¿Hay alguien ahí?
Siento una atracción fatal hacia las películas "de miedo". Desde que era niño. No hablo de las estupideces llenas de ketchup. Me refiero a las buenas películas llenas de hechos inexplicables o sorprendentes, fantasmas, buenas dosis de música estresante y giros insospechados en la historia. Las buenas, claro. Si no dan miedo, dan risa.
Ahora, la dosis ha de ser la adecuada. Si me asustan demasiado, no las soporto y me tapo los ojos o cambio de canal.
Me he hecho seguidor adicto a la serie que Cuatro ("¿Hay alguien ahí?") emite los lunes por la noche, y ello pese a la cantidad difícilmente soportable de publicidad y demás zarandajas, como traer a Iker Jiménez a comentárnosla a quienes no lo soportamos a él...
Ayer me metí en la cama comprobando que en el espejo no estaba Elisa, la fantasma cabreada de la serie... Y me desperté oyendo a Jiménez Losantos hablar de los convidados de piedra, asociando a Tirso de Molina y Atocha. No las estaciones de metro homónimas, aclaro, sino el dramaturgo del siglo de oro y la estación de cercanías donde estallaron más de cien kilos de muerte hace ya más de cinco años.
Oyendo a Jiménez Losantos y a su alter ego Pedro J. explicar que en todas las culturas y tiempos existe la creencia de que los muertos prematuros se quedan en un lugar oscuro desde el que reclaman justicia, me parecía que la serie de Cuatro aún no había terminado y que me había dormido durante la publicidad.
Pero no era un mal sueño. Los responsables principales del episodio más enojoso de la convivencia política española de los últimos años, la conspiranoia en torno al 11-M, siguen clamando justicia, dicen, en nombre de las víctimas más repugnantemente manoseadas de la historia de la ignominia (“Zapatero dice que Elvis no ha muerto, pero cree que los del 11 M- tampoco… Pero sí, hubo que matarlos para que el PP saliera del poder y llegara Zapatero”).
Si hay justicia, algún día tendrían que verse frente a frente con ellas y tratar de sostenerles la mirada.
2 comentarios:
Pues la verdad no se si hay justicia. Hoy no estoy muy convencida después de la sentencia del Yak-42. A lo mejor es que Trillo ya es un muerto viviente y por eso no le llamó a declarar el presidente del Tribunal. Bien pudiera ser. Quizás
Carmen, yo creo que Trillo es un muerto político en vida. También creo que debería ser el responsable jurídico último de lo sucedido. Pero aún confío en que esto sea el final absoluto de su carrera.
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