Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

jueves, 14 de junio de 2007

La primera vez que oí la palabra


Noviembre de 1975. Cursaba 5º de EGB. Tenía diez años. En mi pequeña ciudad natal nos estaban construyendo un colegio nuevo. Entretanto, ese curso, nos tenían a los niños desperdigados por diversos edificios, pequeños y sólo superficialmente adaptados a nuestras necesidades. Éramos treinta y seis en cada una de las dos aulas. 5º A y 5º B. Sólo estábamos en aquella casita de dos plantas, al lado del Jardín, los de quinto. Meses después, a final de curso, estrenamos las nuevas y flamantes instalaciones. Aquella casita es hoy Albergue de Peregrinos en el Camino de Santiago.

D. Alberto era un maestro especial. Le faltaba la falange del pulgar de la mano derecha, rasgo sin duda, para mis ojos inocentes, fundamental de su persona. Era mayor, a mí me parecía un abuelo. Entradas en los laterales de la cabeza, pero aún pelo fuerte, vigoroso y no completamente cano. No era muy alto, pero era fuerte. No levantaba la voz, pero la voz penetraba en tu cerebro. Era estricto, pero se desvivía por ilusionar a los chavales. Sus procedimientos pedagógicos, vistos desde hoy, eran un poco desastrosos y absolutamente extravagantes. Pero a mí me marcaron para bien durante mucho tiempo. Desarrolló mi autoestima y la confianza en ser capaz de lograr lo que me propusiera en lo académico. De algún modo, en mis vicisitudes como estudiante a lo largo de la vida, mis ojos terminaban volviendo a él. Dado que, por mi trabajo, sigo siendo de algún modo estudiante, D. Alberto sigue siendo un referente pese a que han pasado más de treinta años desde que lo vi la última vez. Y no sé si habrá muerto o será un venerable ancianito.

Le gustaba hacernos leer para lograr una lectura 'sin gazapos', como decía él (yo, semiurbanita, no sabía lo que era, en el mundo animal, un gazapo), sin ningún error. Nos contaba cosas que no venían en los libros, nos hacía interesarnos en todo, nos llevaba de la mano, como un pedagogo etimológico, por la senda de la vida. Sólo diez años y lo recuerdo a él mejor que a ningún otro maestro de antes o de después. Nunca un grito, nunca un castigo. Nos gobernaba con su autoridad indiscutida e indiscutible. Dividió la clase en cuatro 'equipos', A, B, C, D, que competían a lo largo del curso en el aprendizaje de las materias en todo tipo de imaginativas pruebas, contiendas, retos, certámenes. Pero siempre de modo elegante, nunca discutiendo, siempre colaborando en el seno de cada equipo. Cada grupo tenía un líder, elegido por los niños entre los que más confianza despertaban por su capacidad, por lo 'empollones' que eran, en terminología de nosotros mismos. Yo era el líder del equipo D. Me hizo sentirme responsable de mis compañeros y me dio mucha fuerza nueva. Porque yo era muy tímido, pero la nueva situación me hizo descubrir la imagen que tenían de mí mis compañeros. Creo que el sistema tenía defectos, como inculcar competitividad o 'clasificar' a los niños demasiado pronto, demasiado jóvenes. Pero si comparamos eso con lo habitual... En el aula de al lado el maestro, con muy malas pulgas, aún sacaba la regla a pasear y golpeaba las palmas de quienes no habían hecho los deberes...

20 de noviembre de 1975. En casa, en la tele, un señor lloroso había gimoteado "Españoles, Franco ha muerto" y había soltado un rollo larguísimo. Mis padres parecían preocupados, desorientados. D. Alberto, para empezar la clase el día que volvimos, suscitó la delicada cuestión en una ciudad con muchas familias de militares, con mucha familia derechista, con mucha presencia del clero, un lugar muy tradicional. Escribió en el encerado una palabra muy larga y muy extraña. Y nos dijo, solemne: "a partir de hoy vais a oir muchas veces esta palabra". Y nos explicó su significado durante largos minutos mientras la íbamos copiando en los cuadernos. Yo creía detectar que algo muy especial estaba pasando. D. Alberto también y se notaba en su voz, aunque fingiera normalidad. Mis ojos muy abiertos, mis oídos más abiertos, sin ruido en el aula. El cielo se iba despejando. En el aula de al lado, algunos gritos. Por la ventana, una vecina regaba los geranios en su balcón. Aspiré toda la explicación con toda mi alma. La palabra era... DEMOCRACIA.

