo lo haré de modo muy personal.

Tengo que confesar que, como buen animal, yo amo la naturaleza, vivo la naturaleza, respiro la naturaleza. Amo la montaña, como el seno materno, amo el mar, con la curiosidad de un niño, amo el campo abierto, promesa virgen, amo el bosque, recogimiento y sueño, amo el campo cultivado, hombre y tierra, amo el río, el flujo del tiempo, amo el lago, pensamiento y luz, amo el cielo, mañana y ahora, amo las rocas, inmutables y rotundas. Pero como buen animal político amo lo social, vivo la ciudad, soy esencialmente urbanita. Amo la historia, acción humana, amo el arte, artificio y belleza, amo la música, la doma del sonido, amo la pintura, la ciencia, la literatura, el hombre creador, amo al hombre, producto natural y naturalmente artificial.
Mis primeros dieciséis años los pasé en poblaciones semiurbanas (dos), ciudades pero no, pueblos pero no, de más de 10.000 habitantes pero menos de 15.000. Creo que esos años de tu vida marcan para siempre tu percepción del mundo en todos los aspectos y siembran tus señas de identidad fundamentales. El resto de mi vida he vivido en Salamanca, con dos o tres interrupciones de un año como máximo, en que he vivido en distintos países del mundo mundial.
Para mi mente provinciana y rural la urbe salmantina (180.000) tiene más de urbe de lo que preciso. Incluso vivo en las afueras, huyendo del mundanal ruido y escapo al campo siempre que me es posible.
La ecología es el 'logos' o discurso racional, hablado o escrito, en cualquier caso urdido de modo lógico, de la oikos, la 'casa', en tanto que lugar en el que los animales políticos habitan. La ecología es el buen ordenamiento de nuestro hábitat. El buen ordenamiento de nuestro medio requiere un respeto fundamental a la madre naturaleza, a la physis, a la madre que nutre nuestra existencia. No alcanzo la maravillosa comunión de los indios americanos con las fuerzas naturales, pero intuyo que es un comportamiento mucho más próximo a la justicia cósmica que el del pocero más famoso de todas las Españas.

No soy punta de lanza en ningún comportamiento de lo recientemente formulado como corrección política en el ámbito del medio ambiente. Pero me disciplino en lo más habitual: reciclaje, gasto de agua, uso de CFCs, etc.
Mi contribución en fin, consistiría en hacer en mi ámbito personal y social todo aquello que esté en mi mano para difundir un estilo de vida respetuoso con nuestro entorno, que retome siempre las lecciones de la historia, las lecciones de los pueblos de la Tierra, las lecciones de la ciencia. He leído hace pocos días un proverbio de origen africano que me parece una clase magistral de sentido común, el menos común de los sentidos:

“el mundo que tenemos hoy en nuestras manos, no nos ha sido entregado
por nuestros padres sino que nos ha sido prestado por nuestros hijos”

17 comentarios:

Contrapunto dijo...

No imaginais lo que se nota, por ejemplo, cuando te afeitas, llenar el lavabo en lugar de dejar correr el agua

Santiago Bergantinhos dijo...

Qué susto. Por el título pensaba que te ibas a poner heideggeriano, con lo de que "el lenguaje es la casa del ser".

Yo hace tres años que dejé Madrid para trabajar en una ciudad mucho más asequible en todos los aspectos como Badajoz, y como ya te dije una de las opciones es irme a León. Y es lo que le digo yo a la gente: si tienes supermercados, acceso a Internet, y una vez cada tanto si quieres vas a Madrid a comprar lo que sólo hay allí, ¿para qué quieres más? Tampoco digo yo de vivir como Jeremías Johnson, que para eso hay que valer, pero las grandes urbes son cada vez menos atractivas en todos los sentidos.

Nuestros queridos liberales, imagino que lo sabrás bien, suelen presumir de lo contrario, no ya de ser urbanitas, sino además de despreciar activamente el campo y a la gente que vive en él. Claro, ellos son seres civilizados y evolucionados. Vargas Llosa a travñes de sus personajes tiene algunas burradas sobre eso. Y es que aún no me he repuesto de leer Los cuadernos de don Rigoberto.

