Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

sábado, 22 de diciembre de 2007

La odisea

Odiseo o Ulises, hijo de Laertes, padre de Telémaco, amante esposo de Penélope, era el rey de Ítaca. Tras la ofensa a Agamenón, por parte del traidor Alejandro, el troyano, que raptó a la bella Helena, los griegos se reunieron y organizaron una expedición de castigo contra Troya. Ulises, fecundo en ardides, se convirtió en el paradigma del héroe inteligente. Como nos cuenta la Ilíada (III, 210ss.), reunidos los griegos, tomaron la palabra dos de los reyes. Menelao, el modelo del gran guerrero, y Odiseo. Primero el hermano de Agamenón, el rubio Menelao, rey de Esparta, y quien "por sus anchas espaldas descollaba, / aunque, los dos sentados, Odiseo era más imponente." Menelao hablaba poco y directo, claro y escueto. Y era un portento físico, algo más joven que el itacense. Ulises componía una figura más discreta, parecía tímido y clavaba sus ojos en el suelo al iniciar el discurso. La primera impresión no seducía particularmente, "mas cuando ya lanzaba su voz alta, / desde dentro del pecho, y las palabras, / a copos de nieve parecidas, / no habría luego ya mortal alguno / que osara disputar con Odiseo...". Ulises, en fin, vencía a todos con la razón, la palabra, el ingenio. En la Odisea se nos cuenta su duro regreso a casa tras la guerra, que concluyó gracias al ardid suyo del caballo de madera. El regreso, plagado de aventuras, como el episodio del Cíclope o el de la isla de Calipso, etc., dura diez años. De ahí que, a cualquier "viaje largo, en el que abunden sucesos adversos y favorables", lo llamemos, con algo de exageración, una odisea.

Mi hijo juega al fútbol-siete. Es un duro y aguerrido defensa lateral derecho, un perro de presa que, balón que cae por su demarcación, balón que manda al trópico de Capricornio, ocasionalmente con el delantero del equipo contrario sentado encima. No es leñero, es contundente. Hoy teníamos ante nosotros una odisea. La primera prueba, madrugar... El partido era a las 13:00 en Villoria, un pueblo pequeño (poco más de 1.000 habitantes) perdido en la llanura salmantina, alejado de las principales vías, a unos treinta km. de la capital. Había que estar allí a las 12:15, para el calentamiento preceptivo. Como la ley de Murphy es de obligada aplicación, no se me ocurrió que podría necesitar despertador, pues todos los sábados me despierto hacia las 10, aunque me acueste tarde. Ayer me acosté tarde. Y hoy estaba en el mejor de los sueños hasta que entró en mi habitación el futbolista a las 11:30 porque sonaba mi móvil en el salón. Todo a la carrera desde ese instante. Me quemé la lengua con el desayuno, que se quedó encima de la mesa y salimos de estampida. No había estado nunca en Villoria y pensaba mirar la ruta en el mapa de carreteras con calma. Calma que no tenía. Cuando llegué al garaje me encontré con el segundo artículo de la ley de Murphy: había olvidado que tengo el coche prestado de mi cuñado, pues el mío sigue en el taller, pues cuando te aseguran que tardarán una semana lo más probable es que tarden tres. Y mi hermoso mapa de carreteras estaba en mi coche. Subimos a bordo y salgo a la calle para encontrarme... una niebla impenetrable tipo Londres en el XIX. Dado que estamos junto al Tormes y Villoria también, tendríamos una ruta en la niebla todo el tiempo.

Cogí la 501, ruta de Madrid, llegamos a Matacán, el coqueto aeropuerto que te permite ya volar a Barcelona, Málaga y otros tres o cuatro destinos, y pensé, "sí, hoy van a volar de coj... con esta niebla". Sabía que en Encinas de Abajo tenía que girar a la izquierda. Dada mi proverbial inclinación a ese lado, y que ya eran las 12:00, giré a la izquierda en el primer cruce que vi. Bien, hay dos cruces, y sí, como ya imagináis, era el segundo. Conclusión: cuando gires a la izquierda, no te precipites...

Una vez en las calles del pueblo que, como es habitual en la llanura salmantina en una mañana de sábado con niebla, no estaban precisamente abarrotadas, logré hablar con un amable joven quien me indicó que tenía que volver a la carretera de Madrid y girar a la izquierda en la rotonda de la gasolinera. Así lo hice y enfilé hacia Babilafuente, a seis km., y ya eran las 12:10. Forcé un poquillo la máquina, esquivando los baches, y vi unas casas en la distancia, y le dije a mi copiloto, triunfante: "allí es". Por la noche había visto en Internet que Villoria estaba en la carretera hacia Babilafuente desde Encinas de Abajo. Vi el cruce de Huerta a la izquierda y esta vez no giré, por la lección aprendida minutos antes. Pero el pueblo que se veía en lontananza... ¡era Babilafuente! Luego, chico, algo iba mal. Salvo que Villoria hubiera sido abducido por la noche por los extraterrestres, nos lo habíamos pasado, y eso no parecía probable. Por mucha niebla que hubiera. Concluí que tenía que haber girado a la izquierda a la altura de Huerta. Y comprendí a Zapatero. ¡Qué difícil es saber cuándo debes y cuándo no debes girar a la izquierda!

