Con frío en las orejas
La Peña de Francia se yergue 1.723 metros sobre la llanura de la meseta del Duero, al sur de la provincia de Salamanca, en las estribaciones de la Sierra de Francia, así llamada por la importante presencia de colonos de ese origen durante la repoblación de la comarca con motivo de la Reconquista, en torno al siglo XII. Tiene una imagen de una Virgen negra y un santuario dominico, y es con frecuencia inaccesible en invierno por la nieve. Además del santuario, dispone de una hospedería, y un repetidor de televisión que nos proporciona la señal a toda esta zona.
Desde su cima, se divisa toda la llanura del Campo Charro hacia el norte, la Sierra de Tamames hacia el este, y el pantano de Gabriel y Galán, ya en Extremadura, hacia el sur, aparte del resto del macizo montañoso. Su vegetación se compone en la parte inferior de robles, pinos y helechos, casi todo de reforestación debido a los incendios. La parte superior, próxima a la cima, no tiene apenas vegetación por su naturaleza rocosa. Rodeando la montaña por el norte, se sitúan pueblos que durante la última década han pasado a ser focos de interés turístico rural, como La Alberca. La Peña de Francia pertenece al término municipal de El Cabaco, donde se encuentran también un asentamiento romano y Las Cavenes, antiguas minas de oro.
Desde su cima, se divisa toda la llanura del Campo Charro hacia el norte, la Sierra de Tamames hacia el este, y el pantano de Gabriel y Galán, ya en Extremadura, hacia el sur, aparte del resto del macizo montañoso. Su vegetación se compone en la parte inferior de robles, pinos y helechos, casi todo de reforestación debido a los incendios. La parte superior, próxima a la cima, no tiene apenas vegetación por su naturaleza rocosa. Rodeando la montaña por el norte, se sitúan pueblos que durante la última década han pasado a ser focos de interés turístico rural, como La Alberca. La Peña de Francia pertenece al término municipal de El Cabaco, donde se encuentran también un asentamiento romano y Las Cavenes, antiguas minas de oro.
Ayer domingo nos dimos una vuelta por la Sierra de Francia. Amaneció en Salamanca con cielo azul y -1º; o lo que es lo mismo, un día estupendo para lo que puede ser por aquí.
A media mañana llegábamos, rodeados de robles, a los pies de la Peña de Francia. Y decidimos adentarnos en la carreterita de doce kilómetros que lleva hasta la cima. La mañana era clara y las vistas se prometían espectaculares. Una vez recorridos los primeros ocho kilómetros, constatamos que las plantas estaban sospechosamente blanquecinas. El coche nos informaba de que la temperatura exterior era de 0º. Algún regato helado cruzando el magro asfalto había hecho ya patinar las ruedas del coche y no me sentía muy a gusto al volante. Llegamos arriba y, al abrir la puerta, casi me quedo sin ella... Hacía un viento terrible, todo estaba blanco del puro hielo. Caminamos por la zona encogidos, nos acercamos a los miradores con miedo de salir impulsados por encima de las barandillas, y... encontramos un buen motivo para entrar en la iglesia... Vimos la imagen de la moreneta salmantina, y charlamos amistosamente con un cura muy simpático que dio estampitas a los niños. Una vez repuestos del susto, volvimos a salir. Realmente, con mi sólida constitución, me costaba trabajo mantenerme en pie y caminar en la dirección que yo quería. Y las orejas se quedaban cristalizadas. Y lo dice un leonés irredento más chulo que los de Bilbao con el frío.
Finalmente, tras cuatro fotos y casi sin poder hablar, bajo un intensísimo cielo azul... nos metimos en los coches y bajamos a la civilización. En La Alberca nos metimos al cuerpo una sopa castellana (la tradicional sopa de ajos con huevo y todo), en mi caso un codillo al horno, el vinito, el postre y el café. Puro no, que no fumo.
Por La Alberca, con 5º C y sin viento, se estaba estupendamente paseando, admirando la arquitectura tradicional, y conversando entre amigos. Un segundo cafetito y a los coches, que mañana es día de escuela y hay una hora casi para llegar a Salamanca.
12 comentarios:
Preciosa zona y precioso pueblo. Y gráfica la situación fría que comentas...
Te lo digo yo, que Vitoria, además de fría, es una ciudad muy ventosa... lo cual hace que cuando estás a 5º parezca que estás a -5º...
Ese paseo lo hice no hace mucho, durante un fin de semana que estuvimos en Béjar, en Semana Santa.
La subida a la Peña de Francia, espectacular sitio donde no puedo asomarme al borde del mirador por el vértigo que me produce, esa subida mete miedo porque la carretera es super angosta, no sé como te las arreglaste para bajar... yo con los ojos cerrados porque me da un miedo invencible... y siempre me juro que nunca más vuelvo a subir.
Tras la Peña de Francis, la comidita en La Alberca es obligada, y comprar el maravilloso embutido que tienen.