En la Edad Media existía el dicho de "La ciudad os hace libres", y hasta cierto punto era verdad porque solían estar bajo autoridad real y significaban que dejabas de ser siervo, pero lo que hay ahora ya no son ciudades, sino verdaderas megalópolis cada vez más inhabitables y donde la vida se va en ir de un lugar a otro.

Contrapunto dijo...

Supersantiego, te recomiendo una viva y atenta lectura de las teoría liberales...pues estás bastante desacertado, amigo.

Santiago Bergantinhos dijo...

Depende de qué tipo de liberales hablemos: de los que se hacían llamar así en España en el siglo XIX, de los que se hacen llamar así ahora dentro de sus distintas obeciencias, de los neocón que se hacen llamar liberales y a los que otros liberales dicen que no lo son ni por el forro, de los minarquistas, de los miseanos, de los ancap, de los filarcozapoletas, de los libeggales españoles o de los liberales en el sentido anglosajón que son los progres de aquí.

Algo llevo estudiando desde hace unos años, para horror de mi espíritu en algunos casos. Hay algo que también las iguala a todas: si no estás con ellos te recomiendan que leas sus obras fundamentales a ver si ves la luz. Conmigo no ha funcionado ni en ese caso ni con la Dianética.

Y entre el elemento más bajo y zafio de algunas de esas doctrinas sí hay, y extendido, ese sentimiento de "hombre ciudadano" que dice despreciar el campo y que asegura que la contaminación es síntoma de progreso y que hay que aceptarla con alegría.

Contrapunto dijo...

De acuerdo amigo supersantiego, entonces hubiera sido conveniente que en tu primer comentario, qué ámbito dentro del liberalismo es aquél que "suele presumir de lo contrario, no ya de ser urbanitas, sino además de despreciar activamente el campo y a la gente que vive en él", y claro, siempre según tu opinión. No obstante, el liberalismo, como el socialismo son conceptos tan sumamente amplios que nadie de los que estamos aquí seguramente podamos afirmar ser 100% socialistas o 100% liberales.
Yo advertí hace tiempo que las terías políticas, filosóficas o económicas son como la energía, ni se crean ni se destruyen, solamente se transforman, a medida que las sociedades son capaces de percibir qué partes de ellas son válidas para avanzar.
En teoría liberal, yo me confieso así, sobretodo en lo que se refiere a economía, adoptando el capitalismo como base de los sistemas económicos, lo que nos permite uno de los derechos fundamentales más importantes en nuestras sociedades occidentales: el derecho a la propiedad privada. Y con libertad para ampliar, con el fruto de nuestro trabajo, ese patrimonio. Pero no un capitalismo salvaje, injusto a todas luces, exigiendo a quien ostente el poder, que debe vigile la protección de aquéllos más desfavorecidos, los más débiles, o los más necesitados. Que debe vigilar que las diferencias entre distintas capas sociales, sean cada vez menores. Opino que este sistema, del que disfrutamos todos, nadie de los que entramos en este blog lo rechazaríamos. Luego podemos debator en las formas de avanzar sobre estas bases, pero las bases son aceptadas por todos. Por eso, amigo Supersantiego, me ha sorprendido tanto que denostes las teorías liberales de entrada, sin percatarte, aparentemente de que gran parte de la vida que tu disfrutan, se debe a ellas. Llegas hasta tal punto en tu rechazo, que las afirmaciones como el desprecio a la vida del campo, o la aceptación de la contaminación, tal como la planteas, rozan, para mí, la falsedad más absoluta.
Saludos,

animalpolítico dijo...

SuperSanti, sí un poquito heideggeriano me ha salido, pero son las restricciones de la ciencia etimológica, como has visto.

Ya te dije, y en cierto modo he repetido en la entrada, que mi ideal de vida está alejado de las grandes ciudades. Me gusta Madrid, me gusta Barcelona, París, Londres, Roma, Nueva York, Toronto, Los Ángeles... todas ofrecen mucho. Pero cansan. Me cansan.

La que más visito es Madrid... y siempre salgo cansado y respiro aliviado cuando la dejo atrás. ¿Seré el buen salvaje?

animalpolítico dijo...

