Salgamos de Matrix
Mi admirado Evaristo, rey de la baraja, hace tiempo que ha venido hablando del lingüista George Lakoff, un reputado gurú del pensamiento progresista contemporáneo en los Estados Unidos. George Lakoff, (1941–), es profesor de Lingüística en la Universidad de California, Berkeley. Fue unos de los fundadores de la Semántica generativa en lingüística en los 60, fundador de la Lingüística cognitiva en los 70, y uno de los investigadores de la Teoría neural del lenguaje en los años ochenta. Entre 1965 y 1969 enseñó en Harvard. Luego en Stamford, y desde 1972 en Berkeley.
Como lingüista que soy, siento una especial atracción hacia sus teorías. Su idea central es que la metáfora, más allá de ser un aspecto formal del lenguaje, nos permite estructurar determinados conceptos a partir de otros. La forma en que realizamos este proceso depende de nuestra experiencia directa en el mundo, a través de nuestro cuerpo. (Por ejemplo, estructuramos el tiempo, un concepto de mayor abstracción, en función del espacio y nuestra experiencia de él, por lo que hablamos del futuro como algo que está delante, y del pasado como algo que se encuentra detrás de nosotros). Gran parte de nuestros conceptos se estructurarían de esta forma. Además, la comprensión de un sistema conceptual estructurado metafóricamente hace discutible el concepto de verdad absoluta, llevando a pensar en una verdad culturalmente relativa.
Como lingüista que soy, siento una especial atracción hacia sus teorías. Su idea central es que la metáfora, más allá de ser un aspecto formal del lenguaje, nos permite estructurar determinados conceptos a partir de otros. La forma en que realizamos este proceso depende de nuestra experiencia directa en el mundo, a través de nuestro cuerpo. (Por ejemplo, estructuramos el tiempo, un concepto de mayor abstracción, en función del espacio y nuestra experiencia de él, por lo que hablamos del futuro como algo que está delante, y del pasado como algo que se encuentra detrás de nosotros). Gran parte de nuestros conceptos se estructurarían de esta forma. Además, la comprensión de un sistema conceptual estructurado metafóricamente hace discutible el concepto de verdad absoluta, llevando a pensar en una verdad culturalmente relativa.
Esto tiene implicaciones muy profundas para el estudio de las Ciencias sociales, incluyendo la política. Uno de sus libros más influyentes es Don't Think of an Elephant: Know Your Values, Frame the Debate, Chelsea Green Publishing, 2004, publicado en español como No pienses como un elefante, Madrid: Editorial Complutense (2007).
¿Qué tiene que ver la neurolingüística con la política? Al parecer bastante, si juzgamos por el entusiasmo que despierta entre los medios demócratas y progresistas de EEUU la teoría de George Lakoff. Los miles de personas que hacen cola para escucharle no vienen movidos por un interés científico, sino por su frustración política. Les quema el sentimiento de ver como sus conciudadanos siguen votando a George W. Bush y a los neoconservadores a pesar del deterioro de su nivel de vida y de la continuación de una guerra que rechaza la gran mayoría de la población. No es sólo el miedo al terrorismo o un nacionalismo mal entendido, les dice Lakoff. Es, según él, la capacidad de los estrategos republicanos de activar estructuras mentales inconscientes que motivan nuestros comportamientos sin prestar atención a la racionalidad de nuestros intereses o a los datos de la realidad. Lakoff se ha convertido en el símbolo de una regeneración de la política demócrata estadounidense.
Su “¡No pienses en un elefante!” (el elefante es el símbolo del Partido Republicano) es un best seller y está prologado por Howard Dean, el actual presidente del Partido Demócrata. Hillary Clinton, probablemente la candidata presidencial demócrata en 2008, lo llama a consulta, al igual que los principales líderes del partido. “The New York Times” ha dedicado un reportaje especial a la influencia de Lakoff. Y multimillonarios como George Soros y otros están financiando el Rockridge Institute, una fundación para la formación política que prepara a los candidatos y agentes de campañas políticas del Partido Demócrata para las próximas elecciones, poniendo en práctica las hasta ahora abstractas teorías de este científico metido a político por la indignación que siente hacia lo que pasa en su país y en el mundo por culpa de su país.