Volví tres km. hacia atrás y tomé el desvío a Huerta, adonde llegué a las 12:20 o así. Finalmente vi a alguien dirigirse hacia el Bar (adónde si no...) y le pregunté por Villoria, el pueblo fantasma que se me había perdido. Me indicó que volviera por donde había venido, y que al llegar al cruce girara a la izquierda (¡¡ya estamos, que no quiero hablar de política, señor!!), en dirección a Babilafuente. Le aseguré que no podía ser, que yo no había visto el pueblo de Villoria antes de Babilafuente. Estaba a la espera de su nerviosa reacción, alguna confirmación de la conquista extraterrestre, muy esperable dado que estábamos entre campos de maíz. Pero no se puso nervioso, lo que me hizo creer momentáneamente que quizá él era uno de ellos. Su sonrisa fue de superioridad, idéntica a la del madrileño cuando le preguntas por la Castellana. "Pero es que Villoria está DESPUÉS de Babilafuente". Volví atrás, 3 km., hasta Babilafuente, y, a la salida del pueblo vi: "VILLORIA 4". Acabáramos. Te dicen por dónde se va a Villoria cuando ya estás en el camino correcto. Gracias por la ayuda, ministra de Fomento. Tanto AVE a Cataluña, a Málaga o a Valladolid, y aquí, entre los campos de maíz, que se j...an los nativos.

Llegamos al pueblo y me empiezo a plantear por dónde se irá al campo, pero poco antes de llegar, lo vemos a nuestra derecha. De modo que giré a la derecha, cuando ya íbamos llegando, por un camino de tierra. Y mi mente voló hasta Rajoy esta vez, no sé por qué. Pero resulta que la entrada del campo estaba por el otro lado, por lo que tuve que volver a girar a la izquierda, dejando la tierra, para llegar a mi destino... Y concluí que si quieres llegar a la izquierda tienes que abandonar la tierra. Y me acordé de Llamazares.

Llegamos a las 12:30, pero sólo hubo partido al final porque los del pueblo son muy buena gente y para jugar contra el equipo local, liderado por un niño de once años de 1,70 y unas piernas que ni Roberto Carlos, nos prestaron tres niños no sin advertirles antes que no se les ocurriera meter gol contra sus colores... Y me acordé de Aguirre y de Gallardón, de Bono y de Maragall.

¡Ay, qué bien se vive sin hablar de política!

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Por tu tierra no es raro que haya días enteros enterrados en la niebla...
Seguro que tu hijo, de mayor, recordará esta odisea.

Un besote

Blanca dijo...

Hay para todos, ¿eh animal?... jjajaja

Me has hecho recordar alguna "odisea" de cuando jugaba al futbol mi hijo Alberto y un viaje de vuelta a casa, desde Avilés a Oviedo, apenas 25 km. por autopista, en medio de la mayor nevada que ha caido jamás en esas tierras... y casi no llegamos...

ybris dijo...

Una odisea, realmente. Parece que la solución anda siempre más a la izquierda que a la derecha.
Sobre todo cuando los despertadores no funcionan.

Un abrazo

RGAlmazán dijo...

Si en ocasiones te equivocaste por girar a la izquierda es porque el pueblo estaba mal colocado. No te preocupes.
Y ya que no hablamos de política, al menos podìas haber dicho si después de la odisea el equipo de tu hijo ganó, ¡dicho yo!

Salud y República

animalpolítico dijo...

Sí, Maripuchi, pero ayer parecía un artículo más de la ley de Murphy. Hoy hace un sol espléndido.

Blanca, la verdad es que una nevada por allí es excepcional. Me has dado una idea para otra anécdota que os contaré otro día.

Ybris, es cierto que los despertadores son muy útiles, bien visto...

Rafa, es que eso era muy prosaico. En el descanso perdían 2-0, luego remontaron a 2-3 y al final nuestro porterín, que había hecho un partidazo, se tragó un balón inocente y... perdieron 4-3. Era un amistoso, pero si hubieran ido todos habrían ganado. Son buenos.

Freia dijo...

Ja, ja, Animal. Lo que no sé es cómo habéis conseguido llegar con tanto giro a la izquierda, tanto maíz, tanto extraterrestre suficientillo él...

A lo mejor te copian la idea y de aquí hasta el 9 de marzo tenemos una auténtica odisea campo a través, con abundantes giros, pueblos abducidos, alienígenas prepotentes y cambios de chaqueta varios... pero no estamos hablando de política.
¡Feliz Navidad Animal!

Dardo dijo...

Así que ¿"si quieres llegar a la izda. tienes que abandonar la tierra"?. Tu reino tampoco es de este mundo. En eso te comprendo.

Esa astucia es de todo un Ulises; que la suele gastar cuando nos enreda en esta Itaca con su lenguaje que es como la flor de loto que nos hace perder nuestra identidad.

Tu Telémaco, ¿qué tal se portó en el partido?. ¿Defendió bien "su derecha"?. Ya sabes que los hijos al afirmar su identidad suelen contradecir a su padre.

Vamos a dejar una tregua por estas fechas. Pero la próxima temporada amenazo con convertirme en Antífates, rey de los Lestrigones.

animalpolítico dijo...

La verdad es que estuvo en su línea, ascendente. Arrastra una pequeña lesión en un muslo (el derecho), pero le echa muchas ganas. Ahora anda preocupadillo, no sabe si estará al 100% en enero, cuando se tienen que enfrentar a los cocos de la liga, como los alevines del Salamanca.

Un abrazo

Arbillas dijo...

Con tantas vueltas lo que no sé es como no terminaste mareado...

Tienes razón, que bien se está sin hablar de politica, pero... ¡¡es tan dificil !!.

Un beso....

Gemma dijo...

Me parece que se ha armardo hoy un buen pitote en el ayuntamiento de Salamanca...

...pero yo tampoco quería hablar de política. ;-)

animalpolítico dijo...

Gracias, socialista, gracias, Arbillas.

Sí, en el ayuntamiento hoy, Mega, se ha vuelto a mostrar el talante democrático del alcalde. Tiene tan poca vista que ha dado pie a que varios telediarios abran con la escena del desalojo forzoso.