Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

viernes, 8 de febrero de 2008

La lengua


La lengua es un músculo que todos llevamos en la boca. Sus usos son múltiples. Sirve para la masticación. Sirve para modular el sonido, sirve para expresar ideas de nuestro cerebro. Si la sacas, sirve para insultar. Así lo hacen los niños. Quienes tienen el gen de enrollar la lengua, la pueden enrollar. Quienes tienen frenillo la sacan menos o no la sacan. Vibrando en la punta sirve para pronunciar la erre, o las dos erres de las lenguas peninsulares, una rareza tipológica entre las lenguas del mundo, habitualmente incapaces de distinguir dos fonemas vibrantes de este modo.

La lengua también sirve para integrar, parece. O en campañas de captación de voluntades. Lo que varía es qué voluntades son.

Con ligeras modificaciones en la posición de la lengua uno puede pronunciar la -l- velar del catalán o la -l- palatal del castellano. Dependiendo de esto, la lengua te integra o te desintegra, según los últimos avances del pensamiento humano.

A los individuos que, allende los mares y/o las tierras, vienen a vivir entre nosotros hay que enseñarles la lengua. No, no quiero decir sacarles la lengua, quiero decir enseñarles nuestra lengua. Porque ellos lengua ya tienen. Vienen con lengua de serie. Cada uno la suya. A menudo, la nuestra. Porque nosotros hemos sido de toda la vida emigrantes y hemos llevado nuestra lengua antes a todos los confines del mundo. Allí, los indígenas trataron de enseñarnos la suya. Pero no hicimos caso. Total no íbamos a andar hablando con ellos. Los muertos no tienen lengua. O no pueden usarla. Nuestra lengua no es nativa del continente americano. Si allí se habla es porque los emigrantes que la hablaban al llegar siguieron hablándola 500 años más, y eliminando de paso miles de otras lenguas, a menudo con la eliminación física también de los hablantes.

Es paradójico, pero nuestra lengua tampoco es nativa de estas tierras. Vinieron hace dos mil años unos inmigrantes de la península italiana que venían hablando una extraña lengua y nuestros antepasados terminaron aprendiéndola y adoptándola. Por eso el castellano, el catalán, el gallego, lenguas neolatinas peninsulares, se parecen tanto al italiano o incluso al francés o al rumano.

El caso es que los mismos que quieren enseñar nuestra lengua a los inmigrantes que llegan a nuestras costas o a nuestros aeropuertos son los que quieren poner trabas a que los murcianos, andaluces, madrileños, gallegos o castellanos que se han ido a vivir a Cataluña aprendan la lengua catalana. ¿Pero no hay que integrar a los inmigrantes enseñándoles la lengua? ¿Sí o no? ¿O depende de si la l se pronuncia retirando hacia atrás la lengua, como se hace en el Ampurdán, o con la punta tras los dientes superiores, como en la meseta del Duero?

Fijaos en la importancia sociopolítica que tiene un músculo mojado que llevamos todos en la boca. Es capaz de provocar que los nacionalistas centrípetas y los centrífugos coincidan en algo: hay que integrar a los forasteros por medio de la lengua. Quieran o no.

19 comentarios:

Gracchus Babeuf dijo...

Omite Usted usos de la lengua mucho más divertidos. Y también más integradores.

animalpolítico dijo...

Los omito porque sé que la imaginación es también un músculo que debemos cultivar. Y si os lo contara todo, ¿qué ibais a imaginar vosotros?

Anónimo dijo...

Fantástico, Animal.... como siempre...

Anónimo dijo...

Veo algo en común entre las personas españolas, catalanas o vascas que exigen el aprendizaje de su lengua: el miedo paranoico a la invasión y la extinción de su cultura.

Uno de los motivos por los que parece tan natural la exigencia de que el extranjero aprenda tu lengua, es que todos hemos mamado nacionalismo, de una manera tan natural, que ni nos hemos enterado. Yo estudié Formación del Espíritu Nacional, y el nombre de la materia lleva implícito que el nacionalismo hay que formarlo, si no, no se produce.

