La hipérbole cotidiana
Una figura retórica muy frecuente que hemos heredado, en su formulación, de la Grecia antigua es la hipérbole. La hipérbole consiste en realizar una exageración muy grande, aumentando o disminuyendo la verdad de lo hablado, una exageración intencionada que trata de grabar en la mente del interlocutor una idea o una imagen difícil de olvidar.
Un ejemplo popular es aquello de "le dio bofetadas hasta en el carnet de identidad".
Eso sí, el efecto retórico se basa en el proceso del "extrañamiento", en lo, en cierto modo, inesperado de la expresión, lo que la convierte en un aldabonazo al entendimiento.
Pero la hipérbole, literalmente el acto de "pasar por encima", es menos hipérbole si uno es hiperbólico en la frecuencia de uso de la hipérbole. Esto lo convierte a uno en un voceras. Si hablas en un tono normal y de pronto das un GRITO, sorprendes. SI HABLAS GRITANDO TODO EL TIEMPO, ERES UN VOCERAS VULGAR Y ABURRIDO.
Suelo entretenerme en este tipo de asuntos cuando vuelvo cada día a ver a politicastros, periodistoides y blogoparanoicos (conozco alguno), pegados como lapas a la hipérbole de la que abusan y que no saben usar.
A cuento de no sé qué nuevo desarrollo en la apestosamente absurda polémica por el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, el portavoz pepero del ayuntamiento de esta noble ciudad nos contaba a los sufridos conciudadanos suyos que "el presidente del gobierno ha vuelto a mostrar SU MÁS ABSOLUTO DESPRECIO POR SALAMANCA Y POR CASTILLA Y LEÓN". Se olvidó añadir "y de España, del mundo, del Universo y de todo lo demás".
3 comentarios:
Corruptio optimi, pessima.
Hiperbolizar la hipérbole, voceras.
Y encima más fáciles de rebatir: por voceras, por parciales y por errados.
Abrazos.
Una vez más he de descubrirme ante su forma de enfocar algo que ya no admite enfoque apreciable desde otros ángulos. A mí me ocurre con las condenas ante los atentados: en un simil con los usos hiperbólicos a los que hace aquí referencia, me encuentro en ese tema ante la situación del que ya ha dicho tanto y tan fuerte, que no sabe qué más decir ni con qué nuevo punto de volumen hacerlo, con lo que acaba pareciendo que ese último atentado no lo condena uno con igual firmeza.
Me pasa también con multitud de frases hechas de las que huyo como de la peste, y que tan socorridas resultan para los políticos al uso. Un caso muy de los últimos años es la expresión "tolerancia cero" aplicada a múltiples conductas delictivas o, cuanto menos, condenables. No la he usado en mi vida porque me harta ver cómo se usa continua e indiscriminadamente, y creo que pierde valor.
Un saludo y felices Fiestas.
Tamañas estupideces en los peperos no me sorprenden, es mas me congratulan. Solo lo siento por mi viejo, porque alguien pueda pensar que es como ellos.
De todas formas, que quien nos gobierna, solo le preocupe darle los papeles a sus legítimos dueños, y no sus muertos a las familias que se los arrebataron, me parece mucho más indignante.
El Canuit
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