¿De qué se trata entonces? ¿Ha descubierto Lakoff la piedra filosofal de la manipulación política y por tanto el antídoto contra ella? Pues algo así. Su idea es muy simple, aunque ha sido sesudamente argumentada en varios volúmenes de investigación importantes hasta llegar a su estadio panfletario. La ciencia cognitiva ha establecido que pensamos en términos de marcos mentales y metáforas, antes de entrar en el razonamiento analítico. Estos marcos mentales (frames) tienen existencia material, están en las sinapsis de nuestro cerebro, configurados físicamente en los circuitos neuronales. Cuando la información que recibimos (los datos) no se conforman a los marcos inscritos en nuestro cerebro, nos quedamos con los marcos e ignoramos los hechos. Por ejemplo, si se ha activado un marco que define al Presidente como protector contra todos los peligros del mundo, cualquier información que contradiga ese marco (como la falta de conexión entre Al Qaeda y Sadam Hussein, o la inexistencia de armas de destrucción masiva) tiene mucha dificultad para penetrar nuestra decisión consciente. Naturalmente, si ese marco no es operativo o si otro tipo de marco es el activado, entonces ocurre lo contrario, los datos se convierten en argumentos en contra de la política del miedo.
Lakoff piensa que uno de los marcos más importantes es aquel que se refiere al padre estricto y protector, al que tiene que castigar por nuestro propio bien, el que define las reglas de conducta y las transforma en disciplina, con respecto a nosotros y al mundo exterior. Y sostiene que los republicanos más conservadores han conseguido activar ese marco en una gran parte de la población. No por casualidad, sino como resultado de una larga estrategia desde hace tres décadas, para contrarrestar la hegemonía demócrata en la población. Financiaron con decenas de millones de dólares fundaciones y programas de investigación, reclutaron universitarios, publicistas, periodistas, escritores, especialistas de la imagen, y fueron perfeccionando poco a poco su lenguaje y su temática. Por ejemplo, al hablar de los impuestos como carga tributaria sin referirse a lo que se recibe a cambio de lo que se paga, se activa el mito del ciudadano expoliado por el Estado. O al hablar de matrimonio homosexual (en lugar de unión entre personas) se implica la devaluación de algo sacrosanto para mucha gente. Lo cual tiene consecuencias en la política. Porque Lakoff sostiene, apoyándose en estudios electorales, que la mayoría de la gente no vota por sus intereses, sino en función de su identidad. Los ciudadanos votan “según su identidad, sobre la base de quiénes son, de qué valores tienen y a quién y a qué admiran”. Y los estereotipos culturales y morales son los que más directamente enmarcan el voto por afinidad o por rechazo.
Ahora bien, Lakoff rechaza la interpretación práctica que se hace de sus enseñanzas en términos de reducirlo todo a una manipulación lingüística. Al contrario, les dice a los políticos, lo importante son las ideas y la relación de las ideas que se proponen con los valores inscritos en la identidad de las personas. Pero como todos tenemos distintos marcos de referencia, la clave es cómo activar esos valores latentes, cómo hacer que el deseo de solidaridad sea más fuerte que la agresividad individualista o el deseo de paz más fuerte que el miedo. De hecho, acusa a los demócratas de reducir la política a imágenes y de cambiar sus posiciones para conseguir el voto. En contraste, dice él, con los neoconservadores que afirman claramente sus valores, dicen exactamente lo que son y lo que quieren, y con esta claridad de principios articulan estrategias de comunicación no tanto para seducir a los electores, sino para convencer a los ciudadanos. Si alguien llega a convencerse de la justicia de la guerra en Irak como un reflejo de protección, entonces estará dispuesto a entender los errores de Bush sobre las armas de destrucción masiva y otras minucias. Por tanto, su fórmula de entrenamiento político es afirmar claramente los valores demócratas y progresistas y encontrar un lenguaje propio para comunicarlos, en lugar de intentar vanamente oponer los hechos al discurso articulado de los conservadores que busca establecer una complicidad de valores.
