Aristóteles, Política (1253a):

"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."

domingo, 8 de junio de 2008

Obama ante el fin de las primarias

En la mañana después del contubernio cedo gustoso la palabra al nuevo Kennedy negro, aunque lo haya acercado con mi traducción, que como dice el viejo adagio es siempre una traición...



Dieciséis meses han pasado desde que nos pusimos en pie por primera vez todos juntos en las escalinatas del Viejo Capitolio del Estado en Springfield, Illinois. Hemos viajado miles de millas. Hemos oido millones de voces. Y por lo que habéis dicho – porque decidisteis que el cambio debe llegar a Washington; porque creisteis que este año debe ser diferente a todos los demás; porque elegisteis escuchar no sólo a vuestras dudas o a vuestros temores, sino también a vuestras mayores esperanzas y a vuestras más altas aspiraciones, esta noche estamos ante el hito que marca el final de un viaje histórico y el comienzo de otro – un viaje que traerá un tiempo nuevo y mejor a América. Esta noche puedo, en pie ante vosotros, decir que seré el candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos.
Quiero dar las gracias a cada americano que estuvo a nuestro lado a lo largo de esta campaña – en los buenos días y en los malos; desde las nieves de Cedar Rapids a la luz del sol en Sioux Falls. Y esta noche quiero dar las gracias a los hombres y mujeres que hicieron conmigo este viaje como compañeros candidatos a la presidencia.
En este momento definitorio para nuestra nación, deberíamos estar orgullosos de que nuestro partido propuso a uno de los grupos de individuos del máximo talento y cualificación que han competido nunca para este cargo. No sólo he competido con ellos como rivales, sino que también he aprendido de ellos como amigos, como servidores públicos, como patriotas que aman a América y están dispuestos a trabajar sin descanso para hacer mejor nuestro país. Son líderes de esta partido y líderes a los que América se volverá en años venideros.

Ello es particularmente cierto en lo referente a la candidata que más lejos que ningún otro ha viajado por este camino. La senadora Hillary Clinton ha hecho historia en esta campaña no sólo porque es una mujer que ha hecho lo que ninguna mujer antes ha hecho, sino porque es una líder que inspira a millones de americanos con su fuerza, su coraje y su entrega a las causas que nos han traído aquí esta noche.
Hemos tenido, es cierto, nuestras diferencias a lo largo de los últimos dieciséis meses. Pero como alguien que ha compartido el escenario con ella muchas veces, puedo deciros que lo que levanta cada mañana a Hillary Clinton – incluso ante momentos duros – es exactamente lo que la envió a ella y a Bill Clinton a presentarse a su primera campaña en Texas hace todos esos años; lo que la envió a trabajar a la Fundación para la Defensa de los Niños y le hizo luchar por la sanidad como primera dama; lo que la llevó a al Senado de los Estados Unidos y alimentó su campaña, rompedora de barreras, a la presidencia – un deseo que nunca cede de mejorar las vidas de los americanos normales, sin detenerse ante las dificulttades que tal lucha entraña. Y podéis estar seguros de que si al final ganamos la batalla por la sanidad universal en este país, ella será central en esa victoria. Cuando transformemos nuestra política energética y saquemos a los niños de la pobreza, será porque ella trabajó para ayudar a que esto sucediera. Nuestro partido y nuestro país serán mejores gracias a ella, y soy un mejor candidato por haber tenido el honor de competir con Hillary Rodham Clinton.
Hay quienes dicen que estas primarias, de algún modo, nos han dejado más débiles y divididos. Yo lo que digo es que gracias a esta primaria hay millones de americanos que han votado por primera vez. Hay independientes y republicanos que comprenden que esta elección no es simplemente acerca del partido con el poder en Washington, es acerca de la necesidad de cambiar Washington. Hay jóvenes, afroamericanos, latinos y mujeres de todas las edades que han votado en números que han roto récords y han inspirado a una nación.