Tenía toda la razón. Oímos mucho esa palabra a partir de ese momento. En ese momento, era nueva y había que explicarla.

36 comentarios:

garib dijo...

Perdona que disienta, pero los métodos docentes de D. Alberto eran bien innovadores, más que muchos actuales y, por lo que explicas, útiles.

Bonita historia, muy bien contada. Tienes una "voz" muy interesante para relatar vivencias personales. El final me ha recordado un relato que escribí sobre dos chicas que se encuentran en una manifestación intolerante. ¿Tú estás seguro que no tienes un sable láser?

Unknown dijo...

En mi caso me pilló algo mayor que a Animal Político.
En la fecha que cita ya había empleado varias veces la palabra DEMOCRACIA como proyectil contra “los grises”.
Y al final, entre todos lo conseguimos. Y ahí sigue, últimamente algo devaluada pero firme y segura.
No fue en el colegio donde la aprendí, ni en mi casa. Fue un aprendizaje nacido de la autonomía personal, de la necesidad de libertad, de la unión con los que sentían la misma necesidad.
Después he aprendido más, hemos discutido, he leido tratados pero para mi la esencia de la democracia es muy sencillo de explicar:
- Todos tenemos los mismos derechos políticos.
- Todos los votos valen igual porque cada uno sabe lo que es mejor para él.
Quizá no se consiga lo mejor para todos pero es seguro que se alcanza lo mejor para la mayoría. Bueno, para ello los ciudadanos deben estar informados, esta es su obligación. Más importante que votar.

Unknown dijo...

El comentario de AnimalPolítico me sugiere un juego de palabras cruel, pero ahí va:
En aquellos días eran los buenos maestros los que enseñaban la palabra DEMOCRACIA, hoy son los malos neo-liberales(nada que ver con el liberalismo) los que obligan a aprender su democracia bombardeando a los alumnos.

rosamari dijo...

Que bonito Animal, que bonito.

Yo era un poco más mayor, pero todavía lo suficientemente joven para tener todas mis ilusiones intactas, y muy pocos miedos, casi ninguno.

No he olvidado nunca aquella emoción.

DEMOCRACIA, enorme.

Maripuchi dijo...

Precioso relato te ha salido, Animal.
Yo era demasiado pequeña. Ni siquiera recuerdo al tipo compungido lloramingueando en la tele.
Mis primeros recuerdos "políticos" comienzan con el 23-F.
Besos.

Santiago Bergantinhos dijo...

Yo ya andaba por el mundo, pero no me acuerdo de na. Sí puedo contar la anécdota de un amigo, que me cuenta que de repente su abuela, a la que nunca se le había oído decir ni una sola idea política en toda la vida, de repente dijo con voz callada: "Se murió el cabrón", y todos se la quedaron mirando como si el perro hubiese hablado.

Por cierto, animal político, que sí, que me voy a trabajar (o algo así), a León. Reconozco de de momento estoy mirando más las especialidades gastronómicas antes que las iglesias y museos que visitar, pero lo primero es lo primero.

RGAlmazán dijo...

Emocionante, compañero. Yo también tengo recuerdos de algún maestro de este tipo. Como soy más mayor y tendría que irme quince años arriba, se puede entender que los que se parecían al tuyo eran excepcionales. Había muchos más adoradores y lameculos del régimen y también aquellos a los que se les veía frustrados, renegados y entonces no sabíamos por qué.

D. Alberto era sin duda uno de los verdaderos herederos del espíritu de aquellos que nos muestra Mª Antonia Iglesias en su libre "Los maestros de la República"

Salud y República

Adivagar dijo...

Saludos a todos.

Animal, tienes un don especial para transmitir, sin duda. Nos has traído entrañables recuerdos a todos. Recuerdo profesores magníficos, profesores que inculcaron valores que nos acompañarán toda la vida. Don Santiago, Don Antonio. ¡Ah, qué recuerdos! Entonces todavía les tratábamos de Don, como señal de respeto por su posición y rol dentro del aula.

Como Maripuchi, era muy pequeño cuando "se murió el cabrón", como dijo la abuela de supersantiego, y mis recuerdos políticos empiezan el 23F (¿Para cuando un post sobre ese tema?).

