Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

martes, 1 de mayo de 2007

Los de León al volante


Mi amigo Garib, el de ciencias pero con hipocorístico de humanidades, catalán seducido por Madrid, me ha dado la idea de este post irreverente para cortar el rollo a todos los que sólo ven en este animal un tío muy serio que ve la vida con sentimiento trágico. La historia está hecha de pequeños detalles y nuestro discurrir por la polis está inevitablemente marcado por una serie de hitos particulares que muchos tenemos en común. Dado que mi miopía me libró de la mili, uno de esos ritos de edad, de paso a la edad madura, fue la obtención de mi carnet de conducir. Lo curioso de Garib es que en su caso, además, la cuestión es metáfora, pues ni siquiera conduce... El caso de Paco, en cambio, es una historieta real o, como se decía antes, un caso verídico.

Lo que cuento se parece a la realidad, pero no es historia, es memoria. Corría el invierno de 1991. Salamanca. La Autoescuela Pío tenía un extenso parque móvil de tres Peugeot 309 flamantes, en los que daban sus clases prácticas Pío padre, su hijo mayor y su hijo pequeño. (Ni siquiera sé si se llamaba así, como la Autoescuela). El 'aula' preparada para el estudio del examen teórico era gestionada por la madre y una hija, creo. Las clases las daba el yerno. Flamante licenciado a la sazón de una carrera de letras por Salamanca, me soliviantaba particularmente la redacción de los tests. "Si la bujía suena raro en el motor al arrancar con niebla, ¿en qué sentido de la marcha debes poner la luz de cruce, a favor o en contra del catadióptrico derecho?". Respuestas: "A) los jueves, B) en dirección a Extremadura, C) después de mirar tres veces por el retrovisor izquierdo, D) antes de desayunar torrijas". Y en lo referente a la experiencia de conducción, yo ya había conducido con mi padre su Seat 124 D por las calles de un polígono industrial por las afueras, de modo que me sentía Fittipaldi o Lauda (así decíamos los de mi generación lo que ahora se diría 'Fernando Alonso').

Esa cuenta bancaria posguérrica (como diría mi cuñado) me incitaba a reducir al máximo el número de clases. Cada clase, ...000 pesetas (¡Dios mío, no me acuerdo!), de modo que, menos clase, menos guita gastada, como buen catal..., digo como buen ahorrador. Ahorrito me llamaba mi madre, pero era para tocarle las narices a mi hermana, que sería Manirrota.

Pío padre era mi instructor. Gastaba una camisa marrón estampada con floripondios generosos y con cuellos enormes y llevaba unas patillas larguísimas en sus mejillas. Pelo gris, enjuto, calma perenne (hay que nacer instructor de Autoescuela, uno no se hace), palillo en los dientes. Le encantaba tararear Peret o cosas de ésas (nunca he sido muy experto en temas musicales, pero ese palo es el que menos manejo), mientras martilleaba los dedos de su mano derecha en la chapa del coche, sobre la puerta, con todo su brazo fuera. Aparentaba estar distraído pero controlaba desde la conductora del Mini que venía detrás y que estaba a punto de estornudar hasta el despiste que llevaba el del Panda que venía a nuestra derecha o mi resistencia a distinguir lento y rápido. Pío era el control.

Las primeras dos clases se fueron en sendos atascos. Es difícil equivocarse en un atasco, pero es frustrante porque no avanzas (en ningún sentido). Las dos siguientes fui controlando lo de aparcar en el lado derecho, luego en el izquierdo, etc. Con sólo diez clases y contra la opinión del instructor, me presenté al examen. Superé a la primera el teórico pese a los enigmas lingüísticos, pero el práctico...

Todos conocéis ya mi inclinación natural al debate y a la razón pura y práctica... Pues bien, mi examinador me dijo, tras entrar en una rotonda junto al Tormes: "ha entorpecido usted a esa moto...". Sin soltar las manos del volante y sin dejar de conducir, me giré completamente y le repliqué: "No, no, venía bien lejos y no le he cortado el paso, ni le he hecho frenar, ni mucho menos". Con educación, pero con firmeza. Eso sí, tanta retórica se produjo mientras el coche seguía avanzando en medio del tráfico con su conductor (yo) girado hacia atrás para mantener contacto visual con el examinador, un principio fundamental del arte del rétor al menos desde Gorgias o Demóstenes. En esos tres o cuatro segundos pueden pasar con un coche muchas cosas. Pero fue la cara de Pío la que me dio la pista. Se había paralizado el repiqueteo dactilar y había cesado el tarareo... No me tragué el nuevo 'ceda el paso' por milímetros y porque tenía muy buenos reflejos. Chillaron las llantas sobre el asfalto, se me caló el coche y el desgrac... que venía detrás, tocó el claxón en señal de protesta.