El nacionalismo es una ideología, o quizás una filosofía política. Repito que lo hemos mamado de manera tan natural, que nos parece que es “normal”. Pero no tiene por qué: hubo que crearlo de forma artificial en todas las ex colonias de Europa, en España tuvieron que aplicarlo por la freza los Reyes Católicos, Alemania e Italia se crearon tan hace poco como en el siglo XIX, y los nacionalistas vascos y catalanes deben realizar esfuerzos artificiales para hacer nación.

Bueno, pues lo que yo creo es que, en el mundo hacia el que vamos, el nacionalismo es inviable. Un mundo globalizado, con el famosos efecto mariposa, con el cambio climático que afecta a todos, con la libertad y facilidad de movimiento y comunicación, hace inservible una visión nacionalista del mundo. Nos veremos obligados a buscar soluciones para la convivencia, que no van a tener nada que ver con lo que hasta ahora considerábamos “normal”.

Blanca dijo...

Animal, no me tires de la lengua, que me he propuesto estar a medio gas... pero es que no me dejan, joer...

El Hermano Montgolfier dijo...

Sólo tengo una pequeña pega. Creo que ni se debe rechazar la posibilidad de aprender una lengua "cooficial", ni se debe obligar a aprender dicha lengua.
En la entrada se equipara ir a Alemania (extranjero) con ir a, por ejemplo, Cataluña (España, por ahora), y no estoy de acuerdo con dicha apreciación. Si voy a Cataluña, considero que me asiste el derecho de expresarme en español o en catalán de forma indistinta. La idea es la convivencia de ambas lenguas, no la discriminación de una en favor de la otra.
Actualmente, existen dos posiciones en Cataluña (hay más, pero digo las que me molestan), la anti-catalan y la anti-español, y ambas son extremistas, amén de evidenciar que el que se decante por alguna de las dos es un cateto (con perdón de los catetos), poque ¿hay mayor placer que la riqueza cultural?.

M.Angel dijo...

Y si algunos se la metieran donde la espalda pierde su nombre mejor nos iría a todos.

Freia dijo...

Espléndida entrada, Animal, como siempre.
Mucho me extraña que un reconocido gourmet, algo gourmand, como tú haya obviado uno de los usos más placenteros de la lengua (y no me refiero a la que ha citado Babeuf), sino a la estofada, o en fiambre.
Estoy con Hermano. Yo veraneo desde hace muchos años en la Costa Brava. Nunca nadie me ha creado problemas a la hora de expresarme en castellano. Curiosamente sí los he tenido más de una vez en Barcelona, pero nunca en Gerona, donde mayor porcentaje hay de catalanoparlantes. No sólo no ha habido pegas sino que cuando he intentado expresarme en catalán, me han animado y corregido cortésmente para que pudiera aprender. Eso sí, reconozco que les extrañaba que alguien de Madrid tuviese interés por aprender su idioma.
En mi comunidad, Madrid, por desgracia Doña Cuaresma no da ninguna facilidad para aprender y usar sensu lato otras lenguas. Pero tenemos la suerte de que exista Blanquerna, una librería catalana donde puedes recibir clases de catalán subvencionadas por la Generalitat de Cataluña, a un precio irrisorio, os lo aseguro.
Siempre he creído que una lengua debe unir, no lo contrario. Nadie debería obligar o encauzar convenientemente a otros para que deba abandonen su lengua materna con objeto de adoptar otra. A ver cuándo se enteran (y que conste que yo sigo enamorada de él y de su juego y seré madridista hasta que me muera)que Beeckham no aprendió español en 4 años). Pero claro esa es otra historia.

Anónimo dijo...

"Actualmente, existen dos posiciones en Cataluña (hay más, pero digo las que me molestan), la anti-catalan y la anti-español, y ambas son extremistas"

Coño, te olvidas de una tercera postura, además mayoritaria (y de largo) en Catalunya, no la ignores aunque no te moleste...