Todos vosotros elegisteis apoyar a un candidato en el que creeis profundamente. Pero al final, no somos nosotros la razón por la que salisteis y esperasteis en colas que se extendían manzana tras manzana para hacer oir vuestra voz. No hicisteis eso por mí o por la senadora Clinton o cualquier otro. Lo hicisteis porque conoceis en vuestros corazones que en este momento – un momento que definirá a una generación – no nos podemos permitir seguir haciendo lo que estamos haciendo. Debemos a nuestros hijos un futuro mejor. Debemos a nuestro país un futuro mejor. Y para todos aquellos que sueñan con ese futuro esta noche, yo les digo – comencemos el trabajo juntos. Unámonos en el esfuerzo común de marcar un nuevo rumbo para América.
En unos pocos meses, el partido republicano llegará aquí a St. Paul con una agenda muy diferente. Vendrán aquí a nominar a John McCain, un hombre que ha servido a este país heroicamente. Respeto ese servicio y sus muchos logros personales, incluso aunque él decida no reconocerme los míos. Mis diferencias con él no son personales; son con las políticas que él ha propuesto en su campaña.
Porque mientras John McCain puede legítimamente alardear de independencia de su partido en el pasado, tal independencia no puede definir precisamente su campaña presidencial.
No es cambio cuando John McCain decidió mantenerse junto a George Bush el 95% de las veces, como hizo en el Senado el año pasado. No es cambio cuando [...]. No es cambio cuando promete seguir una política en Iraq que pide todo a nuestros valerosos hombres y mujeres que están en Iraq mientras gastamos miles de millones de dólares al mes en una guerra que no está mejorando la seguridad del pueblo americano en absoluto.
De modo que diré esto – hay muchas palabras para describir el intento de John McCain de hacer olvidar el apoyo a las políticas de George Bush como algo propio de los dos partidos. Pero 'cambio' no es una de ellas.
'Cambio' es una política exterior que no empieza y termina con una guerra que nunca debimos autorizar ni desde luego provocar. No me plantaré aquí y fingir que quedan muchas opciones buenas en Iraq, pero lo que no es una opción es dejar a nuestras tropas en ese país durante los próximos cien años – especialmente en un tiempo en que nuestro ejército está extenuado, nuestra nación aislada, y cuando casi cualquier otra amenaza a América está siendo ignorada.
Debemos ser tan cuidadosos en nuestra salida de Iraq como descuidados fuimos al entrar - pero empezar a salir es nuestro deber. Es el momento de que los iraquíes asuman toda la responsabilidad por su futuro. Es el momento de reconstruir a nuestro ejército y dar a nuestros veteranos la atención que necesitan y los beneficios que merecen cuando vuelvan a casa. Es el momento de volver a centrar nuestros esfuerzos en el liderazgo de Al Qaeda y en Afganistán, y unir al mundo contra las amenazas comunes del siglo XXI – el terrorismo y las armas nucleares; el cambio climático y la pobreza; el genocidio y la enfermedad. Eso es lo que en lo que consiste el cambio.
Cambio es darse cuenta de que enfrentarse a las amenazas de hoy no requiere simplemente el poder de nuestras armas, sino también el poder de nuestra diplomacia – diplomacia directa y dura por medio de la cual el presidente de los Estados Unidos no tiene miedo de hacer saber a cualquier dictatorzuelo qué posición defiende América, y qué representa como país. to Debemos tener de nuevo el coraje y la convicción de liderar al mundo libre. Ese es el legado de Roosevelt, Truman y Kennedy. Eso es lo que quiere el pueblo americano. Eso es en lo que consiste el cambio.
Cambio es construir una economía que recompensa no sólo la riqueza, sino el trabajo y los trabajadores que crearon esa riqueza. Es comprender que las dificultades de a las que se enfrentan las familias trabajadoras no pueden resolverse gastando miles de millones de dólares en más beneficios fiscales para las grandes corporaciones y sus ricos directivos, sino dando un respiro en los impuestos a la clase media e invirtiendo en nuestras infraestructuras, que se desmoronan, modificando el modo en que usamos la energía, mejorando nuestras escuelas, renovando nuestro apoyo a la ciencia y a la innovación. Es comprender que la responsabilidad fiscal y la prosperidad compartida pueden ir de la mano, como sucedían cuando el presidente era Bill Clinton.
John McCain ha empleado mucho tiempo hablando de viajes a Iraq en las últimas semanas, pero quizá si empleara algún tiempo en viajar a las ciudades que más han sido dañadas por esta economía – ciudades en Michigan, y Ohio, y aquí mismo en Minnesota – comprendería el tipo de cambio que la gente busca.
Quizá si fuese a Iowa y conociese a la estudiante que trabaja en el turno nocturno después de un día completo de clase y aún así no puede pagar las facturas médicas de una hermana que está enferma, comprendería que ella no puede permitirse cuatro años más de un plan de sanidad que sólo se ocupa de los ricos y de los sanos. Ella necesita que aprobemos un plan de sanidad que garantice un seguro médico a cada americano que lo quiera y que haga descender los costes a toda familia que lo necesite. Ése es el cambio que necesitamos.
Quizá si fuera a Pennsylvania y conociera al hombre que perdió su trabajo y no puede siquiera permitirse pagar la gasolina para conducir por ahí buscando un nuevo empleo, comprendería que no podemos permitirnos cuatro años más de nuestra adicción al petróleo de dictadores. Ese hombre necesita que aprobemos una política energética que trabaje con los constructores de coches para aumentar la eficiencia en el uso de los combustibles, y que haga a las corporaciones pagar por su polución, y a las compañías petrolíferas les haga invertir sus beneficios récord en un futuro de energía limpia – una política energética que creará millones de nuevos empleos de buena paga. Ése es el cambio que necesitamos.
Y quizá si pasara algún tiempo en las escuelas de Carolina del Sur o de St. Paul o de Nueva Orleans, donde ha hablado esta noche, comprendería que no nos podemos permitir no invertir el dinero necesario; porque es una deuda con nuestros niños invertir en la educación de la primera infancia; recrutar un ejército de nuevos maestros y darles mejor sueldo y más apoyo; para finalmente decidir que en esta economía global, la oportunidad de obtener una educación universitaria no debería ser un privilegio de la minoría rica, sino un derecho de nacimiento de cualquier americano. Éste es el cambio que necesitamos en América. Ésta es la razón por la que me presento como candidato a la presidencia.
El otro partido vendrá aquí en septiembre y ofrecerá un conjunto muy diferente de políticas y posiciones, y ése es el debate que estoy deseando tener. Es un debate que merece el pueblo americano. Pero lo que no merecéis es otra elección protagonizada por el temor o la división. Lo que no oiréis desde nuestra campaña o desde nuestro partido es el tipo de política que usa la religión como un puñal, y el patriotismo como un un mazo – que ve a nuestros oponentes no como competidores ante un reto, sino como enemigos que demonizar. Porque nos podemos llamar demócratas o republicanos, pero somos americanos en primer lugar. Siempre somos en primer lugar americanos.
Pese a lo que el buen senador de Arizona ha dicho esta noche, he visto a gente de diversos puntos de vista y diversas opiniones encontar una causa común muchas veces a lo largo de mis dos décadas de vida política, y muchas veces he facilitado yo mismo esos encuentros. He caminado codo con codo con líderes comunitarios en el sur de Chicago y he visto cómo desaparecían tensiones cuando los negros, los blancos y los latinos luchaban juntos por mejores trabajos y mejores escuelas. Me he sentado con agentes de la ley y abogados de derechos civiles para reformar el sistema judicial que ha enviado a trece inocentes al corredor de la muerte. Y he trabajado con amigos en el otro partido para lograr que haya más niños con seguro médico y más familias trabajadoras con una rebaja de impuestos; para detener la extensión de armas nucleares y asegurar que el pueblo americano conoce dónde se están gastando sus impuestos; y para reducir la influencia de los grupos de presión que han marcado con demasiada frecuencia la agenda de Washington.
En nuestro país, he encontrado que esta cooperación tiene lugar no porque estemos de acuerdo en todo, sino porque detrás de todas las etiquetas y las falsas divisiones y categorías que nos definen; más allá del estúpido afán de ganar puntos con pequeñeces en Washington, los americanos son un pueblo decente, generoso y compasivo, unido por retos comunes y esperanzas comunes. Y demasiado a menudo hay momentos que llaman a esa bondad fundamental para hacer que nuestro país sea grande de nuevo.
Así fue para ese grupo de patriotas que declararon en Filadelfia la formación de una unión perfecta; y para todos aquellos que entregaron en los campos de Gettysburg y Antietam su última medida de devoción para salvar la misma unión.
Así fue para la gran generación que conquistó al miedo mismo y liberó a un continente de la tiranía, e hizo de este país el perfecto refugio de la oportunidad y de la prosperidad.
Así fue también para los trabajadores que se mantuvieron en las huelgas; las mujeres que rompieron los techos de cristal.
Así ha sido para cada generación que se enfrentó a los mayores retos y las peores circunstancias para dejar a sus hijos un mundo mejor, más amable y más justo.