En cuanto a la polémica que habéis iniciado con respecto al término 'liberalismo', opino también que hay muchas acepciones del mismo, históricas aplicaciones de la idea.

Pero, Contrapunto, aunque te confieses con nosotros como 'liberal' eso no hace liberal todo aquello con lo que tú comulgues. De ser así, ser del Salamanca sería ser liberal...

Dices que tu liberalismo no incluiría "un capitalismo salvaje", sino que debería obligar al poder a "vigilar que las diferencias entre distintas capas sociales, sean cada vez menores". No tengo que aclarar que estoy de acuerdo con esto. Rechazo el capitalismo salvaje y quiero que el poder se ocupe de reducir las diferencias sociales. Pero, amigo, ¿es esto liberalismo? No. Si algo no es, es liberalismo.

La esencia de lo que entendemos históricamente por liberalismo es un Estado que no se entromete, sino que sigue una política de mínima intervención, apoyada en la la convicción de que cada individuo buscará lo mejor para sí mismo y eso será eventualmente bueno para todos.

La crítica principal al liberalismo desde otras corrientes de pensamiento es precisamente que no se preocupa de los débiles, al minimizar las posibilidades del estado de actuar. Menos impuestos, menos intervención estatal, implican, de modo necesario, menos capacidad de corrección de injusticias.

Si, de modo loable, tú crees que el estado debe ayudar al débil con dinero público, entonces crees en la conveniencia de la existencia de una carga impositiva suficiente para hacerlo y crees en la conveniencia de un estado intervencionista. Muy bien, yo también. Pero entonces... eres poco 'liberal'. Me temo.

Saludos

Contrapunto dijo...

Pues es posible, Animal, que sea poco liberal, ya he dicho que mi cominión con el liberalismo se concreta en ciertas teorías económicas, nada más. Quizá lo primero que debemos pensar, es que ni liberalismo ni socialismo son corrientes contrapuestas, sino complementarias. Entiendo que el liberalismo aporta esa parte necesaria de libertad de actuación del ser, que nos han permitido en modernas sociedades, que cada vez más gente pueda tener una casa, un chalet, y un audi o un BMW a la puerta, cosas que hasta hace muy pocos años sólo se pemritían unos pocos. Pero no menos ha contribuido el socialismo a esa situación, lo admito, lo que mantengo y mantendré es que para lograr ese estado de bienestar, primero se necesita esa base liberal, aderezada luego, con tintes socialistas.

Santiago Bergantinhos dijo...

Ah, Animal Político, qué recuerdos del buen salvaje. La verdad es que me encanta toda esa terminología del s XVIII, un siglo tan admirable en sí mismo como por lo que supuso como inicio de la completitud de esa primera Ilustración a partir del s XVIII. Por desgracia muchos se empeñan en quedarse en ese siglo, ya sea para iniciar sus desbarres o criticar cosas que están más que debatidas a estas alturas.

Precisamente entre el elemento más zafio de los que se hacen llamar liberales, y no creo que el señor Contrapunto tenga que darse por aludido igual que por mis cachondeos de algunos que sí que se creen más liberales que nadie por desear que el campo esté muy contaminado (burros los hay en todas partes), está ahora muy de moda criticar a Rousseau y ponerlo a parir como el origen de todos los males progresistas. Yo cuando oigo esas diatribas contra el bueno de Juan Jacobo me quedo turulato. ¿A estas alturas con esas críticas, y en ese tono? Pero si eso en algunos aspectos está más que superado... Y aunque se quiera reabrir un debate supuestamente ya zanjado, que se puede si hay fundamento para hacerlo, hay formas mucho más elegantes y académicas que arrastrar a un pensador de semejante calibre directamente por el fango.

La verdad es que estas cosas me preocupan cada vez más porque parece que caminamos hacia atrás: cuando oigo que la gente se refiere en serio a cosas como el buen salvaje (anarcoprimitivistas), apropiación originaria (algunos liberales), o que incluso hay gente que se refiere a la horda primitiva de Freud, es que se me cae el alma a los pies.