Por cierto, animar a la competitividad no creo que sea algo en sí malo, dentro de un límite. Hay que preparar a los infantes para el mundo que les espera, aunque quizá fuera demasiado pronto.

Elohim, un apunte. Creo que democracia no solo es tener los mismos derechos políticos. También los mismos derechos civiles. Y no conformarnos con tener todos los "los mismos" derechos, si no tener todos los derechos que tenemos ahora. Me explico con un ejemplo. En China todos tienen los mismos derechos civiles, pero enormemente mermados.

Yo he crecido y me he formado dentro de una democrácia, y quiero expresar mi gratitud hacia muchos miembros de generaciones anteriores a la mía que se esforzaron para que sus hijos crecieran en libertad. Tenemos infinidad de héroes anónimos que lucharon para legarnos lo que disfrutamos ahora. Yo tengo a quién agradecérselo personalmente. Mis padres, profúndamente demócratas y humanos. Mi padre, como militar, luchó para que lleguase ese momento, arriesgó su vida el 23F por todos sus conciudadanos frente a unos golpistas totalitarios, y tiene un sentido del deber y obediencia para con los españoles que le dignifica como persona. Y de mi madre qué decir... es mi madre, con eso lo digo todo.

Mi agradecimiento a todos los que, como ellos, buscaron un futuro mejor para sus (a veces) desagradecidos hijos.

Blanca dijo...

¿Para cuándo un libro de relatos, animal? ¿Cuándo nos daréis ese gusto tu o garib?

Mi historia del momento que relatas tambien tiene a un Alberto de protagonista, mi hijo mediano.

Despues de varios meses esperando la muerte del dictador, parecía que por fin se iba a dar, aunque la agonía durara más de la cuenta, para pasmo de "civiles" y clase médica. Estábamos esperando a todas horas que en la radio o en la tele empezara a sonar música sacra en cualquier momento, pero nunca llegaba y las botellas de champán en la nevera impedían rellenarla de comida convenientemente... había que tener suficiente cava enfriando porque éramos varios los invitados a la celebración del tránsito...

La noche del 19 de noviembre nos acostamos todos a la hora habitual, con la radio puesta, según costumbre, para que la música de los programas nocturnos acunara nuestro sueño.

Alberto tenía, a la sazón, apenas tres meses y dormía en su cuna a mi lado. En mitad de la noche, el niño empezó a berrear y yo desperté sobresaltada, con intención de meterle el chupo en la boca y seguir durmiendo, pero cual sería mi sorpresa al escuchar una voz hablando y no la música que me adormecía habitualmente. Era una voz desconocida para mi en primera instancia... pero al escuchar lo que estaba diciendo... "la muerte se ha producido a las......" era un ministro, no recuerdo cual, uno de gafas bastante "seco de vientre" (que diría mi marido). Me senté en la cama y empecé a zarandear al padre de mis hijos: ... "que murió el gochu, que murió el gochu...".

El niño seguía llorando... nunca supe por qué, si lo hacía por su única manera de avisarme en ese momento del histórico suceso... o porque la idea de la muerte le asustaba ya desde su más tierna infancia... conociendo el devenir de mi hijo nunca creí que llorara porque lo sentía...

Afortunadamente, mis hijos no han conocido la dictadura. Han vivido, como tantos de vosotros, siempre en DEMOCRACIA y todos la valoráis, cosa que me congratula, porque no os daréis nunca cuenta del valor que le damos los que vivimos tantos años sin las mínimas libertades civiles, la nueva situación política y social generada por la muerte de esa persona que parecía inmortal...

Blanca dijo...

Adivagar, me has leido el pensamiento.

Entre mi amigo rafa almazán y yo tenemos ideado (otra más) un blog de recuerdos. Y ANIMO A RAFA QUE SE PONGA A TRABAJAR EN EL YA. Y precisamente tenía ideado verter en ese blog mi primer recuerdo, que sería precisamente el 23-F.

Te cojo la palabra y lo voy a elaborar ya.

Adivagar dijo...

Blanca, como decía en mi comentario anterior, somo muchos los jóvenes que agradecemos enormemente el esfuerzo y sufrimientos de los que nos legaron la democracia, y nunca terminaremos de agradecerlo. Al fin y al cabo, no sufrimos la dictadura pero sí la sufrieron nuestros padres. A la siguiente generación le pillará ya muy lejos la dictadura, y no la verán como algo real y cercano.