Aún no sé si no superé la prueba por listo o por torpe. Pero tuve que volver a mi magra cuenta en busca de nuevos fondos para otras cinco clasecitas. Y eso de suspender algo se me atragantaba. Con lo que me gustan los coches además, ¡qué humillación! Con mi ego por los suelos me parecieron algo irritantes las sonrisitas de Pío el lunes siguiente. Y la verdad es que el hombre era muy majo, como decimos por aquí, y me enseñó muchas cosas en poco tiempo. Una de ellas fue su peculiar clasificación de los conductores. No os ofendáis los aludidos, pero aquí el topicazo que todo el mundo maneja es que el conductor madrileño es peligroso por su agresividad. Y ciertamente entrar con mi coche en Madrid, una ciudad que no conozco bien, siempre me ha aterrado. Supongo que ahora mucho más, pues mi coche no es anfibio...

Pero Pío era un profesional y sabía mucho más. En esa misma clase del lunes, un conductor con matrícula O-... (de Asturias) se nos cruzó por delante en una relampagueante acción, sinceramente peligrosa. La calma de Pío desapareció: "estos asturianos, qué burros son, como los gallegos y todos esos, asturianos, gallegos, leoneses, siempre haciendo el burro". Parece que era una fibra sensible del tranquilo instructor que canturreaba habitualmente Mi carro me lo robaron... Pero acerté a balbucear... "pues yo soy de León". Entonces, Pío se volvió hacia mí, como si no me hubiera visto antes, y dijo, muy lentamente, muy pensativo, recalcando cada sílaba, como si por fin hubiera ententido el sentido de la vida... "no, si ya lo decía yo...".

21 comentarios:

Blanca dijo...

jajajajajaja.... por eso no tengo yo carné, soy asturiana, vivo en Madrid, he aprendido las "vivezas" de los argentinos y además... no me da la gana... jajajaja

Santiago Bergantinhos dijo...

A mí llevan friéndome años con lo de que me saque el carné, pero yo sigo en mi contumacia de no sacármelo. El argumento es sencillo: si no tengo carné, no tengo que comprarme un coche.

Parece mentira pero hay gente que sencillamente no lo asume, no entiende cómo pudiéndome comprar un coche y mantenerlo, no lo hago. Me miran más raro que si fuese a trabajar en tanga. Cuando les argumento que soy un estoico y que siento total desapego por los aspectos más burdos del mundo material (entre ellos no están el jabugo, por ejemplo), su contestación es: ¿estoiqué?

Cuando realmente lo necesite, ya se verá.

animalpolítico dijo...

Blanca, sí, según los tópicos serías un peligro al volante...;)

Me hace gracia cuántos blogueros no tienen carnet. ¿Seré un bloguero poco apto o excéntrico por tenerlo?

Saludos

animalpolítico dijo...

SuperSanti, cierto es que usted, a la par que estupefaciente se muestra bastante contumaz...

Y no sé qué será más sospechoso, si negarse a conducir o definirse como estoico, cuando en este mundo resulta mucho más atractivo el hedonismo...

Aprecio que al menos si de jamones se trata sabe usted posicionarse con claridad y sin conformismos...

Carolus Primus dijo...

Pues yo, amigo animal corazón de León, tengo el carné desde los tiempos de Matusalen diríamos, por lo que describes que por los años en que tú alcanzáte la madurez.

Hace tiempo que no conduzco, empleo más el Metro, pero las sensaciones que percibía al poner mis manos sobre el volante casi eran las mismas que un "Martínez el facha" cuando se pone al frente de su blog y husmea en los enlaces "rojos" como amo de la carretera.

Es una transformación de personalidad que no sólo experimentan los conductores "veteranos", también lo hacen los "soberanos" de la red.

A Dios gracias, por lo que toca de educación impuesta, sólo es una ilusión "etílica".

Maripuchi dijo...

Ajá. Mi carné también es del 91. Curioso.
Mi profe de la autoescuela también era un tipo bastante casposillo y amante de arriquitáuns varios.
Yo tuve más suerte: teórico y práctico a la primera ... eso sí, luego tardé tanto en volver a conducir que cuando lo hice, varios coches pasaron por el taller ...

Ahora disfruto mucho.

animalpolítico dijo...