Y así debe ser para nosotros.
America, éste es nuestro momento. Éste es nuestro tiempo. Nuestro momento de volver la página de las políticas del pasado. Nuestro momento de traer nueva energía y nuevas ideas ante los retos a los que nos enfrentamos. Nuestro momento de ofrecer una nueva dirección al país que amamos.
El viaje será difícil. El camino será largo. Me enfrento a este reto con profunda humildad, y conocimiento de mis propias limitaciones. Pero también con una fe ilimitada en la capacidad del pueblo americano. Porque si queremos trabajar para ello y luchar por ello y creer en ello, entonces estoy absolutamente convencido de que dentro de unas generaciones podremos mirar atrás y decir a nuestros hijos que éste fue el momento en que empezamos a proporcionar sanidad a los enfermos y buenos trabajos a los parados; éste fue el momento en que el ascenso de los océanos se ralentizó y nuestro planeta empezó a curarse; éste fue el momento en que terminamos una guerra y aseguramos a nuestra nación y restauramos nuestra imagen como la última y mejor esperanza de la Tierra. Éste feu el momento – éste fue el tiempo – en el que nos pusimos todos juntos a rehacer a esta gran nación de modo que pueda siempre reflejar lo mejor de nosotros mismos y de nuestros más altos ideales. Gracias. Dios os bendiga, y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América."