Por cierto, lo de considerarme joven me parece ya un poco pasado. Estoy en esa edad en la que me molesta que me llamen joven, ¡pero me jode que me llamen señor! ¡Ay, que vida de inconformistas! Todos los que nacimos en la dictadura, aunque fueran unos meses, ya dejamos atrás la luventud.

Adivagar dijo...

Estupendo, Blanca. Como comprenderás por mis comentarios anteriores, hablar del 23F me llena de emociones. ¿Imagináis cómo estaríamos si hubieran triunfado? Que horror. Para empezar yo sería huérfano. Pero lo más grave es que todos seríamos huerfanos de democracia.

Espero ese post, Blanca. Me parece una magnífica idea un blog de recuerdos... (ya tengo dos lagrimones luchando por salir)

Anónimo dijo...

Animal político. Somos de la misma quinta. jejeje
Pero yo no fui al cole ese día. Al despertarme mi madre me dijo (llorando) lo que había pasado y que no había cole. Una semanita de vacaciones que recuerdo con emoción.
Me la pasé con un ojo en mis juguetes y con en otro en la tele, viendo los eventos de la semana: las colas ante el Palacio Real, el entierro, la proclamación del Rey antes las Cortes, la coronación en los Jerónimos (esta última ceremonia no recuerdo si fue en la misma semana). Una semana que no voy a afirmar que me marcara, pero sí que me dejó un buen recuerdo. Era demasiado joven para ser consciente de la trascendencia del momento.
Oye, tu profe era un poco profeta. Impresionante.

Adivagar. La competitidad en la educación primaria es antipedagógica. Cuando se compite, unos ganan y otros pierden. Los que pierden toman conciencia de su desfase académico con sus compañeros. Pero a esas edades, la reacción consiguiente no es la de doblar esfuerzos para superar ese desfase. A esa edad te sientes humillado y con un poco de mala suerte, tomas conciencia de que siempre vas a ser un mal estudiante. De ahí al fracaso escolar, sólo hay un paso.
En la educación primaria se trata de sacar provecho de las potencialidades de los niños, y los objetivos que se persigan deberán ser diferentes en cada individuo. De ahí lo contraproducente de contrastar el nivel alcanzado por cada niño con competiciones ridículas.
Yo también en esas edades tuve maestros que organizaban torneos y demás. Y me lo pasé en grande, porque era de los primeros de la clase. Seguramente, los que iban en el vagón de cola no tienen tan grato recuerdo. No se merecían algo así.

Gracchus Babeuf dijo...

Envidio tu forma de escribir. Sólo puedo poner la pega de que los ocho días de vacaciones escolares hacen que lo que cuentas no pudiera suceder el 21. Un saludo.

Unknown dijo...

Para adivagar
Te admito la corrección y te cambio político por civil.
Pero no te admito el resto.
no conformarnos con tener todos los "los mismos" derechos, si no tener todos los derechos que tenemos ahora. Me explico con un ejemplo. En China todos tienen los mismos derechos civiles, pero enormemente mermados
a) en cada momento histórico debemos exigir lo máximo posible, no menos pero tampoco más. Si TODOS tienen los mismos derechos ES democracia. Y los derechos civiles estarán extendidos hasta lo que la mayoría considero más conveniente. Eso si, como dije arriba, es necesario que los ciudadanos cumplan con su principal obligación: estar informados. (La objeción episcopal pretende justamente evitar que los ciuadanos estemos formados e informados).
b) En China NO todos tienen los mismos derechos. En la tradición liberal (nada que ver con los neo_liberales) está muy asentado el dogma de que es necesario proveer los medios para que los derechos puedan ser efectivos, sin estos medios no existen los derechos. El reconocimiento formal no implica su existencia real. Y en China no todos tienen medios para hacer efectivos los mismos derechos.
Me he limitado a reseñar el caso que tu citas, pero por desgracia hay más.

¡Ojo a nevegantes de la blogosfera¡. No me estoy definiendo como liberal. Cito la tradición liberal por ser la más significativa en el tema de los derechos civiles

animalpolítico dijo...

Garib, mi comentario va en línea con lo que dice Lole. Su sistema ayudaba a los buenos de la clase, que ganaban confianza, como era mi caso (perdón por la inmodestia), pero intuyo que 'machacaba' la autoestima de quienes se quedaban atrás, que comenzarían a interiorizar con diez años que 'ellos eran los malos'. Y a mí esto, hoy, viéndolo globalmente, no me parece bien. Creo que él intentaba darles a todo la sensación de que podían mejorar, y a nosotros nos pedía más, pero se movía en terrenos peligrosos en este aspecto.