Y encantado de conocerlo, señor Contrapunto. No se preocupe por lo que yo digo, que suelo estar de sano cachondeo y nunca he ocultado que algunos de mis mejores amigos son "liberales". Contra los que yo arremeto es contra los überliberales como yo los llamo a mala leche, que dan más miedo que una película de Viernes 13. Y me imagino que con lo que ha dicho en su comentario algunos de sus primos no sólo no lo considerarían a usted liberal, sino un peligroso no ya socialdemócrata, sino todo un estalinista que quiere precisamente expropiar a todos de la legítima propiedad, que es el único derecho posible. Como dirían algunos, si un derecho está limitado, no es un derecho, sino una concesión estatal.

Lo de que el liberalismo es muy bueno y gracias a él disfrutamos de lo que tenemos... menudo topicazo, hombre. Como Johan Norberg y tantos otros diciendo que hace unos siglos todo el mundo era pobre y eso empezó a cambiar con la llegada del capitalismo... Menudo cero en historia.

Claro que también hay tortas para definir el capitalismo. Para muchos la economía romana era plenamente capitalista en algunos aspectos, por ejemplo. Cada escuela liberal define el término según sus necesidades, y ése tampoco tiene por qué coincidir con el de muchos historiadores, que se llevan las manos a la cabeza ante las omisiones y tergiversaciones que hacen algunos "liberales" para darse a sí mismos la razón. Eso sin olvidar que desde un punto de vista marxista (que no tiene uno por qué ratificar sólo por no ser liberal), el capitalismo era un sistema estupendo que suponía un avance frente a sistemas anteriores, pero que debía ser superado por otro.

Criticar el capitalismo, sus fallos o sus necesarias reformas no quiere decir que uno lo desprecie de plano, del mismo modo que muchos "salvacivilizaciones" que pululan por ahí no comprenden que criticar nuestra cultura y nuestra historia a nivel nacional o de civilización no supone escupir sobre ella, sino que la autocrítica y la reflexión inmisericorde sobre nuestras propias acciones es la base misma de nuestra civilización desde que los griegos y romanos le empezaron a dar caña a eso de reunirse y empezar a discutir las cosas antes de darse de garrotazos.

¿O no, Animal Político?

Santiago Bergantinhos dijo...

Hombre, Contrapunto, da gusto oír hablar a gente así. Ahora bien: no te acerques muchos a los foros y blogs de algunos de tus primos más brutos, los que yo llamo überliberales, o te dirán que vuelva al Movimiento Stalin Vive.

Como dice un amigo mío, por cierto economista, debe haber un término medio entre que nos privaticen el aire y nos colectivicen el colon.

Contrapunto dijo...

Bueno Supersantiego, es que yo soy de centro de derecha de los verdad, muy revolucionario para el Opus Dei, y muy carca para Llamazares. Pero como cristiano, también de los de verdad, es el individuo lo principal, y por ende las sociedades, que en definitiva son las que construyen, considero que han sabido estar por encima de todas las doctrinas y no limitarse a ser definidos por ellas. Es un error tremendo para mí supeditar al indiduo a la doctrina (en el más amplio sentido), cuando, por conveniencia o por "narices", debe de ser rotundamente al revés. Por eso, estoy completamente de acuerdo con tu amigo economista, no sólo creo que debe haber ese punto, sino que además estoy convencido de que lo hay. Y mira, para encontrarlo, y banalizando un poco el asunto, todos "semos" necesarios.

Maripuchi dijo...

Supersantiego, me has dejado con la incógnita de la semana: ¿qué es lo que sólo se puede comprar en Madrid?

Adivagar dijo...

Ciertamente identificáis absolutamente todo lo malo con el liberalismo y la derecha. Lo digo una vez más, es obvio y evidente que es una idea irracional. Pensarlo un poco, porque es de libro. Lo que comenté sobre las últimas elecciones MUNICIPALES o sobre cualquier comentario de cualquier persona de la derecha. Y ya esto de que la derecha desprecia el campo y nos creemos cosmopolitas me parece rizar el rizo. De verdad, idea irracional de cajón. Con esas ideas no me extrañan los comentarios que leo tantas veces y el odio que se desprende. Es que somos la personificación de satán, como insinuó Dardo en un comentario, creo que opina lo mismo que yo.