Tras ese paseíto, vuelva a Béjar por Candelario, a la tardecita, cuando ya se está poniendo el sol y las calles están en penumbra, arrullados por el ruido del río en sus calzadas, y la jornada completa, recomendable y maravillosa, porque es preciosa toda la zona.
Qué suerte tienes de vivir en ese paraíso.
Qúe bonito y ¡qué frío! ¡Y qué mal lo pasaría yo si viviese por allí!
;-)
Genial,genial,me has echo recordar mis tierras,he mirado a traves de tus palabras,he saboreado cada letra, me has echo suspirar de ganas de volver a ver Bejar,Candelario ,la sierra de francia,Ciudad Rodrigo.....
En fin .gracias por traer a 1000 km mis raices.
Blanca,¿te gusto Bejar?,a que es preciosa,cada dia la guardo mejor en mi corazon,ardo en deseos de volver aunque creo que tardare muchisimo en volver a admirarla.
Saludos
Me gustó muchísimo, navegante. Estuvimos en un hotel en el camino del Castañar, en medio del monte, con unas vistas de la ciudad desde la ventana, espectaculares.
Y tuve que comprar un gorro en una tiendita mínima, al principio de la calle porticada que baja hacia la plaza del castillo, porque hacía un frío... había una nevada que teníamos que hacer milagros para llegar al hotel... y ese bar, cerca de la plaza... ¿puede ser Galicia?, que te ponían unos pinchos espectaculares...
Precioso Béjar, su comarca y sus aledaños. Me encanta tirar para esa zona.
Hace dos años hicimos una ruta que incluye la subida de la Peña de Francia. Hemos pasado la noche allí arriba en el hotel, y aunque era un día con bastante calor te aseguro que por la noche en verano tampoco hace mucho calor en este sitio. A pesar de eso, un lugar precioso.
¿O sea que encontraste un motivo?. ¡Cuidado con las estampitas! ¡No vaya a ser que os den "el timo"!
El día 19 cuando llegué a las 09.00 a Madrid, en Barajas hacía -4º; por la noche de vuelta a Almería: 16º. Algo tenemos que tener bueno por aquí; no comprendo cómo podéis resistir esos fríos.
¿Un codillo entero?. Claro; con tu complexión.
Saludos.
También conozco algo la zona. Es un maravillo viaje. Parece mentira pero desde la Peña de Francia, que no es una montaña particularmente alta, se puede divisar la torre de la catedral de Salamanca en días despejados.
Asímismo, vale la pena escalar la sierra del Calvitero, que está contigua a Candelario. El coche llega hasta muy arriba porque hay una buena pista asfaltada que sube hasta un proyecto frustrado de estación de esquí, la cual al final se hizo en otro sitio próximo (La Covatilla).
A partir de ahí, la cuesta es muy facilona. La cima está a unos 2.300 metro, por tanto, más arriba de la Peña de Francia.
Obviamente las vistas son espectaculares.
¿Te parece poco motivo para entrar en la Iglesia el frío que hacía...?
En Salamanca ya hemos tenido este año -10º, y muchas mañanas los -4º, -5º, -6º...
Pero estamos hechos a esto. Lo difícil de la Peña de Francia ese día era el viento a esa temperatura.
Pues sí, Dardo, 1.80 y 90 kilos...
Gracias, Lole, no he subido la cima del Calvitero, en verano o con mejor tiempo al menos a ver si lo hago un día.
Que hermosos recuerdos me traes Animal. En La Alberca pasé una de las primeras semanas santas en mi casi estrenado matrimonio. No había ni un mal hotel.
Dormimos en una casa del pueblo, con una cama de aquellas altas con dos enormes colchones de lana, y para desayunar pan blanco de pueblo marivilloso con huevos fritos.
La Peña de Francia la ví tal cual, con nieve, una hermosura.
Despues he vuelto a La Alberca más veces, siempre me ha gustado mucho y es un lugar que recomiendo con fruición, pero nunca como aquella primera vez.
Gracias Animal.
Veníamos de Extremadura, por las Batuecas y no queríamos perdernos la Peña de Francia. Mereció la pena la subida, aunque soplaba un viento que también a mi que no soy Letizia Ortiz precisamente, no me dejaba dar un paso.
Pero a la bajada...mira que pasamos miedo bajando de la Peña de Francia, Animal. Cuando subes, como vas por el lado de dentro se nota menos, pero al revés...¡ostras! y como sólo hay vegetación en la parte final, vas viendo el precipio, así pegadito, y las ruedas pasando casi de milagro.
Cuando llegamos a La Alberca estaba lleno de gente, con muchas tiendas de turistas pero, poco a poco, todos se marcharon y el pueblo cambió por completo y se llenó de encanto. Había un cerdo suelto por las calles y, cuando se puso el sol, una señora iba por todo el pueblo "cantando las ánimas". Realmente hermoso
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