9 comentarios:

Maripuchi dijo...

Acabamos de llegar a casa y estamos aún deshaciendo maletas... y entre ello (oye) y la perjudicación, hoy no puedo leer a Obama.. y menos comentar nada con tino.
Mañana más.
Remuá

animalpolítico dijo...

El bebercio, como el fúbtol, "es así".

Fue un placer, como siempre. Un beso.

AF dijo...

Es un discurso muy diferente, en el tono y en el contenido, al que suelen hacer los presidenciables norteamericanos... y de otros países. Curiosamente, yo diría que se asemeja un puntito al que
Rodríguez Zapatero da al suyo: un tono de novedad, de verismo, de profundidad, de ir a la raíz de las cosas (radical, en el sentido original de la palabra).

El problema de estos dicursos es que, acostumbrado el personal a no escucharlos durante décadas, cuando los escucha se le enciende la esperanza de que realmente algo vaya a cambiar. Algo que pueda apreciar a simple vista cada cual y cada cuala. Y eso es complicado, a no ser que realmente se esté dispuesto a enfrentarse con los grandes poderes económicos, que son los que, a la postre, financian las campañas, y lo hacen a cambio de la seguridad de que obtendrán atenciones después por parte del vencedor.

La política no es una cuestión de gestos (aunque valgan de mucho y sean de apreciar), sino de realidades y de cómo enfrentarse a ellas. Es una cuestión de opciones y de firme voluntad de afrontar lo que esa elección depare.

No se debe ser lírico en el discurso y mezquino en la práctica. El resultado de serlo es el nacimiento de la incredulidad y el escepticismo en la gente.