Santiago Bergantinhos dijo...

Hombre, creo que me he intentado expresar con claridad: me refiero al elemento más zafio de los que se hacen llamar liberales. Por eso a veces lo pongo entre comillas, "liberales", lo expreso con la misma perífrasis "los que se hacen llamar liberales" y hasta me he inventado el término überliberales, por la retórica paranietzscheana que utilizan algunos de ellos. Son recursos estilísticos que me parece que todo el mundo debería conocer.

Dentro de ese elemento zafio de gente muy bruta sí hay burros que por hacerse los antriprogres y criticar a los ecologistas (para algunos de ellos los peores enemigos de la Libertad) llegan a felicitarse de la contaminación, o de la extinción de especies. Tan cierto como que Rothbard, uno de los paladines para algunas de las escuelas liberales, defiende el derecho de los padres a dejar de morir de inanición a sus hijos en función de lo que son los derechos negativos. Y si no os lo creéis os vais al Instituto von Mises y lo consultáis.

Gente bruta la hay por todas partes. Tengo amigos de derechas y liberales (¿y alguna vez he dicho yo que no lo sea?). No tengo amigos okupas, ni pasados de vueltas del otro lado.

animalpolítico dijo...

Contrapunto, vale, de acuerdo.

Pero mi denuncia va también en contra de que haya quien pretende dar churras por merinas. No dudo de tu sinceridad en cuanto a que consideras útil la aproximación liberal a la economía y deseable luego el aderezo que tú denominas socialista para asegurarse de la justicia social. No dudo de ti.

Pero, como SuperSanti, quiero denunciar desde aquí el abuso del término "liberal". Que Jiménez Losantos, por ejemplo, se autoproclame "liberal" me parece tan grotesco que no es necesario seguir por ahí. Y si él es liberal, ser liberal del modo que tú lo explicas no es lo mismo, que diría el del corazón partío.

animalpolítico dijo...

Me ha gustado, SuperSanti, lo de überliberales, entre otras cosas porque la "buena" pronunciación germana nos obligaría a decir "überlibegales", y no sé por qué me parece así incluso un término más adecuado...

Tengo que reconocer que yo tampoco podría aceptar que todo lo bueno en lo económico se lo debemos a los liberales en economía. ¿Estaba mejor la Inglaterra de la Revolución Industrial con los niños dickensianos en todo tipo de tareas impropias, o la Inglaterra del well-being for all, de los laboristas pre-thatcheristas?

Me recuerdas lo del chiste del vizcaíno, amigo: "¿para qué vamos a discutir si lo podemos arreglar a hostias?"

Saludos

Santiago Bergantinhos dijo...

Es que ahí nos tenemos que meter ya con lo que es la semántica, o incluso la concepción hermenéutica de lo que es una palabra, a la que se le añaden más y más significados, y que terminan por perder su función principal, que es la representación de algo.

Eso mismo se puede aplicar a palabras como "liberalismo" o "libertad", que como dice también una canción las palabras pueden romperse de tanto usarlas.

Del mismo modo que en lo que se suele llamar genéricamente izquierda poco tiene que ver un anarquista con un estalinista, dentro de lo que se llama derecha o liberalismo un liberal de corte clásico y laico puede llevarse pero que muy mal con los neocón españoles de los Legionarios de Cristo o con los ancap, que a su vez reclaman ser los únicos liberales posibles y denominan poco menos que estalinistas a todo lo que se encuentre a la izquierda de ellos, incluidas otras familias liberales. Los neocón y la derechona de toda la vida en España, claro es, ha adoptado el nombre a la ligera, cuando ellos son los más amigos de un Estado hipertrofiado, siempre que sean los que más chupen de él.

Por eso a veces cuando tanto los veo discutir entre ellos, siempre les digo lo mismo: si en realidad tanto os diferenciáis de los neocón, por ejemplo, ¿por qué siempre se os encuentra a su lado?

Y Maripuchi, lo que se puede comprar sólo en Madrid... está más que claro: el Metrobús.