Guantánamo y la falta de vergüenza

Guántanamo es un crimen. El limbo del crimen inventado por una secta de neocons norteamericanos dirigidos por el sumo sacerdote de la desfachatez. Aquel que compartía confidencias y fines de semana tejanos con nuestro añorado líder. Hasta 2008 habían pasado por el centro alrededor de 800 prisioneros de 42 países, la gran mayoría afganos y paquistaníes. Este número fue descendiendo paulatinamente desde 2003, al ser devueltos cerca de medio millar a sus países de origen. En septiembre de 2008 quedaban alrededor de 250.

Como los derechos civiles de una democracia moderna limitan el modo en que los estados pueden tratar a los sospechosos de un delito con una serie de garantías mínimas, los muchachos de Bush se inventaron una tierra de nadie en la isla de Cuba, ¡qué paradoja!, donde han podido tener detenidos, sin juicio justo ni causa jurídicamente defendible en muchos casos, a miles de individuos sin acusación clara, aunque justificación genérica descaradamente vaga: son probablemente terroristas, o al menos a mí me lo parecen... Además, ¡qué diantres! los enemigos de la libertad no pueden beneficiarse de ella.

La primera víctima, la libertad. La segunda, la justicia. La tercera, la democracia.

Cooperadores necesarios fueron los gobiernos pelotas del imperio. Varios gobiernos europeos. Como el nuestro. Ahora conocemos de modo documentado lo que hasta ayer sospechábamos: el gobierno de Aznar autorizó las escalas de los aviones de la vergüenza hacia Guantánamo. Nada que nos sorprenda especialmente, dado el grado de servilismo en que aquel gobierno cayó.

Una opaca oscuridad impide aún que sepamos qué sucedió tras el relevo en la Moncloa. Hoy Zapatero sigue negando que conociera que, al parecer, según informaciones periodísticas, los vuelos siguieron tras la victoria socialista de 2004. No sé si son ciertas las informaciones acerca de vuelos hasta el 2006. De serlo, me parece muy grave. Si Zapatero autorizó que esos vuelos siguieran, me parece muy grave. Si lo desconocía, también, aunque de otro modo. Podríamos plantearnos si el gobierno de Bush fue capaz de hacerlo a escondidas del nuevo gobierno, teniendo ya la autorización del viejo.

La desfachatez tiene hoy nombre de mujer. Soraya, concretamente. Preocupada por "el presente" y "el futuro", la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, ha negado en una entrevista en la Cadena Ser conocer los informes. "Desconozco ese informe y en qué términos está redactado", ha afirmado Sáenz de Santamaría. "Sólo conozco un informe de la Comisión Europea que dice que se han cometido una serie de viajes con el Gobierno de Zapatero en la legislatura pasada".

Supongo que la posible responsabilidad del gobierno socialista por continuar los vuelos borra la responsabilidad por autorizarlos del gobierno del PP, que Soraya Sáenz "desconoce". La selección voluntaria del conocimiento suelta la lengua y ata la mente.