Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

viernes, 9 de enero de 2009

San Manuel Bueno, mártir, probablemente

D. Miguel de Unamuno escribió la, para mí, mejor obra de su brillante carrera en 1933. Se trata de una breve novela titulada San Manuel Bueno, mártir, a cuyo texto completo se puede acceder hoy desde la red. La leí con veinte años y aún recuerdo de las sensaciones que despertó en mí.


En la novela unamuniana, la madre de Ángela, impresionada por el párroco, Don Manuel, logra que su hija vuelva al pueblo. Lázaro, el hermano incrédulo, que vuelve de América rico y laico, viene decidido a llevarse a su familia a la ciudad. Pero siente también la atracción por el párroco. Muere la madre y Lázaro se convierte en coadjutor de D. Manuel hasta que el párroco muere. Lázaro enferma y muere también poco después.

Lo mejor de la novela es la tensión dramática en la extraordinaria exploración de los personajes y, sobre todo, de sus dudas. Al final, el que más duda de la existencia de Dios resulta ser el párroco ejemplar. D. Manuel Bueno, quien, con su alma desnuda ante nosotros, nos da a entender que en el fondo de su mente piensa que Dios, probablemente, no existe.

La duda del propio Unamuno. Y de tantos otros.

7 comentarios:

ybris dijo...

Ribadelago y el ateísmo.
Tu visión política es hoy genialmente oportuna con la excelente novela corta de Unamuno que acabo de leer en tu enlace ahora mismo.
La lectura de esa obra debiera ser obligatoria a todos los creyentes para infundir tolerancia, comprensión y humildad a quienes creen a pesar de saber que Dios, probablemente, no existe.

Abrazos.

Anónimo dijo...

No sabría si decidirme por su "San Manuel, bueno y mártir", por su "Niebla", o, ha leído usted "Del sentimiento trágico de la vida"? exquisito.
Saludos.

Dardo dijo...

Que delicia rememorar el "San Manuel Bueno, mártir". Se me queda muy lejana también esta "nivola". Es de alguna manera el trasunto novelado de "La agonía del cristianismo".

Nuestro párroco sustituye la fe (creer) por la religiosidad (practicar el mensaje). Es un mal menor -etsi Deus daretur-). Vive queriendo creer. ¿Pero en verdad no es esta nuestra tarea?. ¿No es este el dilema del ser humano?.

Nadie puede poner a Dios encima de la mesa. Desde luego que el que no cree puede sentirse seguro en su incredulidad, pero siempre le atormenta la sospecha de que "quizá" sea verdad. Este "quizá" es una tentación que no puede rechazarse. Digámoslo de otro modo: la fe no puede rechazarse. Están muy entreverados fe y duda. Para unos la fe estará presente a pesar de la duda; para otro será a través de la duda donde pueda penetrar la fe.

Ratzinger en sus escritos teológicos cree precisamente que es la duda el lugar de comunicación: impide al creyente y al agnóstico y al ateo a recluirse en sí mismos. Al creyente lo acerca al que duda; y al que duda lo acerca al creyente.

Lo dicho. Una auténtica delicia leerte. Casi, casi, me han entrado ganas de releer esta "nivola".

animalpolítico dijo...

Cuánta razón tienes, Ybris. Siempre eres preciso en el acierto de tus breves afirmaciones. La verdad es que, como se puede adivinar, fue la polémica de los autobuses y la reacción de los que sienten que se persigue a la religión lo que me hizo acordarme de las dudas, de Unamuno y de San Manuel.

animalpolítico dijo...

Ciberneticaeterna, reconozco que decidirme es difícil. Pero en mi corazoncito hay un rincón especial para San Manuel Bueno.

animalpolítico dijo...

Me encanta tu comentario, Dardo, pero te llamaré la atención sobre un detalle.

Los "ateos" de la campaña de los buses dicen "Dios PROBABLEMENTE no existe". Los cristianos dicen, en cambio, sin dudar: "Dios sí existe".

Creo que la duda es muy sana. Efectivamente.

J. G Centeno dijo...

Excelente novela, muy entrañable para mí pues mi madre era de Cervantes un pequeño pueblo de la Comarca de Sanabria, que reclama para sí en nacimiento de otro gran don Miguel.