¿No te he dicho nunca que la primera vez que fui al cine fui a ver "La Guerra de las Galaxias" y que esto me marcó durante años (aunque no tanto como a ti...)?

También me gustaba Expediente X. Y soy un trekkie.

animalpolítico dijo...

Es hermoso, Elohim, que cada uno tenga una vivencia distinta, pero complementaria, de ese momento histórico. Entre todos formamos un bonito mosaico.

animalpolítico dijo...

Gracias Rosamari, Maripuchi, SuperSanti, Raúl...

Adivagar: ya lo he hecho, en febrero escribí un post sobre ese tema. Pero como el blog estaba entonces aún en su fase inicial (lo abrí en las vacaciones de Navidad), yo creo que no lo léyó "ni el Tato" ese amigo de Rajoy. Por tu petición y la de Blanca, el post de hoy repetirá este post antiguo.

animalpolítico dijo...

Blanca, siempre me ha gustado escribir. La lengua y la literatura es lo mío. Por eso estudié Filología. Pero lo académico me ha abducido en cierto modo y no he practicado esto tanto como debiera. Escribo, pero textos académicos. Lo del blog me está gustando mucho, porque puedo escribir textos muy distintos entre sí.

No sé si un libro de relatos lo llegaré a hacer. Pero no descarto nada.

Gracias por tu apoyo y por tu historia...

animalpolítico dijo...

Lole, has expresado mis reservas pedagógicas me modo muy lúcido y en perfecta sintonía con lo que yo pensaba, como le decía antes a Garib.

animalpolítico dijo...

Gracchus y otros. Seguro que tendréis razón, pero yo no recuerdo días de vacaciones. Supongo que, en lugar de poner "día 21" debería poner "el primer día de clase". Pero os lo conté como lo recordaba ayer noche...

Blanca dijo...

Y todo este entramado permite saber que eras un niño "bueno" y un tanto empollón, animal... la verdad es que tenías pinta...

Yo buena sí, es de lo único que me enorgullezco en la vida, de ser buena persona y es lo primero que valoro en cualquiera... todo lo demás es accesorio.

Empollona... no gracias. Yo estudiaba los exámenes en el metro que cogía para ir al cole, entre Tirso de Molina y Chamberí... eso sí, siempre tuve muy buena memoria... y hasta hoy me acuerdo de todos los ríos de Asia o la forma de cada provincia española.

Adivagar dijo...

Elohim, creo que me he expicado mal. Lo que quería decir es que no nos debemos conformar con tener todos los mismos derechos, si no los máximos derechos, como muy bien dices. Y proveer los medios para que los derechos puedan ser efectivos. Completamente de acuerdo.

Adivagar dijo...

Por cierto, con permiso del jefe, animal, os comento que yo también he caído. Acabo de medio terminar mi nuevo blog, al que por supuesto estáis todos invitados:

http://elsantoalcielo.blogspot.com/

Allí os espero, aunque de política voy a hablar poco, pero ¡hay muchos otros temas!

animalpolítico dijo...

Blanca, me llamaban 'empollón', pero no lo era... Tenía una memoria fenomenal, me interesaba todo y me resultaba muy fácil. Además me producía una autoestima mayúscula sacar buenas notas y todo se iba retroalimentando.

Yo era un niño muy pensativo, muy tranquilo, aunque me encantaban los deportes.

Un profesor de Literatura, en el bachillerato, amigo y coetáneo de Torrente Ballester, me dedicó un diagnóstico que quería ser hiriente, pero creo que no lo logró: "inteligente y reflexivo, pero poco estudioso..." Con eso justificaba un gris 'Bien' en mi evaluación, algo, he de reconocer, que me cabreó...

Un abrazo

animalpolítico dijo...

Albricias, Adivagar, te incluiré en mis lista de blogs visitables.