Yo soy castellano parlante, nací en Badalona y vivo en un pueblo a caballo entre Girona y Barcelona, tengo dos hijos en la ESO con los que hablo en castellano y una pareja con la que hablo en castellano. Jamás (repitopito), jamás he tenido nunca un solo problema a la hora de expresarme en castellano con mis congéneres. Normalmente -léase en el 90 % de los casos- la gente está más interesada en lo que dices que en qué idioma lo dices, siempre y cuando te entiendan, claro.

Yo no aprendía a decir una frase entera en catalán hasta que no tenía 15 años, cuando el claudillo (xxxD, si leen cosa buena ya saben) llevaba ya algunos criando gusanos gordos y blanquitos. Hoy, más por esfuerzo propio que por la lamentable y estéril política lingüística de CiU y PSC, soy bilingüe, y ¡oh, sorpresa!, el 80% del tiempo que paso entre la gente de mi pueblo y alrededores hablo en castellano.

Es más, tengo un porrón de amigos/conocidos que no saben hablar en catalán, y solo alguno que, pese a saber perfectamente el castellano, le cuesta expresarse porque tiene que perder tiempo traduciendo mentalmente, le cuesta algún trabajo expresarse en la lengua del imperio, y eso que és un payés nacido y criado exclusivamente en catalán.

¿Que hay talibanes lingüísticos? Pozí, pero son una minoría muy minoritaria. Minoritarísima, diría yo. La mayoría estamos en esa tercera posición que nadie menciona, ni Montgolfier, ni los telediarios, ni las comparecencias de los políticos en Parlament o en el Congreso.

Otra cosa es lo que comenta Animal, la lengua siempre da dividendos políticos cuando se usa como elemento diferenciador. Pero la gente en la calle, por lo menos lo que yo conozco, es otra cosa.

El Hermano Montgolfier dijo...

Mil perdones Fogarsconnection, como ya dije existen más posturas, si no la nombro, no significa que la ignore, simplemente que, dado que la veo aceptable, no la critico.
Pues, para ser una minoría (minoriísima) los radical-lingüísticos son muy escandalosos, tanto que influyen en exceso en la política (estatal y comunitaria). Es más, me da la impresión de que a ambos extremos le interesa que existan las fobias ligüísticas, a los ultranacionalistas catalanes les interesa que exista la catalanofobia y la promueven, y a los ultranacionalistas españoles igualmente les interesa y promueven la hispanofobia. Es una forma de victimizarse tratando de convencer de sus insostenibles razones.
Lo más cabal sería no hacerles ni put.. caso, pero ya se sabe, la política no es cabal.

Anónimo dijo...

Claro, eso es como el estadio de fútbol con 100 mil personas en silencio. Bastan unas docenas gritando y un gualdrapas con un micrófono para que al que escucha la radio piense en una marea humana en pleno clamor.

Los políticos ya hace tiempo que saben que lo importante en política no es lo que dices, sino cuan alto lo digas.

Gemma dijo...

De acuerdo con Hermano, Freia y Fogars. En el fondo prevalece la sensatez de la sociedad catalana (por suerte); porque de lo contrario, con una clase política tendenciosa y fanaticolingüística como la nuestra (lamento decir que los nacionalistas de CIU y de ERC están a favor del monolingüismo catalán; no de la convivencia bilingüe y "real" que muestra la calle), estaríamos perdidos...

Lo que tampoco es de recibo es que la ley electoral española permita que minorías como ERC tengan un poder desmesurado en relación con los escaños ganados.
Un abrazo.

Gracchus Babeuf dijo...

Claro, y de mí sólo os acordáis por mi calenturienta imaginación.

animalpolítico dijo...

Había respondido a mediodía a varios de los comentarios, pero ha desaparecido el mío...