Carolus, encuentro algo enigmático tu comentario, pero creo entenderte. Me he dado una vuelta ahora mismo por tu blog y parece que tienes un incómodo huésped con bastante mala 'hostia' (con perdón). No comprendo tanta hostilidad...

Tocas, eso sí, un tema interesante. El de la transformación de la personalidad al volante, digno de un post. Yo soy tranquilo y pacífico, sosegado y estable emocionalmente. Pero con el volante en las manos, tengo que controlar al 'animal' que hay en mí, y con trabajo he logrado dominarlo más o menos. Ya no corro como antes, aunque en ciudad soy competitivo. En fin, defectillos que tenemos y que trato de arreglar.

Caminante dijo...

¿JODIDO PÍO! De pronto se le hizo la luz.
¡Yo tengo carnet! ¡y conduzco! Me lo saqué en ... en ... 1976, recién cumplido los 21 años.
Besos. PAQUITA

animalpolítico dijo...

Sí, yo me lo saqué con 25 años y comencé a conducir inmediatamente. Primero con el 124 de mi padre, en las escasas ocasiones en que me lo dejaba, y luego con el Corsita con el que empecé... "Atención, amigoo conductooooooor...". Siempre me ha encantado conducir. Y he viajado en coche a París (dos veces) y a Inglaterra.

Scout Finch dijo...

¡Qué gran entrada, Animal! ¡Llevo un rato partiéndome de risa!

Como ya sabes, yo no tengo carnet (carné) ni ganas de tenerlo. Y desde que voy de copiloto menos todavía, que se ven unas burradas...

¡Qué mala fama tenemos los madrileños! Pero como dice mi chico que está sentado aquí a mi lado, con razón. Es la ley de la selva: o comes o te comen.

Y respecto al cambio de personalidad al volante, creo que se merecería un capítulo en los libros de texto de psicología porque le pasa a mucha gente. Yo ya tengo dos personalidades, mi yo real y mi yo virtual, así que lo que me faltaba era tener un yo conductor. Otra razón más para no sacarme el carné-carnet, je je.

Un abrazo.

Naide dijo...

Por listo, te suspendió por listo.

Lo peor que lleva cualquier tirano subido en su torre de marfil (examinador en este caso), es que llegue alguien a llevarle la contraria y si tiene razón es aún peor.

Eso si, me he reido mucho y me has dado una idea para escribir sobre un tema.

garib dijo...

animal, tu faceta sardónica y mordaz es realmente destacable y deberías prodigarte más. Podríamos poner cuotas en los blogs y forzarnos a incluir al menos un 40% que no hable de política.

Y estoy de acuerdo, te suspendió por listillo.

animalpolítico dijo...

Gracias, Garib. Seguramente tienes razón en lo de diversificar contenidos. Pero yo ya hice todo un aviso para navegantes el día que elegí el nombre para esta bitácora. La espita que necesitaba urgentemente utilizar era la que me permite 'evacuar' reflexiones de índole política.

Eso sí, una vez saciado un poco con más de 170 entradas, puedo ir ampliando el porcentaje de otros temas.

Naide, Garib, yo siempre intuí que me suspendió por 'listo', pero buscaba más opiniones... Seguro que me cateó con un gustirrinín...

rosamari dijo...

Son tipos raros los profes. No es extraño, hay que ser raro para montarse en un coche con un novato. Mi profe no me dejaba conducir con zapatos de tacón, pero a mi no me llegaba el pie al acelerador.

Santiago Bergantinhos dijo...

Sobre la transformación de la personalidad al volante hay un magistral corto de Disney con Goofy de protagonista que es más elocuente que un ensayo de Marañón.

animalpolítico dijo...

Sí, son tipos peculiares, Rosamari.

SuperSanti, ¿no recordarás el título o alguna referencia más precisa?

Saludos

Daniel Isaac dijo...

Genial animal...la risión...

Anónimo dijo...

Yo tengo éste:

Goofy lleva a Mickey y a Donald en una caravana. Conduce con mucha placidez y sin agresividad durante todo el trayecto... sin enterarse de que les ha perdido y han corrido toda suerte de vicisitudes por su cuenta, sorteando peligros in extremis, con la casualidad de su parte, hasta que por las leyes de la física se reencuentran y la caravana se vuelve a enganchar.

Anónimo dijo...

Voy a ver si tengo el otro en "lo mejor de Goofy" y te lo llevo a la comida;)

animalpolítico dijo...

Muchas gracias, Manirrota, vale, nos vemos...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.