Saludos

garib dijo...

animal, lole, cuando elogio el método empleado me refiero a la esencia, que es el trabajo en grupo y el aprendizaje colaborativo contrapuesto a la típica lección magistral. La introducción de la competitividad es un factor adicional que se puede y debe controlar perfectamente. No voy a aburriros y puede que ya lo sepáis, pero básicamente se trata de garantizar dos cosas dentro del grupo. Primero que la contribución de cada miembro sea indispensable para el éxito del grupo y todo el mundo lo sepa y segundo que todo el mundo acabe sabiendo de todo lo que se ha trabajado en el grupo. A partir de aquí, aunque se establezca un rol de portavoz o líder, este ya no tiene más importancia que la representatividad puesto que todo el mundo debe sentirse igual de partícipe y, de hecho, haber participado. Además los roles se pueden rotar.

Evidentemente esto exige un diseño cuidadoso de la actividad que se lleva a cabo y un seguimiento adecuado para motivar a las personas que tengan más dificultades por su carácter o conocimientos.

Ya he escrito un capítulo de libro, blanca, pero también académico y en inglés, igual es buena lectura para ir a dormir :)

No me marcó tanto, animal, hay una cierta pose, lo admito. Pero lo que no sé si se da cuenta el resto es que la confesión de que seas "trekkie" es tan impactante como si blanca nos dice que tiene una foto del caudillo en la mesita. Rompes tópicos.

(¿un blog que no hable de política, adivagar? Habrá que ir a verlo a toda prisa, que esta gente es incansable con el tema)

Maripuchi dijo...

Animal. Muy bien. Has utilizado una palabra que apadriné allá por el mes de abril (y que rara vez me acuerdo de emplear)... ¿o será que tampoco suelo tener motivos?

Contrapunto dijo...

Lo de ser trekkie en Animal, hay que confesar que es un contagio (yo también he sido afectado), a través de un familiar común.
Respecto de la entrada, sólo me queda que comentar mi experiencia. Yo nací prácticamente en democracia. Mejor dicho, mi uso de razón nació cuando el cuadillo ya había fallecido. Y considerando que el espíritu político se forma aun más tarde, pues imaginad. Fue quizá el año 1982 el que se convierte en un punto de partida, sólo contaba diez años de edad, pero entre el mundial España 82 y la primera victoria aplastante de González, mi conciencia se asomó por primera vez al mundo, fuera de los coches, los juguetes y el GeyperMan.
De aquel día de 1977, apenas conservo un puñado de recuerdos, sé que era diario, y por lo tanto no hubo cole, y eso me hizo feliz. Mis padres votaban precisamente en el Colegio donde estudiaba Animal, el González Álvarez (lo recuerdas Animal?)y sé que le decía a la gente que yo iba a votar a AP. Curioso, no? Con cinco años!!! Quién lo diría?

animalpolítico dijo...

Si es que el que nace fachoso, nace fachoso, Contrapunto... ;-)

Pero yo era aficionadillo a la ciencia ficción y en particular a Star Trek hace muchos años, antes de lo que crees, Contrapunto.

En mi segunda larga estancia en EEUU, tres meses en el verano de 1991, me aficioné especialmente a ver un viejo episodio de la serie televisiva cada tarde, después de volver a casa, aquel mini-apartamento con un aire acondicionado que hacía un ruido horrible. Yo andaba totalmente enfrascado en la tesis por entonces y me pasaba muchísimas horas al día en la biblioteca.

Star Trek es una serie curiosa, con altos y bajos. En general es seguramente demasiado 'blanca', pero me parece un modo muy bueno de aliviar tensiones. Una sociedad casi perfecta en el siglo XXIV no está mal...

Anónimo dijo...

Lástima que en este sistema de libertades imcompleto aún, hablar de democracia sea hacerlo de una entelequia. Democracia es division de poderes y en España esto es una falacia. Lástima que la izquierda haya transigido con ello. De un sistema corrupto es fácil que la corrupción se escampa a todos los órdenes personal, económico, político, social, militar, etc. Nunca acabaríamos.

Yo de aquella época recuerdo a Arias Navarro compungido y llorando en televisión, recuerdo la preocupación de mis padres ante la incerteza de lo que pudiera ocurrir. La esperanza en algo mejor se ha convertido en gestión pública y en alternancia entre dos partidos con dos puntos de vista concordantes: el mantenimiento del statu quo y el ejercicio del poder para perpetuarse en él, aún a costa del otro. Son niños jugando a ser niños aparentando ser mayores sin saber ser adultos. Ahí es nada.

animalpolítico dijo...

Interesante, pesimista y nada desdeñable opinión, amigo.

Saludos

Dardo dijo...