Gracias, Maripuchi, Anónimo (te animo a que uses al menos un pseudónimo, así podremos identificar un interlocutor), Blanca (a ti no hay que tirarte de la lengua, no es preciso...).

animalpolítico dijo...

Hermano, Freia y los demás...

Yo creo que los nacionalismos periféricos han incurrido en excesos en su política lingüística, que no es culpa de ZP, que viene desde hace décadas. Eso sí, es algo comprensible. Luchan por la supervivencia de lenguas pequeñas en un entorno de retroceso claro, salvo quizá el catalán.

Lo que es ridículo es que alguien se preocupe por la salud del castellano.

En cualquier caso, mi entrada trataba de señalar que comparten rasgos. ERC, CIU o el PNV muestran evidentes rasgos en común con el PP, y viceversa. Aunque los veamos a extremos opuestos del espectro.

Es la paradoja que señalo.

animalpolítico dijo...

Mega, yo creo que la ley electoral no beneficia a ERC en absoluto. Beneficia de hecho a los partidos grandes.

Otra cosa es que ERC pueda ser clave para dar la gobernabilidad a unos u otros. Pero esto no es por la ley electoral.

Dicho esto, creo que ERC ha sido y está siendo desleal con los socialistas, que seguramente deberán replantearse los pactos después de marzo.

animalpolítico dijo...

Gracchus, el caso es que nos acordamos...

Anónimo dijo...

A mi entender la lengua es un modo de comunicación y un vehículo de cultura.
Como modo de comunicación siempre estuve a favor de una lengua franca al modo del latín en la Europa culta medieval. Creo que hoy todas las papeletas se las está llevando el inglés y en ese sentido votaría porque fuese de obligado conocimiento como ya viene siendo habitual desde Holanda para arriba.
Como instrumento de cultura no hay lengua mínima que no debiera ser protegida, mimada, estudiada y compartida. Repudiable sería entonces el chauvinismo de quien dice: "si quieren hablar conmigo que aprendan ellos español" tanto como el del que dijera "o me hablan en euskera o no contesto".
En el fondo lo que a veces duele es que hay gente muy burra para los idiomas y que hay gente muy quemada por los desprecios.

Abrazos

Unknown dijo...

ybris. Cada vez que se habla de lenguas autonómicas oigo que alguien dice de una forma u otra: "Prefiero que mis hijos hablen inglés". Y en tu caso añades como sucede "Holand par arriba".
Sin encuesta previa y sólo basándome en mi conocimiento de los lugares, diría que en Cataluña o Euskadi (gracias probablemente a la facilidad que da el bilingüísmo) hay mucha más gente que habla otras lenguas que en la mayor parte de la España monolingüe.
De Holanda para arriba hay un país llamado Finlandia o, como ellos escriben Suomi-Finland (así en bilingüe). Resulta que el 5% de la población Finlandesa tiene como lengua materna el sueco, resulta que el otro 95% está obligado a estudiarlo desde los 5 años en la escuela. Luego ya aprenden inglés muy bien, como dices. Incluso alguno aprendió euskera en 45 días. Yo diría que los que tienen el catalán, en todas sus variedades, como lengua materna son aún más del 5%. Ya que no hacemos obligatorio el aprendizaje del catalán para todos los españoles, tampoco es mucho exigir que se invite a aprenderlo a los que quieren vivir allí e incluso exigirlo a quienes quieren trabajar en la administración y en ciertos servicios públicos.
La propuesta andaluza es algo que yo defiendo hace años. Oigo a menudo a gente de ideología "liberal-conservadora" decir que por qué no pueden presentarse a oposiciones de educación en Euskadi. Poder, pueden sólo que no reúnen los requisitos. El problema es que en ejercicio de la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, la mayoría en Euskadi elige el modelo bilingüe o el modelo en euskera. Y las plazas para enseñar en castellano ya están todas cubiertas. Y es que los "liberal-conservadores" creen que la libertad de elegir la educación de los hijos sólo se refiere a la religión (católica, por supuesto).