El alcance de la teoría de Lakoff, por discutibles que sean algunas de sus hipótesis, rebasa el ámbito estadounidense, aunque sus aplicaciones directas tengan como referencia la cultura de ese país. La idea de que la simple racionalidad o el cálculo del interés propio no es el determinante central del comportamiento es ampliamente aceptada, como muestra el éxito de los análisis en términos de inteligencia emocional. Pero en el ámbito de la política hay más resistencia a aceptarlo porque las ideologías liberal o marxista del progreso mediante la razón han ido arrinconando los valores y la identidad como fuentes de motivación en el espacio público. Y, sin embargo, si pueblo tras pueblo votan con frecuencia a favor de quienes representan intereses contradictorios a los suyos, es que hay otros mecanismos que deciden el poder. Por eso la gente busca, en EEUU y en otras partes, una explicación y una práctica que les permita liberarse del laberinto de metáforas inducidas en nuestros cerebros.
Su “¡No pienses en un elefante!” (el elefante es el símbolo del Partido Republicano) es un best seller y está prologado por Howard Dean, el actual presidente del Partido Demócrata. Hillary Clinton, probablemente la candidata presidencial demócrata en 2008, lo llama a consulta, al igual que los principales líderes del partido. “The New York Times” ha dedicado un reportaje especial a la influencia de Lakoff. Y multimillonarios como George Soros y otros están financiando el Rockridge Institute, una fundación para la formación política que prepara a los candidatos y agentes de campañas políticas del Partido Demócrata para las próximas elecciones, poniendo en práctica las hasta ahora abstractas teorías de este científico metido a político por la indignación que siente hacia lo que pasa en su país y en el mundo por culpa de su país.
¿De qué se trata entonces? ¿Ha descubierto Lakoff la piedra filosofal de la manipulación política y por tanto el antídoto contra ella? Pues algo así. Su idea es muy simple, aunque ha sido sesudamente argumentada en varios volúmenes de investigación importantes hasta llegar a su estadio panfletario. La ciencia cognitiva ha establecido que pensamos en términos de marcos mentales y metáforas, antes de entrar en el razonamiento analítico. Estos marcos mentales (frames) tienen existencia material, están en las sinapsis de nuestro cerebro, configurados físicamente en los circuitos neuronales. Cuando la información que recibimos (los datos) no se conforman a los marcos inscritos en nuestro cerebro, nos quedamos con los marcos e ignoramos los hechos. Por ejemplo, si se ha activado un marco que define al Presidente como protector contra todos los peligros del mundo, cualquier información que contradiga ese marco (como la falta de conexión entre Al Qaeda y Sadam Hussein, o la inexistencia de armas de destrucción masiva) tiene mucha dificultad para penetrar nuestra decisión consciente. Naturalmente, si ese marco no es operativo o si otro tipo de marco es el activado, entonces ocurre lo contrario, los datos se convierten en argumentos en contra de la política del miedo.
Lakoff piensa que uno de los marcos más importantes es aquel que se refiere al padre estricto y protector, al que tiene que castigar por nuestro propio bien, el que define las reglas de conducta y las transforma en disciplina, con respecto a nosotros y al mundo exterior. Y sostiene que los republicanos más conservadores han conseguido activar ese marco en una gran parte de la población. No por casualidad, sino como resultado de una larga estrategia desde hace tres décadas, para contrarrestar la hegemonía demócrata en la población. Financiaron con decenas de millones de dólares fundaciones y programas de investigación, reclutaron universitarios, publicistas, periodistas, escritores, especialistas de la imagen, y fueron perfeccionando poco a poco su lenguaje y su temática. Por ejemplo, al hablar de los impuestos como carga tributaria sin referirse a lo que se recibe a cambio de lo que se paga, se activa el mito del ciudadano expoliado por el Estado. O al hablar de matrimonio homosexual (en lugar de unión entre personas) se implica la devaluación de algo sacrosanto para mucha gente. Lo cual tiene consecuencias en la política. Porque Lakoff sostiene, apoyándose en estudios electorales, que la mayoría de la gente no vota por sus intereses, sino en función de su identidad. Los ciudadanos votan “según su identidad, sobre la base de quiénes son, de qué valores tienen y a quién y a qué admiran”. Y los estereotipos culturales y morales son los que más directamente enmarcan el voto por afinidad o por rechazo.