Un saludo.

Maripuchi dijo...

Lo cierto, Animal, es que más allá del gran discurso, estoy francamente desencantada con el devenir político del mundo actual.
No hemos ido a mejor... y, lo peor, es que antes había esperanzas... ahora, sinceramente, hay que ser muy optimista para verlas.
No me creo casi nada... Lo de la directiva laboral de la UE me tiene en vilo..

animalpolítico dijo...

Tocas un aspecto muy interesante, Antonio. La relación entre un discurso ilusionante y una política llena (o vacía) de realidades.

Es verdad que el discurso ilusionante, de cambio y de nuevos modos, de Obama recuerda algo a Zapatero. Con una diferencia fundamental. Obama es un gran orador. Zapatero da la impresión de un hombre lleno de buenas intenciones (hombre a los afines al PP, no), pero es un orador bastante limitado.

Es claro, no obstante, que más allá de la oratoria, el cambio que personaliza Obama se quedará muy corto para las expectativas de muchos. Pero, no obstante, si gana, el cambio con respecto a Bush será constatable. Los USA se quedarán a medio camino entre la dirección infame actual y la utopia.

En cualquier caso, valoro esa reflexión acerca del perjuicio que puede causar el desengaño, cuando el americano medio inocente y nuevo votante descubra que con Obama muchas injusticias seguirán.

animalpolítico dijo...

Comprendo tu escepticismo, Maripuchi (parece que este lunes es muy lunes), pero me gustaría recalcar que cambiar a Bush por Obama sería un tremendo paso adelante en la dirección correcta. No que mañana esté todo bien ya. Pero piensa en el ranchero de Texas y luego en el Kennedy negro. Es otra cosa, la verdad. Irak y todo lo relacionado con Irak no hubiera sucedido probablemente si alguien con la sensibilidad de una almeja, de nuevo, no se hubiera sentado en el más alto trono de Occidente.

Lo de la directiva de la UE me parece terrible. Pero el vaso medio lleno me dice que España, ¡Francia! e ¡Italia!, entre otros, están en contra.

Maripuchi dijo...

España lideraba la facción "mediterránea" hasta que llegó il capo de la mafia, y se acabó lo que se daba...
Berlusconi a favor..
Sarko-si a favor... ha pactado con Gordon Brown un acepto pulpo a cambio de no sé qué movida con las ETTs.
Si no me equivoco, lideramos una pareja de dos, con Hungría en la retaguardia..
Malos tiempos, Animal... Poca esperanza queda si Obama es el favorito de Fraga. Superar a Bush no es difícil...

animalpolítico dijo...

A mí me parece fatal, como a ti, Maripuchi. Me consuela que, al menos, el gobierno español se ha opuesto. Espero que eso signifique que, al menos por estos lares, sigamos con la carga laboral actual. Otra cosa es que ésta se cumpla. Y todos sabemos que no, que los trabajadores 'regalamos' muchas horas para no perder el bien preciado curro que nos da de comer.

A Fraga le sale gratis decir que él está con Obama. Otra cosa es que coincidan de verdad en algo. En cualquier caso, como escribía hace poco, parece que Fraga es ya más progre o menos carca que la línea dominante en la derecha mediática y representada por el mundo aznariano, faesco, aguirrista, zaplanil, acebesco, mayororejino y sangilista.

Obama no puede cargar con el sambenito de que Fraga dice que le apoya, ¿no?

Maripuchi dijo...

jaja noooo, es más, creo que a Obama le da igual si le apoya Fraga o no... incluso a Fraga le da igual... está tan "pallá" que ya se siente por encima del bien y del mal para decir lo que le da la gana...
Por otro lado, quitando a estos pseudolibegales que tenemos por estos lares, los de no me toques el mercado cuando va la cosa bien y uyuyuy dóndestáelgobierno cuando la cosa va mal, la derecha española ha de ser más "progre" que la estadounidense, aunque sólo sea por la tradición del viejo mundo... aunque últimamente nos estemos globalizando un poco...

Lo dicho: un ajco.