Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

jueves, 8 de febrero de 2007

Chomsky ante el terrorismo y las armas de Irak


Uno de los lingüistas vivos de mayor prestigio, sin duda alguna, Noam Chomsky, es también muy conocido en los Estados Unidos, donde reside (concretamente en Cambridge, Massachusetts), por su afición a temas de actualidad política y social. Tiene incluso su propio blog, muy interesante, del que me permito traer aquí y traducir un post que me parece muy relevante y cercano. La entrada en versión original se puede encontrar en Noam Chomsky: An Exercise in Terrorism: Theirs or Ours. Lo que sigue es mi traducción de casi todo el post.

"Supongan que Al-Qaeda destruyera la mitad de las provisiones de fármacos en algún país de aquellos en los que la gente importara -- por ejemplo los EEUU, o Israel, etc. ¿Lo consideraríamos terrorismo? Ellos podrían sostener que no tenían intención de hacer daño a nadie, que simplemente creyeron que las fábricas estaban produciendo armas biológicas o componentes para ellas. De hecho su afirmación sería mucho más creíble que en el caso del bombardeo americano de Sudán, porque sus objetivos habrían sido países ricos en los que esas provisiones podrían fácilmente ser recuperadas, en el propio país o importándolas de fuera, y no como en Sudán. No creo que hubiese la más mínima duda de que esto sería considerado un acto terrorista, de hecho un acto terrorista espeluznante (...). Supongan que decidimos que los bombarderos de Clinton no tenían una intención específica de dañar a civiles en Sudán, aunque por supuesto sabían que los efectos serían muy graves. Esto les coloca en un nivel moral más bajo que el de los principales terroristas internacionales. Implica que están tratando a seres humanos como nosotros tratamos a las hormigas al dar un paseo. No nos proponemos matarlas. Simplemente es que significan tan poco para nosotros que ni siquiera nos paramos a pensar en el asunto. Probemos con otro caso. Supongan que los atancantes de las Torres Gemelas sostuvieran que no tenían intención de dañar a nadie. Habrían supuesto que todo el mundo en los dos edificios hubiera encontrado el modo de salir a tiempo, y que su objetivo último era interferir con las acciones de multinacionales e instituciones financieras que no estaban simplemente amenazando con causar graves daños, sino de hecho haciéndolos ya (...). Términos como "terror", "agresión", etc., y otros usados para tratar con los asuntos humanos no están lo suficientemente bien definidos como para producir una respuesta explícita en cada situación. Ni tendrían por qué; una definición precisa sólo tiene sentido en el seno de sistemas de explicación de gran alcance, en los que la precisión es importante. Esto es incluso así en la historia de las Matemáticas. El Derecho, nacional o internacional, no es un sistema axiomático formal. Para decidir cómo usar los términos del discurso político, un buen criterio es preguntarnos cómo los usaríamos en el caso de actos llevados a cabo por otros, no cuando la sangre está en nuestras manos. Es un ejercicio útil."

Hoy, José María Aznar, de nuevo viendo antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, preguntado acerca de las armas de destrucción masiva en Irak, afirmó alegremente: "tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes" y "cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía". Aznar, aparte de aniquilar la verdad, entonces y ahora, no encontró un mínimo resquicio en su corazoncito, que lo tendrá, supongo, para lamentar siquiera las muertes de los cientos de miles de iraquíes inocentes que han pagado con sus vidas el "problema" del trío de las Azores de, supuestamente, "no haber sido tan listos" como para haber sabido antes que no había armas de destrucción masiva en Irak. Si hubieran sido tan listos como el sueco Blix, o la ONU, no habrían muerto. O si hubieran sabido o querido escuchar el clamor popular del mundo entero.

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