Ahora bien, Lakoff rechaza la interpretación práctica que se hace de sus enseñanzas en términos de reducirlo todo a una manipulación lingüística. Al contrario, les dice a los políticos, lo importante son las ideas y la relación de las ideas que se proponen con los valores inscritos en la identidad de las personas. Pero como todos tenemos distintos marcos de referencia, la clave es cómo activar esos valores latentes, cómo hacer que el deseo de solidaridad sea más fuerte que la agresividad individualista o el deseo de paz más fuerte que el miedo. De hecho, acusa a los demócratas de reducir la política a imágenes y de cambiar sus posiciones para conseguir el voto. En contraste, dice él, con los neoconservadores que afirman claramente sus valores, dicen exactamente lo que son y lo que quieren, y con esta claridad de principios articulan estrategias de comunicación no tanto para seducir a los electores, sino para convencer a los ciudadanos. Si alguien llega a convencerse de la justicia de la guerra en Irak como un reflejo de protección, entonces estará dispuesto a entender los errores de Bush sobre las armas de destrucción masiva y otras minucias. Por tanto, su fórmula de entrenamiento político es afirmar claramente los valores demócratas y progresistas y encontrar un lenguaje propio para comunicarlos, en lugar de intentar vanamente oponer los hechos al discurso articulado de los conservadores que busca establecer una complicidad de valores.
El alcance de la teoría de Lakoff, por discutibles que sean algunas de sus hipótesis, rebasa el ámbito estadounidense, aunque sus aplicaciones directas tengan como referencia la cultura de ese país. La idea de que la simple racionalidad o el cálculo del interés propio no es el determinante central del comportamiento es ampliamente aceptada, como muestra el éxito de los análisis en términos de inteligencia emocional. Pero en el ámbito de la política hay más resistencia a aceptarlo porque las ideologías liberal o marxista del progreso mediante la razón han ido arrinconando los valores y la identidad como fuentes de motivación en el espacio público. Y, sin embargo, si pueblo tras pueblo votan con frecuencia a favor de quienes representan intereses contradictorios a los suyos, es que hay otros mecanismos que deciden el poder. Por eso la gente busca, en EEUU y en otras partes, una explicación y una práctica que les permita liberarse del laberinto de metáforas inducidas en nuestros cerebros.
Tengo la intuición que ese libro y el pensamiento de Lakoff está perfectamente en línea con ideas que he tratado de exponer en esta bitácora, acerca de la realidad virtual en que el mundo neocon nos está envolviendo. La derecha española desde al menos los últimos años noventa, pero particularmente desde la segunda legislatura del PP, está poniendo en práctica técnicas aprendidas del ala republicana más conservadora de los Estados Unidos, el grupo que asesora y encumbra a Bush, los mismo que han logrado que el 70% de los ciudadanos de aquel país crean hoy que las torres gemelas fueron derribadas por orden de Saddam Hussein, lo que explica el apoyo popular a la guerra de Irak. ¿Y la verdad? ¡qué importa lo que sucediera! En democracia importa lo que la gente crea.
Lakoff, un reputado lingüista, salta a la arena política asqueado por los éxitos neocon. E inicia una especie de revolución silenciosa, desde arriba, asesorando a los demócratas, a los sectores políticos más progresistas del país, siendo en poco tiempo bastante más influyente que el complejo Noam Chomsky, también lingüista, por cierto, pero radicado en Boston, en el MIT.
Lakoff trata de desmontar el montaje neocon, buscando la respuesta adecuada, liberando las mentes secuestradas a su pesar.
El PSOE, de entre el grupo de asesores internacionales que ha fichado cara a las generales, ha contado con Lakoff (uno más del grupo de "paletos" y "analfabetos" según el sutil y docto talibán de la mañana). Si los neocon cruzaron el charco, ahora lo cruzarán los cruzados contra el elefante. Contra la pócima mágica, el antídoto. Falta nos hace.
16 comentarios:
Cualquier manera de desmontar las teorías neocon, la basura materialista y fundamentalista que nos está lanzando la derecha desde hace años es esencial.
Hay que devolver a las personas que pueblan España las neuronas a su lugar, colocarles otra vez en su sitio los valores, que los principios vuelvan otra vez a nuestra moral colectiva y que vuelvan las ideologías, los ideales... contrapuesto todo a la nada envuelta en un lazo mentiroso y antinatural.
Que el talibán insulte es algo usual, que demuestre su supina ignorancia, habitual... acabará comiendo en un cubil y durmiendo en una pocilga, porque la historia sencilla, la de cada día, terminará por pasarle factura.
Sus teorías me parecen muy muy seductoras. Esta misma mañana me he sacado uno de sus libros de la biblioteca de la Facultad ("La metáfora cotidiana") y he encargado otro (el del elefante, símbolo del partido republicano) en la librería de la Plaza de Anaya.