La democracia con ocasión de la fiscal Dª Olga Sánchez; y otra vez con D. Alberto. Con la fiscal a propósito del proceso penal; con D. Alberto como una por fin cristalizada esperanza sellada desde el alfa en nuestros corazones.

La porfiada esperanza de salir de lo gris y el empeño en que "conservemos" lo conquistado y no viciemos las reglas; y por supuesto, no permitamos juicios paralelos (porque la justicia SOLO la administra el Poder Judicial).

La primera clase de Derecho a la que asistí de jovencito me la impartió D. Pablo Fuenteseca; un profesor altivo y distante; me costaba trabajo ir a la biblioteca del departamento de Romano por su coercitiva presencia que me intimidaba. Me miraba incrédulo viendo a un tontín de primero consultando el Digesto.Seguro que se juntaba lo pusilánime de mi inseguridad y la solidez que emanaba de su auctoritas.

En la primera clase nos dijo antes que nada que nos iba a enseñar a pensar jurídicamente (se lo agradeceré siempre). Que así como los griegos dieron al mundo el saber teórico de la filosofía; los romanos nos dieron el saber práctico de lo jurídico (el genio jurídico de Roma).

Y yo hoy con el artículo de nuestro amigo Animal me he acordado de aquello. Y quisiera hacer mi aportación.

Hoy sin duda celebramos la democracia. El término es susceptible de muchas definiciones. Yo me permitiría acotarlo intentando interpretar de lo que aquí se está hablando. Me explico: No hablaría (que también) de democracia (como sistema, método, etc.) sino de "cultura o cosmovisión democrática". De la filosofía que precisamente daría vida a ese sistema o método y que también la dotaría con una nueva comprensión.

Esa filosofía tiene que ver con la justicia, con el respeto recíproco, con la oposición leal, con la interdicción de la fuerza.

La vida humana, la vida en sociedad, supone la existencia natural del conflicto. No nos debemos alarmar. Es así. El conflicto existe porque no vemos ni comprendemos igual. Hoy he oido en la radio la reseña de un filósofo hindú que decía que lo que nos separaba eran las ideas; pero que lo que nos unía eran los corazones (lo afectivo).

Pues bien; es en la manera de integrar el conflicto en el que los romanos dieron un paso de gigante (las XII Tablas en el siglo V a.C.). A partir de aquí el conflicto no se iba a solucionar de manera personal sino a través de un obligatorio juicio de marcado formulismo y liturgia. Hemos dado un paso de gigante porque la solución del conflicto no va a depender de quien sea más fuerte para hacer valer su pretensión; sino de quien tenga razón conforme a las leyes de la Civitas.

Estas leyes antiguas de la Civitas gozaban de un amplio prestigio entre los romanos (Cicerón y Tito Livio así nos lo han referido). Con lo que la integración del conflicto venía caracterizada por el consenso tácito de los ciudadanos (cives) romanos sobre lo lícito. Y había consenso porque lo que fundamentalmente se señalaba en la lex duodecim tabularum (XII Tablas) eran soluciones cristalizadas por la experiencia de la vida civil romana.

Por si he sido obscuro: Creo que existe (ya desde su origen) una conexión radical de la democracia con la justicia. Existe, además, en la semántica de "ius" un fuerte contenido étioco-religioso (iustitia como criterio de los dioses). Me preguntaría si entonces no sería muy aventurado ver en la democracia un anhelo de justicia que está sellado en nuestros corazones por el Logos (Dios). Según esto las demás concepciones sobre la manera de integrar el conflicto estarían alejadas de esta norma ética. No serían conforme al Logos.

Saludos a todos.

P.D.: Animal; ¿has observado el rutilante blog de nuestro falsario (por su falsa modestia) Adivagar?.

Caminante dijo...

Estupendo D. Alberto ... y el homenaje que le brindas.
Besos -con abrazo- PAQUITA

animalpolítico dijo...

Querido Dardo. Yo, menos que nadie, puedo renunciar al legado de Roma, particularmente fecundo en el terreno del derecho. Sólo un pequeño añadido: la preocupación helena por la justicia tampoco es manca. Recuerda a Demóstenes y sus diferencias con Esquines, o las críticas aristofánicas a las veleidades jurídicas hiperbólicas de la ciudadanía ateniense de época clásica.

La democracia, sin justicia, no funciona, estamos de acuerdo. Y la justicia, sin democracia, no es justicia.

animalpolítico dijo...

Gracias, Loc@.

Saludos