Ver sus análisis me permite constatar que lo que han hecho el PP y sus medios responde a unas tácticas claramente predefinidas, ya puestas en práctica por los republicanos de EEUU.
Muy interesante. Os contaré de vez en cuando impresiones al respecto.
Te lo agradeceremos, porque creo que nuestra teoría sobre las enseñanzas de Goebbels a los PPeros creo que se han quedado desfasadas. Están ya en el siglo XXI.
Estados Unidos podría dedicarse a cosas positivas, como culturizar a su población y no a universalizar las guerras y robotizar a la humanidad entera.
Animal, puesto que compartimos el disgusto por los titulares tendenciosos, permítame decirle que en la noticia que enlaza respecto a que los "sabios" fueron calificados como "paletos y analfabetos" desmiente el propio titular. Sin duda el nivel del periodista en cuestión es de primero de carrera, porque no se puede entrecomillar algo respecto a alguien si eso no se ha dicho. Si lee la noticia observará como lo que dijo Losantos es que son unos “charlatanes a precio de oferta” que “no tienen ni la más remota idea” de lo que es España. La idea de que hay algo de provincianismo o paletismo en traerse a quince personas de fuera para hacer el programa electoral me parece bastante defendible. Otra cosa es que las formas sean discutibles. De todas formas, he llegado a la conclusión que para exigir formas lo ideal es mostrarlas, y la utilización del término "talibán" (seguro que usted sabe que es un talibán y las malas costumbres que profesan) me parece peyorativo e innecesario. Respecto a lo de la pocilga ni entro, claro.
Blanca, permítame señalarle que creo que no sabe que es un neocón, y que utiliza el término como un especie de cajón de sastre donde mete todo lo que no le gusta. Los neo-con son "neo" y no sólo "con", porque provienen de la izquierda, son demócratas que han pasado a apoyar al partido republicano, y dista mucho de ser un movimiento organizado y homogéneo. Por otro lado me parece perfecto su deseo de la vuelta de valores e ideales, pero admito que me causa cierto desconcierto lo de que hay que devolver a la gente "a nuestra moral colectiva". ¿Qué moral es esa?. ¿La suya?.
Animal, las ideas de Lakoff son ampliamente discutidas por eminencias en la materia como Pinker o Nunberg. Por otro lado no debe extrañarle el furor demócrata hacia un estudioso que señala que los republicamos (esencialmente malvados) ganan las elecciones a los demócratas (esencialmente bondadosos) porque utilizan mejor las "metáforas conceptuales" de sus votantes.
Si la idea fuera acertada (que ciertamente es atractiva y no dudo de que hay parte de razón), podríamos sostener que una de las razones por las que ZP va a ganar sus segundas elecciones es por la creación de métaforas que tapan la realidad (igual que Lakoff señala respecto a Iraq) y crean un campo de ideas en el que siempre se gana. Por ejemplo, "proceso de paz", ¿cómo va usted a oponerse a la paz?, si se opone a la paz es porque usted prefiere la guerra. Otro ejemplo, "alianza de civilizaciones", ¿usted no está de acuerdo en una alianza? ¿en que todos nos consideremos iguales y nos llevemos bien? Usted no puede ser más que un malvado que quiere prefiere la agresión a la alianza. El truco señalado por Lakoff es la utilización de unas palabras que tapan el contenido real del referente, provocando filiaciones en base a unas ideas que generan estas palabras (bonitas y positivas palabras), pero que son ajenas a la realidad.
La idea de que las tropas en Afganistán están en misión de paz, aunque estén en una zona de conflicto bélico es otro ejemplo.
La idea de que cualquier periodista que cuestione a Al Gore está en contra de la ciencia ("los enemigos de la ciencia" publicaba El País) es del mismo tipo.
Maniqueísmo prefabricado para su consumo ideológico a prueba de razonamiento.
No hace falta que le diga que estas construcciones maniqueas no son utilizadas exclusivamente por el Gobierno, pero creo la izquierda tiene bastante más talento y es bastante más efectiva. La hiperlegitimidad moral del pensamiento de izquierdas es un factor relevante en este hecho.
Yogurd, no sé ni cómo se atreve usted a dar lecciones de política desviando el origen de los neocon hacia la izquierda.
Además de iletrado, no tiene usted vergüenza.
Neocon, wikipedia.
¿De la izquierda venían Reagan o Bush? Vamos, hombre, no nos tome el pelo.....
Este Losantos es capaz de cualquier cosa. A mí la idea de pedir ayuda no me parece ni paleta ni provinciana. Me parece muy inteligente querer que te asesoren los mejores si quieres hacer las cosas realmente bien.
(No sé cómo lo aguantas, querido Animal)
Un abrazo.
Maripuchi, puesto que yo no hago juegos de palabras con su nombre, dispénseme el mismo trato, o no me dispense ninguno.
Que toda la base de su argumentario para llamarme iletrado sea una entrada de la wikipedia en español, que además es SOLO una parte del artículo original en Inglés me parece una broma. Léase la entrada original en inglés, y luego venga a darme lecciones y a llamarme "iletrado" y "sinvergüenza". Es usted de un comportamiento democrático exquisito.
En la Wikipedia en inglés encontrará cosas como la que siguen: "Left-wing past of neoconservatives"
Le aseguro que informarse un poco antes de insultar no hace daño, de hecho puede discrepar sin necesidad insultar. Puede tomar ejemplo de este comentario, en el que no le califico (o descalifico), sino que le argumento.
Scout Finch, su proposición es válida, sólo que da por supuesto que los quince elegidos son los mejores (¿en qué?). Claro que es bueno solicitar apoyo de expertos que mejoren a los nuestros, pero estamos hablando de hacer un programa electoral, no de pedir ayuda en un asunto concreto. En nuestras Universidades hay cientos de estudiosos que conocen los problemas de España mucho mejor que estos paracaidistas, y probablemente, salvo excepciones en el grupo de "sabios", con mayor conocimientos en sus áreas. ¿Qué sabrán estas buenas gentes de España? Lo que pasa es que no quedan tan bien para la foto. De todas formas, Scout, puede usted informarse sobre la biografía de los sabios y tener una opinión propia al respecto. Lakoff, por ejemplo, señala que los demócratas debieran hablar de "unión civil" y no de "matrimonio homosexual", y Maathai hizo campaña a favor de la ablación en el 2.001 (obviamente estos dos breves ejemplos no sirven para criticar todo su trabajo hasta el momento, son sólo dos breves ejemplos que escandalizarían a la izquierda si fueran asesores de la derecha).
Voy a matizar la última frase, Maathai dice que su apoyo a la ablación es un bulo, así que pondremos en cuarentena las informaciones que se publicaron en 2.001 (cuando al parecer declaró "La excisión (ablación)está en el corazón de los kikuyus. Todos nuestros valores están edificados sobre esta práctica", en consonancia con las costumbres de su tribu, que se pueden resumir en "Ningún kikuyu puro aceptará desposar a una mujer que no haya sido excindida… Es imposible, para un miembro de la tribu imaginar una iniciación sin cliteridectomía" (Yomo Kenyata), antes de que le concedieran el Nobel en el 2.004.
Sigurd, es preferible contratar a quien sabe que pedir opiniones a un primo, o escuchar las lecciones de la plana mayor de los políticos conservadores de este país, que no sé si serán iletrados, pero muchas veces lo parecen.
La derecha española, conservadores o como quieras llamarles son mediocres, incluso tu, es posible, que seas capaz de defender esa contumacia hacia la nada de que hacen gala. Discursos contrapuestos, un día dicen una cosa para contraponerla con la contraria al día siguiente. Gente sin moral, como Zaplana, que no sé como tiene cara para poder seguir dándola, mentirosos compulsivos, como Acebes y Aznar, personas sin talla de estadista, como Rajoy, que lleva tres años ciscándose en el Estado... el Estado, Sigurd, no Zapatero...
Las teorías neocon, llámalas como quieras, hay que saber impartirlas también...
Comprendo que a ti te puedan gustar esos políticos. A mi me parecen una mierda, indignos del más mínimo respeto por sus obras y palabras. Eres muy dueño de tener tus ideas, colijo que las tienes... la plana mayor del PP y muchos de sus seguidores son incapaces de elaborar un discurso convincente, de tener algo bueno, en ideas, digo...
Lamento mucho que una persona tan capacitada como tu tengas delante semejante panorama, debe ser desolador ver en los telediarios semejantes personajes y más escuchar sus discursos y/o proclamas... y sobre todo, ver quien les apoya, además de personas como tu, toda la extrema derecha, con pollo incluido.
No me gustaría tener esos compañeros de camino, amigo...
Señor Sigurd:
¿Va usted a sacarle punta a cada palabra que digamos?
Esto es un blog, no una cátedra universitaria. Y yo he hecho un simple comentario a la entrada de un amigo.Por supuesto que no me he estudiado las biografías de esos señores ni falta que me hace, no voy a hacer un doctorado sobre ello. Simplemente le estoy dando la razón a mi amigo, que creo que la tiene, y mi apoyo.
La verdad es que resulta usted un poco cansino (sin ánimo de ofender, por supuesto) con su costumbre de analizar una por una las palabras de nuestros comentarios.
Ah y otra cosita más.
En el totum revolutum que tanto gusta practicar a esta derechona, alguien debería decirles que los poderes en España están separados. Los jueces pertenecen a un estamento diferente que el ejecutivo y el legislativo. Cuando un político del PP en activo, sea el alcalde de Totana, el presidente de la Comunidad Valenciana o el sursum corda cometen un delito y los detienen, son los jueces los que dan la orden, no Zapatero...
A ver si piensan que como la judicatura es toda conservadora van a poder manejarla a su piaccere. Va a ser que no, porque aún quedan jueces en España con moral y si tienen que entrullar a cuantos políticos del PP se les pongan a tiro por sus corrupciones, los entrullarán. Y si el PP piensa que les jode la campaña... que piensen también que llevan de campaña casi cuatro años, jodiendo a España y a los españoles.
Estos van de zinc-tang ... llevamos soportándoles desde antes del verano, sacándo punta a todo aquello que se dice...
Efectivamente, la teología de la liberación es una filosofía de origen ultraconservador y la neocon es, claramente influencia de Marx, pero de Carlos, no de Groucho...
Ah... por si a alguno se le ha olvidado el "incidente"... san google nos ilumina.
Un besote, animal.
Voy a hacer como garib. Animal, me perdonarás si, cuando esté algún elemento de éstos, no participe en tus debates. No lo puedo soportar.
Yo, lo lamento, animal, pero tampoco participaré si está el Instituto Alke. Ya he tenido varios encuentros y no quiero más. No quiero que se me diga que insulto, pero no quiero intervenir con ese individuo, o colectivo, o qué se yo.
Madre mía.
Voy a citarme a mi mismo en esa misma entrada (la que enlaza Maripuchi), por si no se han molestado en leerme:
"Eso sí, me gustaría señalar que no creo que haya maldad en el ímpetu de Blanca (aunque a veces se expresa con una gran dureza asumo que proviene de una gran fe en sus convicciones y en su cosmovisión, que no comparto) y lo de animalpolítico (cuyo blog es de mi agrado aún no compartiendo gran parte de su valoración de la política actual) y los porros me parece fuera de lugar. Respecto a Maripuchi, su blog tiene algo de relato costumbrista que le hace tener un encanto especial, y es hasta divertido, aunque a veces también tiene una prosa brusca cuando se adentra uno en cuestiones políticas. Todo esto parece necesario ser señalado, pues sin duda el "editor" no debe desentenderse de lo que se dice en su página. Cuanto menos se adjetive, y más todavía ad hominem, menos se enturbia el debate."
¿Les parece irrespetuoso? En fin ...
PD: Maripuchi, hasta ahora el único que ha insultado en esta entrada a otra persona es usted (supongo que "iletrado" y "no tener vergüenza" lo podemos considerar como tal).
Blanca, no creo que lo nos hemos dicho salga fuera de un diálogo correcto. No creo que ni usted ni yo nos hayamos faltado al respeto (lo cual le agradezco, claro). Si algo le ha parecido fuera de lugar, haga el favor de indicármelo, y haré lo posible para evitarlo. Si lo que no quiere es tener "encuentros" conmigo, pues ya está, no puedo hacer nada, salvo decirle que lo lamento.
Os remito a todos a la siguiente entrada. Será mi última palabra al respecto.
Un 'neocón' no tiene por qué haber militado antes en la izquierda, el mismo error en el que hace meses incurría Aznar. Es bastante simple, y ya he hablado de ello: Ruedad de molino.
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